Con motivo del importante trabajo desarrollado, por la Comisión del Centenario del Partido de Coronel Dorrego, que tuvo al vecino Roberto Riesco como Presidente, fue posible recabar información que permitió esclarecer algunas cuestiones referidas al nacimiento de nuestra ciudad.
Merced a la investigación llevada a cabo por el Doctor Carlos Funes Derieul y en virtud de contactos entablados con el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, se logró acceder a importante documentación que aportó datos reveladores sobre el punto de partida de nuestra ciudad cabecera.
Ante consultas formuladas, con fecha 30 de Setiembre de 1.986, se tuvo una contundente respuesta el 27 de Octubre de ese mismo año, donde el entonces Director del organismo mencionado con anterioridad, Doctor Fernando Barba, puntualmente y de acuerdo a documentos aportados y existentes informó que:
1º) Por Ley nª 1979 del 29 de Diciembre de 1.887 se crea el Partido de Coronel Dorrego.
2º) Por Decreto del 28 de Febrero de 1.889, se autorizó la formación de un Centro Agrícola en campos del Señor José Urdapilleta, designándolo simultáneamente “cabecera de dicho partido”.
3º) Con fecha 9 de Abril de 1.890 se dicta el Decreto provincial que ordena el “traslado” de sus diversas reparticiones al Centro Agrícola “Coronel Dorrego”.
Atento a los datos mencionados, en su libro: “Coronel Dorrego 100 años de política”, el Doctor Nírido Santagada, agrega sobre el particular: “por consiguiente es de toda evidencia, que la fecha real de designación de la ciudad de Coronel Dorrego, como cabecera del partido del mismo nombre es la del 28 de febrero de 1889, mientras que la fecha del 9 de abril de 1.890 es la del traslado de las autoridades municipales, al punto designado como cabeza del distrito”.
En función de las referencias históricas existentes, que lograron oportunamente desmitificar respecto a la fecha de su creación, hoy 28 de febrero nuestra ciudad cumple 120 años de vida.
No obstante la contundencia de la documentación reinante, se sigue manteniendo como un hecho “tradicional” la fecha del 9 de abril, oportunidad en que se realizan festejos, homenajes y diversos actos alusivos.
Quizás la circunstancia calendario (plena temporada estival) y “el acostumbramiento” a conmemorar nuestro cumpleaños ciudadano en otra fecha, lleve a que prácticamente este acontecimiento histórico pase desapercibido.
Muchos también pueden preguntarse:
¿Hay algo para festejar?
¿Existen motivos para brindar ante la llegada de los 120 años de la ciudad?
Sin dudas que las afligentes circunstancias económicas que imperan, no otorgan demasiado margen para la algarabía o efusivas manifestaciones.
Es que la ciudad recibe con vehemencia los impactos de la crisis: instituciones que subsisten a duras penas, algunas que temen por su continuidad (como la Biblioteca Pública), comerciantes que sienten la caída alarmante de sus ventas, una cadena de pagos que corre el riesgo de cortarse, “plásticos (tarjetas de crédito) estirados al máximo, cheques que comenzaron a rebotar como “pelota de básquetbol” y un estado de animo donde el malhumor ha calado hondo, incluyendo a los habituales optimistas.
La ciudad llega a sus 120 años con algunos temas cruciales, que empañan su presente: carencia de fuentes de trabajo, familias en riesgo, desocupación, falta de viviendas y marginación son algunos de los males que pueden citarse como de extrema preocupación.
En los hechos positivos: la mayor cantidad de sus habitantes logran acceder a los servicios vitales. Datos oficiales al mes de Abril de 2.004 indican que el 95 por ciento de la población cuenta con el servicio de agua corriente, el 78,3 % con cloacas, el 85,4 % con gas natural y el 82,4% con pavimento.
Respecto al resto de los servicios (luz, telefonía, televisión) son prestados en forma privada, destacándose el de la energía (que resulta optimo), prestado por la Cooperativa Eléctrica.
La “calidad del agua” sigue siendo un tema irresuelto para la comunidad, que a manera de “parche” se subsana con la entrega de bidones por parte del Municipio, (que ha reconocido la gravedad del problema) los cuales resultan insuficientes y lejos están de solucionar el grave problema existente.
Nuestra ubicación geográfica permite el privilegio de ser paso obligado del circuito “Mar y Sierras”. La proximidad con el Puerto y dos ciudades de importancia como Bahía Blanca y Tres Arroyos, otorgan posibilidades de acceder a la excelencia en materia de salud y educación.
Varios emplazamientos barriales han cambiado la realidad urbanística local, en desmedro de algunos barrios, (pudiendo citarse como ejemplo: el Centenario) y “estirando” el pueblo hacia sectores en otros tiempos considerados como periféricos. No obstante los distintos planes habitacionales existentes, no se ha logrado cubrir la demanda local, cuestión que obedece a la formación de nuevas familias y a la emigración interna producida, (muchas personas se trasladaron de la zona rural a la ciudad) arrojando algunos números significativos, por ejemplo de 4.646 habitantes que vivían en campo en 1.980, pasaron a 2.967 según el censo de 1.991, disminuyendo en un 40,67%. Se supone que a la fecha la despoblación rural ha sido mucho mayor.
Se destaca un adecuado y eficiente nivel de enseñanza, con varias opciones en sus distintos niveles.
Se dispone de un Instituto terciario (de Formación Docente Nº62) con un cuarto de siglo de existencia, como así también las alternativas universitarias a través del PEUZO y modalidades similares, que se dictan en el ex club de Servicio 9 de Abril.
En materia deportiva, recreativa y social, distintas instituciones suman esfuerzos diariamente para contener a miles de niños. jóvenes y ancianos.
En tanto desde el ámbito público se asiste a un total de 1.500 familias. (cifra que marca claramente las dificultades actuales)
Aún con falencias y falta de algunas especialidades, existe una correcta asistencia en materia de salud, fundamentalmente a través del Hospital Municipal “Eva Perón”, complementado por el Sanatorio privado.
A propósito de los médicos, han tenido una influencia trascendente en la vida política lugareña, prueba de ello es que de los 26 años de democracia, 22 de ellos hemos sido gobernados por profesionales de la salud.
Sus probados conocimientos científicos y el prestigio obtenido en el ejercicio de sus diarias tareas, no han sido suficientes para hallar los “remedios” que puedan subsanar los males de una comunidad, que exhibe un preocupante decrecimiento demográfico y un pronunciado estancamiento en su desarrollo.
Retornando al pasado, el Doctor Santagada expresó en su libro, al hacer referencia a las vicisitudes de fines del siglo XIX “Haber aceptado cargos de gran responsabilidad en esa lejana época, sin comodidades, con escasos medios, sin recursos oficiales, importa el sacrificio personal inestimable, que nuestras generaciones deben valorar justamente, pues su fin (lejos de las banderías políticas) estaba en algo mucho más importante, cual es el de poblar este desierto (que aún conservaba su naturaleza agreste y estaban frescas las pisadas de los indios y las huellas de sus cabalgaduras) y organizar una administración comunal donde todo era soledad y silencio, con escaso asesoramiento y solidaridad”.
A 120 años de aquellos difíciles tiempos, son otras las dificultades que enfrenta Coronel Dorrego. En la capacidad y responsabilidad de los dirigentes que hemos elegido para que nos representen, debe estar la búsqueda de soluciones para poder superar las adversidades del presente.
La entrega, solidaridad y acompañamiento ciudadano, solamente estarán garantizados cuando las acciones de nuestros funcionarios y concejales resulten: claras, ejemplificadoras y constructivas.
Vuelvo a preguntar: ¿Hay motivos para festejar?
Decididamente: ¡NO!
Pero no es menos cierto que en homenaje a nuestros antecesores la fecha no puede ni debe pasar inadvertida.
Los 120 años de la ciudad deben motivar a nuestros dirigentes (sin exclusiones) a reformular viejas y perimidas estrategias, que surgen en épocas electorales, transformándolas en positivas propuestas que tiendan a revertir una dura realidad, que como carroña fue consumiendo primero las energías y luego las esperanzas de la gente.
A escasas horas de arribar a sus 120 años, como en la soledad de 1.889, “un malón de problemas clava sus lanzas sobre el cuerpo de una ciudad (que como ayer) parece “desierta”.
Merced a la investigación llevada a cabo por el Doctor Carlos Funes Derieul y en virtud de contactos entablados con el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, se logró acceder a importante documentación que aportó datos reveladores sobre el punto de partida de nuestra ciudad cabecera.
Ante consultas formuladas, con fecha 30 de Setiembre de 1.986, se tuvo una contundente respuesta el 27 de Octubre de ese mismo año, donde el entonces Director del organismo mencionado con anterioridad, Doctor Fernando Barba, puntualmente y de acuerdo a documentos aportados y existentes informó que:
1º) Por Ley nª 1979 del 29 de Diciembre de 1.887 se crea el Partido de Coronel Dorrego.
2º) Por Decreto del 28 de Febrero de 1.889, se autorizó la formación de un Centro Agrícola en campos del Señor José Urdapilleta, designándolo simultáneamente “cabecera de dicho partido”.
3º) Con fecha 9 de Abril de 1.890 se dicta el Decreto provincial que ordena el “traslado” de sus diversas reparticiones al Centro Agrícola “Coronel Dorrego”.
Atento a los datos mencionados, en su libro: “Coronel Dorrego 100 años de política”, el Doctor Nírido Santagada, agrega sobre el particular: “por consiguiente es de toda evidencia, que la fecha real de designación de la ciudad de Coronel Dorrego, como cabecera del partido del mismo nombre es la del 28 de febrero de 1889, mientras que la fecha del 9 de abril de 1.890 es la del traslado de las autoridades municipales, al punto designado como cabeza del distrito”.
En función de las referencias históricas existentes, que lograron oportunamente desmitificar respecto a la fecha de su creación, hoy 28 de febrero nuestra ciudad cumple 120 años de vida.
No obstante la contundencia de la documentación reinante, se sigue manteniendo como un hecho “tradicional” la fecha del 9 de abril, oportunidad en que se realizan festejos, homenajes y diversos actos alusivos.
Quizás la circunstancia calendario (plena temporada estival) y “el acostumbramiento” a conmemorar nuestro cumpleaños ciudadano en otra fecha, lleve a que prácticamente este acontecimiento histórico pase desapercibido.
Muchos también pueden preguntarse:
¿Hay algo para festejar?
¿Existen motivos para brindar ante la llegada de los 120 años de la ciudad?
Sin dudas que las afligentes circunstancias económicas que imperan, no otorgan demasiado margen para la algarabía o efusivas manifestaciones.
Es que la ciudad recibe con vehemencia los impactos de la crisis: instituciones que subsisten a duras penas, algunas que temen por su continuidad (como la Biblioteca Pública), comerciantes que sienten la caída alarmante de sus ventas, una cadena de pagos que corre el riesgo de cortarse, “plásticos (tarjetas de crédito) estirados al máximo, cheques que comenzaron a rebotar como “pelota de básquetbol” y un estado de animo donde el malhumor ha calado hondo, incluyendo a los habituales optimistas.
La ciudad llega a sus 120 años con algunos temas cruciales, que empañan su presente: carencia de fuentes de trabajo, familias en riesgo, desocupación, falta de viviendas y marginación son algunos de los males que pueden citarse como de extrema preocupación.
En los hechos positivos: la mayor cantidad de sus habitantes logran acceder a los servicios vitales. Datos oficiales al mes de Abril de 2.004 indican que el 95 por ciento de la población cuenta con el servicio de agua corriente, el 78,3 % con cloacas, el 85,4 % con gas natural y el 82,4% con pavimento.
Respecto al resto de los servicios (luz, telefonía, televisión) son prestados en forma privada, destacándose el de la energía (que resulta optimo), prestado por la Cooperativa Eléctrica.
La “calidad del agua” sigue siendo un tema irresuelto para la comunidad, que a manera de “parche” se subsana con la entrega de bidones por parte del Municipio, (que ha reconocido la gravedad del problema) los cuales resultan insuficientes y lejos están de solucionar el grave problema existente.
Nuestra ubicación geográfica permite el privilegio de ser paso obligado del circuito “Mar y Sierras”. La proximidad con el Puerto y dos ciudades de importancia como Bahía Blanca y Tres Arroyos, otorgan posibilidades de acceder a la excelencia en materia de salud y educación.
Varios emplazamientos barriales han cambiado la realidad urbanística local, en desmedro de algunos barrios, (pudiendo citarse como ejemplo: el Centenario) y “estirando” el pueblo hacia sectores en otros tiempos considerados como periféricos. No obstante los distintos planes habitacionales existentes, no se ha logrado cubrir la demanda local, cuestión que obedece a la formación de nuevas familias y a la emigración interna producida, (muchas personas se trasladaron de la zona rural a la ciudad) arrojando algunos números significativos, por ejemplo de 4.646 habitantes que vivían en campo en 1.980, pasaron a 2.967 según el censo de 1.991, disminuyendo en un 40,67%. Se supone que a la fecha la despoblación rural ha sido mucho mayor.
Se destaca un adecuado y eficiente nivel de enseñanza, con varias opciones en sus distintos niveles.
Se dispone de un Instituto terciario (de Formación Docente Nº62) con un cuarto de siglo de existencia, como así también las alternativas universitarias a través del PEUZO y modalidades similares, que se dictan en el ex club de Servicio 9 de Abril.
En materia deportiva, recreativa y social, distintas instituciones suman esfuerzos diariamente para contener a miles de niños. jóvenes y ancianos.
En tanto desde el ámbito público se asiste a un total de 1.500 familias. (cifra que marca claramente las dificultades actuales)
Aún con falencias y falta de algunas especialidades, existe una correcta asistencia en materia de salud, fundamentalmente a través del Hospital Municipal “Eva Perón”, complementado por el Sanatorio privado.
A propósito de los médicos, han tenido una influencia trascendente en la vida política lugareña, prueba de ello es que de los 26 años de democracia, 22 de ellos hemos sido gobernados por profesionales de la salud.
Sus probados conocimientos científicos y el prestigio obtenido en el ejercicio de sus diarias tareas, no han sido suficientes para hallar los “remedios” que puedan subsanar los males de una comunidad, que exhibe un preocupante decrecimiento demográfico y un pronunciado estancamiento en su desarrollo.
Retornando al pasado, el Doctor Santagada expresó en su libro, al hacer referencia a las vicisitudes de fines del siglo XIX “Haber aceptado cargos de gran responsabilidad en esa lejana época, sin comodidades, con escasos medios, sin recursos oficiales, importa el sacrificio personal inestimable, que nuestras generaciones deben valorar justamente, pues su fin (lejos de las banderías políticas) estaba en algo mucho más importante, cual es el de poblar este desierto (que aún conservaba su naturaleza agreste y estaban frescas las pisadas de los indios y las huellas de sus cabalgaduras) y organizar una administración comunal donde todo era soledad y silencio, con escaso asesoramiento y solidaridad”.
A 120 años de aquellos difíciles tiempos, son otras las dificultades que enfrenta Coronel Dorrego. En la capacidad y responsabilidad de los dirigentes que hemos elegido para que nos representen, debe estar la búsqueda de soluciones para poder superar las adversidades del presente.
La entrega, solidaridad y acompañamiento ciudadano, solamente estarán garantizados cuando las acciones de nuestros funcionarios y concejales resulten: claras, ejemplificadoras y constructivas.
Vuelvo a preguntar: ¿Hay motivos para festejar?
Decididamente: ¡NO!
Pero no es menos cierto que en homenaje a nuestros antecesores la fecha no puede ni debe pasar inadvertida.
Los 120 años de la ciudad deben motivar a nuestros dirigentes (sin exclusiones) a reformular viejas y perimidas estrategias, que surgen en épocas electorales, transformándolas en positivas propuestas que tiendan a revertir una dura realidad, que como carroña fue consumiendo primero las energías y luego las esperanzas de la gente.
A escasas horas de arribar a sus 120 años, como en la soledad de 1.889, “un malón de problemas clava sus lanzas sobre el cuerpo de una ciudad (que como ayer) parece “desierta”.