Había nacido en 1.926 en un pueblo lejano, siendo las actividades que desarrollaba en una empresa estatal, las que motivaron su traslado a nuestra ciudad.
El paso de los años y su particular forma de ser, lo convirtieron en un dorreguense más.
Su llegada estuvo precedida de una difusión extra, donde una vez más Enzo Barda estuvo “involucrado”, en este caso en la promoción callejera que hablaba de la llegada de “un arquero que ostentaba un record inigualable: haber contenido siete penales en un solo partido de fútbol”.
Cuentan que existió un improvisado cotejo entre aficionados, produciéndose la presencia de una nutrida concurrencia presta a observar a una suerte de “súper héroe”, que si bien conocía los manejos del arco, lejos estaba de ocupar un lugar preferencial en el famoso libro Guines.
Luego de aquella presentación que causó la frustración de muchos entusiasmados habitúes al fútbol; su vida tomó el curso del trabajo y fue allí donde comenzó a destacarse.
Sus tareas en la entonces compañía telefónica: ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones) motivaron diversas tareas entre: palos, líneas de extenso tramo y conexiones que surgían a granel.
No parecían surgir imposibles en el momento de concretar una comunicación, importando poco las dificultades del terreno o la falta de señal acorde.
Cuando se trataba de entablar los contactos radiales de entonces, su presencia resultaba imprescindible y muy esperada por operadores y técnicos locales y de Bahía Blanca. Es que además de sus conocimientos técnicos y habilidad para concretar una transmisión desde exteriores, estaba el plus de anécdotas que motivaba particulares ruedas de silenciosos oyentes, siguiendo sus atrapantes historias.
Inquieto, de hablar constante y de absoluta firmeza en cada uno de sus relatos; siempre encontraba la forma para poder integrarse a cualquier rueda de amigos o grupo de trabajo.
Tuvo activa participación en las memorables noches mecánicas en la pista del club Sarmiento, recordando con lujo de detalles pilotos, carreras y memorables competencias de motos y kartings.
Su gran pasión institucional fue Bomberos Voluntarios, resultando jefe del cuerpo activo que este año habrá de cumplir medio siglo de vida.
Citaba con precisión detalles de un incendio que dio nacimiento a la idea, recordando a algunos de los gestores en 1.959, como Renato Castell, Héctor Marcos y Roberto Riesco.
Evocaba acciones para recaudar fondos, trámites desarrollados y particulares reuniones en despachos oficiales de La Plata, aprovechando la influencia de dirigentes locales en los comienzos de la década del sesenta.
Años atrás una medalla testimonió aquella tarea (que algunos intentaban desconocer), ocasión en que las lágrimas rodaron intensas en su rostro. Había tenido el esperado reconocimiento por su esforzado servicio.
Florencio Fernández (eterno Presidente de los Bomberos de Monte Hermoso) reconoce permanentemente la influencia y aporte, que el protagonista de esta historia brindó para la creación de la entidad, que es verdadero orgullo del vecino balneario.
Disponía de un enorme poder de imaginación, al que adosaba una ordenada memoria para repetir de igual forma cada historia. Presumo también que era un buen lector, especialmente de temas que lo atrapaban.
Hablaba de particulares túneles y de un Dorrego subterráneo que pocos parecían conocer, contaba de sapos gigantes, peludos de 3.000 kilos que en determinados cuadros de campo aparecían, de “yararas con pelos” y de “corales” temibles, que no lo inquietaban por la inmunidad que decía ostentar.
Relataba de la llegada imprevista de enanitos de verde color, a los cuales enfrentó en titánica batalla; aportando nombres de testigos de lo sucedido, los cuales agregaba: “lamentablemente ya están todos fallecidos…”
La improvisada platea cada vez se hacía más grande para escuchar sus vivencias, las risas se prolongaban hasta llegar a incontenibles carcajadas.
No desistía de sus aseveraciones, ordenaba prolijamente cada uno de los relatos y convertía en “verdaderas” muchas de las piadosas mentiras que eran un clásico de su existencia.
A partir de un “contacto cercano” su imaginación se inclinaría por un tema que lo convirtió en experto: el fenómeno extraterrestre.
En 1.978 el entonces diario local: La Voz, consignaba en una de sus páginas: “una particular situación vivieron vecinos de nuestro medio, sorprendidos en la noche por extrañas naves, que según los expertos consultados llegaron para relacionarse con los humanos, mediante un encuentro del tercer tipo…”
Desde ese día comenzó a descubrir luces en el firmamento, a describir colores, formas y características de las distintas especies de platos voladores.
En cuanto a sus tripulantes los definía mediante el tamaño: eran buenos los muy altos, inofensivos los medianos y de extrema peligrosidad los más pequeños, indicando con su estilo frontal: “los más jodidos son los más chiquitos”.
De estas cosas muchas veces se lo escuchó contar y hasta el propio Fabio Zerpa, atención le dispensó y en algunas de sus charlas mencionó: “El caso Dorrego”.
Para algunos fue simplemente José, Virgilio para otros, mientras que para una gran mayoría fue “el loco”.
Luego de trabajar algún tiempo más (ya privatizada la empresa), dejó a un lado cables, pinzas y escaleras y también a su compañero de ruta: “Tato”, jubilándose.
Sus últimos años se lo pudo ver junto a su compañera “Yeli” colaborando con entusiasmo con su club: San Martín y alentando la formación de una Patrulla Juvenil, inspirado en un grupo de chicas y chicos que oficiaban como guías en la pequeña localidad de Saldungaray.
José Virgilio: mostrando la foto con el “Tolo” Gallego en Monte, organizando las memorables noches del Italiano, aquella con Roberto Galán en “Si lo sabe cante” o la de Velazco Ferrero en “Venga a bailar”.
También prometiendo mostrar una carta que le enviaron los Reyes de España o la misiva secreta llegada de la mismísima N.A.S.A.
Teorizando sobre vacas mutiladas y prediciendo la llegada de más naves espaciales para estos tiempos.
Invitando a “medio pueblo” al bautismo de su hija: Paola o abriendo las puertas de su casa para tantos cumpleaños compartidos.
Fantasías y mucha imaginación jalonaron su vida; también largas horas de trabajo y compromiso con los demás.
Se ilusionó con emprendimientos nuevos, con proyectos y logros que nunca pudo alcanzar.
José Antonio Virgilio: “el loco” para el afecto de muchos, “el loco” para la indiferencia de otros.
José Antonio Virgilio: El personaje que le ganó al hombre, el observador permanente de visitantes que llegaban desde el cielo, el buscador de misterios que yacían bajo tierra.
El arquero del “récord incomprobable”, el obrero, el dirigente, el vecino, el narrador apasionado y el bombero audaz: todos juntos, partieron hacia infinitos lugares con el sueño de conquistar la dimensión desconocida.
Sólo se escucha una balada interpretando en su letra, el sentir del “loco aquel” que un día en la búsqueda de otros cielos, se animó a volar…
El paso de los años y su particular forma de ser, lo convirtieron en un dorreguense más.
Su llegada estuvo precedida de una difusión extra, donde una vez más Enzo Barda estuvo “involucrado”, en este caso en la promoción callejera que hablaba de la llegada de “un arquero que ostentaba un record inigualable: haber contenido siete penales en un solo partido de fútbol”.
Cuentan que existió un improvisado cotejo entre aficionados, produciéndose la presencia de una nutrida concurrencia presta a observar a una suerte de “súper héroe”, que si bien conocía los manejos del arco, lejos estaba de ocupar un lugar preferencial en el famoso libro Guines.
Luego de aquella presentación que causó la frustración de muchos entusiasmados habitúes al fútbol; su vida tomó el curso del trabajo y fue allí donde comenzó a destacarse.
Sus tareas en la entonces compañía telefónica: ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones) motivaron diversas tareas entre: palos, líneas de extenso tramo y conexiones que surgían a granel.
No parecían surgir imposibles en el momento de concretar una comunicación, importando poco las dificultades del terreno o la falta de señal acorde.
Cuando se trataba de entablar los contactos radiales de entonces, su presencia resultaba imprescindible y muy esperada por operadores y técnicos locales y de Bahía Blanca. Es que además de sus conocimientos técnicos y habilidad para concretar una transmisión desde exteriores, estaba el plus de anécdotas que motivaba particulares ruedas de silenciosos oyentes, siguiendo sus atrapantes historias.
Inquieto, de hablar constante y de absoluta firmeza en cada uno de sus relatos; siempre encontraba la forma para poder integrarse a cualquier rueda de amigos o grupo de trabajo.
Tuvo activa participación en las memorables noches mecánicas en la pista del club Sarmiento, recordando con lujo de detalles pilotos, carreras y memorables competencias de motos y kartings.
Su gran pasión institucional fue Bomberos Voluntarios, resultando jefe del cuerpo activo que este año habrá de cumplir medio siglo de vida.
Citaba con precisión detalles de un incendio que dio nacimiento a la idea, recordando a algunos de los gestores en 1.959, como Renato Castell, Héctor Marcos y Roberto Riesco.
Evocaba acciones para recaudar fondos, trámites desarrollados y particulares reuniones en despachos oficiales de La Plata, aprovechando la influencia de dirigentes locales en los comienzos de la década del sesenta.
Años atrás una medalla testimonió aquella tarea (que algunos intentaban desconocer), ocasión en que las lágrimas rodaron intensas en su rostro. Había tenido el esperado reconocimiento por su esforzado servicio.
Florencio Fernández (eterno Presidente de los Bomberos de Monte Hermoso) reconoce permanentemente la influencia y aporte, que el protagonista de esta historia brindó para la creación de la entidad, que es verdadero orgullo del vecino balneario.
Disponía de un enorme poder de imaginación, al que adosaba una ordenada memoria para repetir de igual forma cada historia. Presumo también que era un buen lector, especialmente de temas que lo atrapaban.
Hablaba de particulares túneles y de un Dorrego subterráneo que pocos parecían conocer, contaba de sapos gigantes, peludos de 3.000 kilos que en determinados cuadros de campo aparecían, de “yararas con pelos” y de “corales” temibles, que no lo inquietaban por la inmunidad que decía ostentar.
Relataba de la llegada imprevista de enanitos de verde color, a los cuales enfrentó en titánica batalla; aportando nombres de testigos de lo sucedido, los cuales agregaba: “lamentablemente ya están todos fallecidos…”
La improvisada platea cada vez se hacía más grande para escuchar sus vivencias, las risas se prolongaban hasta llegar a incontenibles carcajadas.
No desistía de sus aseveraciones, ordenaba prolijamente cada uno de los relatos y convertía en “verdaderas” muchas de las piadosas mentiras que eran un clásico de su existencia.
A partir de un “contacto cercano” su imaginación se inclinaría por un tema que lo convirtió en experto: el fenómeno extraterrestre.
En 1.978 el entonces diario local: La Voz, consignaba en una de sus páginas: “una particular situación vivieron vecinos de nuestro medio, sorprendidos en la noche por extrañas naves, que según los expertos consultados llegaron para relacionarse con los humanos, mediante un encuentro del tercer tipo…”
Desde ese día comenzó a descubrir luces en el firmamento, a describir colores, formas y características de las distintas especies de platos voladores.
En cuanto a sus tripulantes los definía mediante el tamaño: eran buenos los muy altos, inofensivos los medianos y de extrema peligrosidad los más pequeños, indicando con su estilo frontal: “los más jodidos son los más chiquitos”.
De estas cosas muchas veces se lo escuchó contar y hasta el propio Fabio Zerpa, atención le dispensó y en algunas de sus charlas mencionó: “El caso Dorrego”.
Para algunos fue simplemente José, Virgilio para otros, mientras que para una gran mayoría fue “el loco”.
Luego de trabajar algún tiempo más (ya privatizada la empresa), dejó a un lado cables, pinzas y escaleras y también a su compañero de ruta: “Tato”, jubilándose.
Sus últimos años se lo pudo ver junto a su compañera “Yeli” colaborando con entusiasmo con su club: San Martín y alentando la formación de una Patrulla Juvenil, inspirado en un grupo de chicas y chicos que oficiaban como guías en la pequeña localidad de Saldungaray.
José Virgilio: mostrando la foto con el “Tolo” Gallego en Monte, organizando las memorables noches del Italiano, aquella con Roberto Galán en “Si lo sabe cante” o la de Velazco Ferrero en “Venga a bailar”.
También prometiendo mostrar una carta que le enviaron los Reyes de España o la misiva secreta llegada de la mismísima N.A.S.A.
Teorizando sobre vacas mutiladas y prediciendo la llegada de más naves espaciales para estos tiempos.
Invitando a “medio pueblo” al bautismo de su hija: Paola o abriendo las puertas de su casa para tantos cumpleaños compartidos.
Fantasías y mucha imaginación jalonaron su vida; también largas horas de trabajo y compromiso con los demás.
Se ilusionó con emprendimientos nuevos, con proyectos y logros que nunca pudo alcanzar.
José Antonio Virgilio: “el loco” para el afecto de muchos, “el loco” para la indiferencia de otros.
José Antonio Virgilio: El personaje que le ganó al hombre, el observador permanente de visitantes que llegaban desde el cielo, el buscador de misterios que yacían bajo tierra.
El arquero del “récord incomprobable”, el obrero, el dirigente, el vecino, el narrador apasionado y el bombero audaz: todos juntos, partieron hacia infinitos lugares con el sueño de conquistar la dimensión desconocida.
Sólo se escucha una balada interpretando en su letra, el sentir del “loco aquel” que un día en la búsqueda de otros cielos, se animó a volar…