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"Club Sarmiento: una historia de película", por Hugo Segurola

“Luna de Avellaneda”, la excelente película del Director Juan José Campanella, busca recuperar el espíritu barrial y el valor de las pequeñas cosas.

La historia que llegó a la pantalla grande con un importante suceso, relata las situaciones que vive una pequeña institución, surgida en la década del cuarenta, la cual tras una etapa de esplendor atraviesa una severa crisis que dificulta su existencia.

Ante la oferta para salvar la entidad, pero debiendo resignar los objetivos de sus antecesores, los descendientes de éstos buscarán la forma de evitar la quiebra, recuperando los viejos sueños de mucha gente.

En nuestra ciudad existe una entidad que guarda muchas similitudes con su par de la ficción.

En otras difiere mucho, porque no se encuentra en una condición limite o próxima al cierre. Por el contrario, a pesar de la crisis, positivos vientos de trabajo y nuevos desafíos motivan a la dirigencia y sus allegados.

Sarmiento es quizás el único club local que conserva su identidad de barrio, la cual se ha constituido en verdadero motor de su funcionamiento existencial.

A partir de la inexorable partida del ferrocarril, cuando “la carbonilla” fue su escudo, conforman hoy junto a la Escuela 7, la principal reserva de pertenencia más respetada y querida que tiene el Barrio Centenario.

Por cuestiones de la planificación urbanística, -dicen también por la falta de terrenos- mucha gente se mudó hacia otros sectores de la ciudad, produciendo un decrecimiento importante en toda la barriada.

La estructura del club sigue firme y erguida como un faro, alumbrando las ilusiones de su gente, señalando la necesidad de seguir recorriendo el camino de luchas que a partir de 1954 planteó un grupo de entusiastas muchachos.

Muy cerca de la actual ubicación encontraron el abrigo protector de una mujer, la que por otra parte (junto a su familia) resultó clave en el armado de la idea.

Doña Dominga Cechini de Colantonio, “cedió” las instalaciones de su domicilio, albergando las reuniones iniciales de aquellos “aprendices de dirigentes”.

No solo les brindó un ámbito de encuentro y un improvisado vestuario para los partidos del equipo de sus amores, sino que fue guía, consejera y una verdadera “mamá grande”, siempre dispuesta a ayudar en aquel osado emprendimiento.

Diversas resultaron las actividades desarrolladas, con el propósito de recaudar fondos que permitieran la concreción de las primeras obras.

Con gran precisión y avalado por importante documentación, Julio Colantonio, ha relatado en diversas ocasiones las múltiples actividades llevadas a cabo, como: las clásicas y recordadas competencias de motos y karting, festivales de boxeo, bailes populares, torneos de baby y hasta una particular corrida de toros, que tuvo entre sus gestores al inefable José Virgilio.

Sin olvidar el aporte y participación de las distintas comisiones directivas que se fueron sucediendo, resulta oportuno hablar del positivo presente que vive la institución.

Un valioso como esforzado grupo de hombres y mujeres conduce los destinos de Sarmiento, estando plenamente identificados con su pasado y comprometidos con su futuro.

2008 significó un año de realizaciones, entre las que se incluyen: un nuevo escenario, el cual otorga mayor amplitud y panorámica y la renovación de los sanitarios para damas y caballeros de su salón principal.

Las comodidades que dispone, el amplio lugar de estacionamiento y su mediana capacidad, (unas 300 personas aproximadamente) motiva a que sus instalaciones sean permanentemente requeridas, especialmente para eventos sociales o familiares.

Es importante destacar el desinteresado, pero valioso aporte de su dirigencia, cediendo “sin cargo” sus dependencias para que sean utilizadas por entidades amigas, como los casos del Taller Protegido, Escuela 7 o Asociación Española.

Asimismo y mediante un convenio con la Municipalidad local, se desarrollan las asistencias técnicas de folklore, gimnasia para adultos y tango; como así también talleres de costura y envasado de productos.

Su principal actividad deportiva está relacionada a las bochas, contando con la primera y única cancha de piso sintético existente en la ciudad, la cual es un verdadero orgullo para sus allegados.

Lejos de los temores y la incertidumbre dominante, Sarmiento se encuentra abocado al desarrollo de un trascendente proyecto, que seguramente marcará un hito en su vida institucional y contribuirá a generar opciones deportivas para la gente del barrio.

Ha recuperado el terreno de Uslenghi y Belgrano, un lugar afín a su historia; el que ha sido cercado mediante el correspondiente alambrado perimetral.

Atento a sus amplias dimensiones (60 x 50 mts.) construirán tres canchas, dos de tenis (con piso de cemento) y una destinada a la práctica de fútbol 8.

Este nuevo desafío entusiasma a sus dirigentes y seguramente motivará el respaldo de muchos vecinos y municipio, para la cristalización de tan plausibles objetivos.

Una forma de colaborar con la iniciativa, está dada por la posibilidad de asociarse, pagando la módica suma de cuatro pesos por bimestre. Dineros, que sabido es, son prolijamente administrados y correctamente utilizados en lo más importante para una institución: obras.

Como pequeño reconocimiento a su elogiable labor, me permito nombrar la actual Comisión Directiva, reconociendo en todos ellos: esfuerzo, trabajo y compañerismo, puestos al servicio de la entidad: Presidente: Francisco Llorens, Vicepresidente: Juan Llinares, Secretario: Roberto Mortarini, Pro secretario: Hugo Van Waarde, Tesorero: Juan Simón,Pro tesorero: Juan Álvarez, Vocales titulares: Carlos Botta - María Martínez - Marcelo Such - Alberto Basualdo, Vocales suplentes: Mónica Mateos, María Isabel Llorens, María Rosa Lell, Adrián Llorens, Revisores de cuenta titulares: Vicente Beneyto, Héctor Rodríguez y Oscar Locati, mientras que como Revisores de cuenta suplentes: Martín Arribas y Orlando Cisneros.

En esta historia local a diferencia de “Luna de Avellaneda”, no hay actores consagrados.

En el presente de este club, forjado merced al temple y sacrificio de distintas generaciones, están los protagonistas reales, que sin importar los roles asignados siguen su derrotero con la consigna de sus antecesores y con los mismos sueños que aquel puñado de pibes comenzó a acuñar en la casa de Doña Dominga, en los primeros días del invierno de 1954.

Próximo a sus 55 años, Sarmiento sigue aportando “enseñanzas” con tres consignas elementales que son un himno: “la lucha, la pala y la palabra…”