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"Omar y Rubén: soldaditos de plomo". Escribe Hugo César Segurola

“Queridos padres: Los extraño mucho, estoy en Tierra del Fuego; hoy es jueves 22 de abril, el buque avanza muy bien así que no hay que preocuparse; estoy en la entrada del Canal del Beagle, el día está feo, nublado y hay una interminable llovizna, pero las aguas están tranquilas…”

“Quiero decir muchas cosas en esta carta, pero no puedo porque estoy medio confundido con respecto a mis pensamientos, ya que un día se dice una cosa y al otro día otra distinta, pero siempre llego a la conclusión que no se nada…”

Uno había nacido en 1.949, en Coronel Dorrego.

El otro once años después: en 1.960, también en nuestra ciudad.

Omar Santiago Cisneros, nació el primero de Marzo de 1.949, en el Hospital local, hijo de Santiago Cisneros y Nélida Sofía Alfaro.

Los primeros años de su infancia transcurrieron en una vivienda de la calle Ramos Ojeda y Dinamarca, frente a un baldío que ocupaba toda una manzana y que estaba rodeado de enormes pinos, lugar donde se practicaba fútbol y que era conocido como “la cancha del monte; paradójicamente y tras la guerra del Atlántico Sur, se ubicó una Plaza, que lleva el nombre de: “Malvinas”.

Por razones laborales su familia se trasladó hasta Punta Alta, donde el entonces pequeño niño desarrolló el ciclo escolar, aunque habitualmente retornaba a su tierra natal, con motivo de saludar a sus parientes y no olvidar sus raíces.

Una vez finalizados sus estudios primarios, decidió alistarse en la Armada Argentina, en la carrera de Suboficiales de la Flota de Mar.


Rubén Horacio Álvarez, Nació en Coronel Dorrego, el día 4 de Junio el 1.960. Era hijo de Don Marciano Álvarez y de Doña Josefa Ustarroz, siendo el menor de seis hermanos.

Cursó sus estudios primarios en la Escuela Nº 21 y los secundarios en la Escuela de Educación Técnica Nº 1, obteniendo el titulo de técnico electromecánico.

Vivió en la casa paterna, ubicada en la intersección de las Calles Fuertes (Hoy Rubén Álvarez) y Murature (Hoy Gregorio Juárez). justo frente a la cancha de Ferroviario, institución de la que era confeso hincha y alguna vez jugador de sus divisiones inferiores.

Vivían en los extremos de la ciudad, a varias cuadras de distancia.

La diferencia de edad y la circunstancia que uno partiera de muy niño, quizás nunca antes permitió que cruzarán una palabra, una charla o una mirada.

Sin embargo el llamado de la patria en la Guerra de Malvinas, los tuvo juntos, compartiendo el mismo barco, concluyendo sus jóvenes vidas en el fondo del mar.

¿Cómo habrán sido las charlas de aquellos coterráneos?

¿Existiría respeto jerárquico entre el colimba y el marino de carrera?

¿Habrán charlado como hijos del mismo pueblo?

¿”Chitin” le habrá contado del Ferro de sus amores, de los Echeto (vecinos del barrio) y del boliche de “Chimango” Cabral?

¿Le habrá dicho Cisneros cosas de su barrio, del Taller de los Saldivia, de Doña Felisa, del boliche de Barroso?

Seguramente hablaron de encontrarse un día al regreso, para poder volver a los viejos sitios, para que Rubén le mostrara su barriada, para que Omar lo invitara a sentir los aromas de los eucaliptos próximos a su casa.

Omar y Rubén viajaban el 2 de Mayo de 1982 en el Crucero Ara General Belgrano.

Quizás lo presentían, quizás no lo imaginaban: era el único, el último viaje compartido.


El Informe producido por la Federación de Veteranos de Guerra de la República Argentina, destaca en sus partes más sustanciales:

“El Crucero A.R.A. “Gral. Belgrano” era un objetivo militar atacable; no así por su ubicación, finalidad o utilización, ya que el buque argentino se encontraba ubicado a 91 millas del continente, de regreso a su base, con la única finalidad de alejarse de la flota británica luego de que fuera abortada la estrategia naval argentina de envolver a la flota enemiga, cuando ésta se replegara en alta mar luego del ataque de la Fuerza Aérea Argentina del 1° de mayo.
Con un poder de fuego de 20 km., el largo de su artillería, no entrañaba ningún peligro militar para la flota británica; el verdadero blanco naval apetecible por parte de las fuerzas inglesas lo constituía el Portaaviones A.R.A. “25 de Mayo”, dado que su poder de fuego era mucho mayor que el del Crucero, medido por el alcance, de sus aviones. El Portaaviones, al momento del hundimiento, se encontraba en puerto.

La orden de hundir al Crucero A.R.A. “Gral. Belgrano”, emanada directamente de la ex-primer ministro británica, Margaret Thatcher, supuso la utilización de métodos y medios que causaron males superfluos y sufrimientos innecesarios a su tripulación; no se dio aviso previo al lanzamiento de los torpedos, ni ultimátum, no se consideró que el buque no entrañaba peligro militar, el Submarino “Conqueror” abandonó la zona sin intentar el rescate de los náufragos, ni avisar a los buques argentinos que podían asistirlos, ni a organismos humanitarios como la Cruz Roja Internacional.
Solamente se alejó de la zona a toda máquina.
Si bien era un buque militar, el Crucero A.R.A. “Gral.Belgrano”, por su ubicación, finalidad, poder de fuego, inferioridad respecto al submarino nuclear que lo persiguió durante más de treinta horas, no puede ser considerado en el momento de su hundimiento como objetivo militar preciso. Mucho menos podía preverse la limitación de sus efectos, que fueron terribles en pérdidas humanas, y que aún podrían haber sido mayores, si no fuera por la pericia de sus tripulantes.”

El crucero General Belgrano fue torpedeado durante la guerra de Malvinas, a las 16:01 hs. del 2 de mayo de 1982 con 1093 tripulantes a bordo.

En el naufragio murieron 323 hombres y sobrevivieron 770, entre las victimas se cuentan los héroes dorreguenses: Omar Santiago Cisneros y Rubén Horacio Álvarez.

Autoridades y comunidad dorreguense, brindaron su testimonio y homenaje a Rubén Horacio Álvarez.

El Concejo Deliberante, el 14 de Junio de 1984 dictó la Ordenanza Nº 0083/84, mediante la cual se impuso el nombre de “Rubén Horacio Álvarez” a la calle que antecede a la Avenida Fuertes, desde esquina Murature (en la actualidad Gregorio Juárez) hasta el Vivero Parque Municipal.-

Posteriormente se dispuso que la Plazoleta ubicada en el Barrio Malvinas, llevara su nombre. Lamentablemente el sitio perdió desde hace tiempo su condición de espacio verde, desapareciendo la nomenclatura que lo recuerda; resultando una pèsima postal desde lo estético y una afrenta a su memoria.

El Centro de Estudiantes de la Escuela Técnica lo recuerda en su denominación, mientras que el establecimiento anualmente realiza un acto en coincidencia con su desaparición.

Durante mucho tiempo la condición de héroe de Malvinas, por parte de Omar Santiago Cisneros, era desconocida para la población local; resultando clave la tarea de investigación desarrollada por el vecino Francisco Navarro, que en su condición de integrante de la “Asociación Amigos del Crucero General Belgrano, logró ubicar en la lista de victimas el nombre de este dorreguense.

Está pendiente aún un reconocimiento formal y permanente, para este soldado, que para una gran mayoría sigue siendo un verdadero “desconocido”.

En tal sentido Navarro, el 8 de setiembre de 2000,expresó: “Coronel Dorrego está en deuda con Cisneros, héroe de Malvinas. ¿Seremos capaces de reconocer su sacrificio?

Premonitorias resultaron las palabras de Omar al despedirse de sus padres, cuando les dijo: “Si tengo que marchar a Malvinas en el Crucero, no vuelvo…”

En el final de la extensa carta que Rubén Horacio Álvarez, escribió a sus padres, transformada en despedida, señala: “Se despide de ustedes un conscripto de la marinería de la Armada de la República Argentina. Se despide de ustedes un hijo de una pareja hermosa (mis padres), la cual formó una familia que aunque está separada en kilómetros de distancia está unida en sus corazones.”

“Lo que si deseo, es que sepan afrontar la realidad y tengan en cuenta que no solo han aportado al país toda una vida de trabajo, sino también le han dado vidas a éste, para fortificarlo y abrir un futuro de grandes dimensiones…”

Omar y Rubén: dorreguenses los dos.

Omar y Rubén: en un crucero galopeando bravas y violentas aguas.

Omar y Rubén: soldaditos de plomo en la cruenta lucha contra la potencia invasora.

Omar y Rubén: unidos por las raíces, pasajeros de la guerra.

Omar y Rubén: victimas de una decisión autoritaria… héroes en el fondo de un frío y lejano mar.