La nota editorial del pasado viernes, referida a la seguidilla de hechos delictivos que afectaron en los últimos días a Coronel Dorrego tuvo una amplia repercusión.
Además de la preocupación manifestada de distintas formas por parte de los vecinos, la cuestión se trasladó a otras esferas donde el tema motivó reuniones, contactos telefónicos y también la toma de algunas decisiones.
Con la campaña política terminada nuestros dirigentes comenzaron a abocarse a los temas de la agenda diaria, pudiendo saberse que a partir de los últimos acontecimientos se han gestado contactos desde el Concejo Deliberante, con la intención de indagar sobre la problemática de la seguridad local.
Tras la oleada delictiva de la última semana, el Intendente Zorzano se reunió con las autoridades policiales locales, como así también insistió ante la Provincia por postergadas respuestas, principalmente en lo concerniente a la falta de personal policial.
Mientras estas acciones se daban y se sumaban comentarios sobre los últimos casos acontecidos, desde la Comisaría se buscaba retomar la iniciativa en torno de la aplicación de medidas que otorguen tranquilidad a la población.
En horas de la mañana del último sábado recibí un llamado del titular de la Policía Distrital, Inspector Jorge Rincón, el que me manifestó que estaba dispuesto a recoger el guante de mis criticas, invitándome a la Comisaría para hablar de todo y poder decirle a los vecinos lo que se estaba haciendo para proteger sus vidas y bienes.
Tal lo acordado, sobre las cinco de la tarde arribamos a la sede policial donde ya se encontraba el jefe distrital.
A diferencia de otros encuentros, Rincón no lucía la habitual y prolija indumentaria sport que suele caracterizarlo, estaba enfundado en el azul de un uniforme de fajina y su rostro -más adusto que de costumbre- mezclaba malestar y preocupación, sin perder en ningún momento la cordialidad que suele dispensar a sus interlocutores.
Su primera manifestación además de sorprender habla de una situación compleja, dada por la escasa dotación de uniformados:
- “En este momento estoy solo, me van a tener que esperar un poquito hasta que llegue más personal”, dijo en sus primeras manifestaciones el funcionario policial.
La guardia aparecía desierta y el silencio reinaba en un sitio habitualmente concurrido.
Después de una brevísima espera recorremos el pasillo que lleva a la zona de los calabozos y se eleva la voz de nuestro anfitrión en un llamado:¡Imaginaria…imaginaria!
Del otro lado de las rejas se escucha la respuesta esperada y es entonces que Rincón cuenta que “es un día de visitas para los detenidos”, mencionando que la custodia de los mismos implica una gran responsabilidad, incluyendo tener que destinar personal para tareas que no le son propias y debiendo actuar como una suerte de guardia cárceles.
El jefe distrital manifiesta que está al frente de la conducción y que “está ocupado y preocupado”, contando sobre una serie de directivas que dispuso poner en marcha tras los últimos sucesos.
En el mano a mano entablado habló sobre “ajustes internos”, de la carencia de gente y de medios, de la necesidad de aumentar las horas Corees, de los inconvenientes que se generan porque gran parte de los efectivos son foráneos y no están en forma constante en la ciudad.
Pero consciente de la realidad, Rincón sabe que un tema es clave: “la presencia policial en la calle”.
Para ello dispuso algunos movimientos de la tropa, adecuación de horarios, funciones y móviles con la intención de poner la mayor cantidad de efectivos en tareas preventivas.
Contó de un “Operativo saturación”, para lo cual solicitó personal de Caballería, proveniente de la Departamental Tres Arroyos, al que pudo verse el sábado en la zona céntrica y en otros sitios, acompañados por un ómnibus de la repartición.
Coincidió en la necesidad de mantener en el tiempo esa estrategia, caso contrario el efecto disuasivo que representa para el delincuente y de seguridad para el ciudadano, perderá su incidencia positiva.
No se trata de actuar como el bombero apagando el fuego una vez producido; en la puja con los delincuentes, la policía tiene que ir un paso adelante y estar preparada y “atenta” en una pulseada que no puede perder.
A las autoridades políticas locales, tanto del oficialismo como de la oposición les corresponde seguir gestionando.
Deben hacerlo con firmeza y decisión, obviando las “estadísticas exitosas y cada vez menos creíbles”, buscando las respuestas que permitan recuperar la tranquilidad perdida.
Además de peticionar ante las autoridades provinciales y reclamar acciones concretas a la fuerza policial, (lo que significaría enfrentar una parte del problema) no debe mirarse de costado una realidad social que desde hace un tiempo también nos golpea.
La ampliación de la marginalidad, la falta de empleo, la enorme cantidad de personas que no disponen de ingresos mínimos, la constante asistencia social del estado y entidades intermedias, el crecimiento de las adicciones (alcohol y drogas), la falta de oportunidades para muchos jóvenes, el ocio y la violencia familiar “son eslabones de una afligente cadena social que cada día se hace más grande y peligrosa”.
Para el final de esta nota vuelven a mi las palabras que siempre nos recordaba como un lema, Enzo Barda, sobre nuestra diaria misión de informar: “los periodistas deben de actuar como el tábano de Botana, acicateando y pinchando en forma permanente al poder, procurando mantenerlo siempre despierto…”
Además de la preocupación manifestada de distintas formas por parte de los vecinos, la cuestión se trasladó a otras esferas donde el tema motivó reuniones, contactos telefónicos y también la toma de algunas decisiones.
Con la campaña política terminada nuestros dirigentes comenzaron a abocarse a los temas de la agenda diaria, pudiendo saberse que a partir de los últimos acontecimientos se han gestado contactos desde el Concejo Deliberante, con la intención de indagar sobre la problemática de la seguridad local.
Tras la oleada delictiva de la última semana, el Intendente Zorzano se reunió con las autoridades policiales locales, como así también insistió ante la Provincia por postergadas respuestas, principalmente en lo concerniente a la falta de personal policial.
Mientras estas acciones se daban y se sumaban comentarios sobre los últimos casos acontecidos, desde la Comisaría se buscaba retomar la iniciativa en torno de la aplicación de medidas que otorguen tranquilidad a la población.
En horas de la mañana del último sábado recibí un llamado del titular de la Policía Distrital, Inspector Jorge Rincón, el que me manifestó que estaba dispuesto a recoger el guante de mis criticas, invitándome a la Comisaría para hablar de todo y poder decirle a los vecinos lo que se estaba haciendo para proteger sus vidas y bienes.
Tal lo acordado, sobre las cinco de la tarde arribamos a la sede policial donde ya se encontraba el jefe distrital.
A diferencia de otros encuentros, Rincón no lucía la habitual y prolija indumentaria sport que suele caracterizarlo, estaba enfundado en el azul de un uniforme de fajina y su rostro -más adusto que de costumbre- mezclaba malestar y preocupación, sin perder en ningún momento la cordialidad que suele dispensar a sus interlocutores.
Su primera manifestación además de sorprender habla de una situación compleja, dada por la escasa dotación de uniformados:
- “En este momento estoy solo, me van a tener que esperar un poquito hasta que llegue más personal”, dijo en sus primeras manifestaciones el funcionario policial.
La guardia aparecía desierta y el silencio reinaba en un sitio habitualmente concurrido.
Después de una brevísima espera recorremos el pasillo que lleva a la zona de los calabozos y se eleva la voz de nuestro anfitrión en un llamado:¡Imaginaria…imaginaria!
Del otro lado de las rejas se escucha la respuesta esperada y es entonces que Rincón cuenta que “es un día de visitas para los detenidos”, mencionando que la custodia de los mismos implica una gran responsabilidad, incluyendo tener que destinar personal para tareas que no le son propias y debiendo actuar como una suerte de guardia cárceles.
El jefe distrital manifiesta que está al frente de la conducción y que “está ocupado y preocupado”, contando sobre una serie de directivas que dispuso poner en marcha tras los últimos sucesos.
En el mano a mano entablado habló sobre “ajustes internos”, de la carencia de gente y de medios, de la necesidad de aumentar las horas Corees, de los inconvenientes que se generan porque gran parte de los efectivos son foráneos y no están en forma constante en la ciudad.
Pero consciente de la realidad, Rincón sabe que un tema es clave: “la presencia policial en la calle”.
Para ello dispuso algunos movimientos de la tropa, adecuación de horarios, funciones y móviles con la intención de poner la mayor cantidad de efectivos en tareas preventivas.
Contó de un “Operativo saturación”, para lo cual solicitó personal de Caballería, proveniente de la Departamental Tres Arroyos, al que pudo verse el sábado en la zona céntrica y en otros sitios, acompañados por un ómnibus de la repartición.
Coincidió en la necesidad de mantener en el tiempo esa estrategia, caso contrario el efecto disuasivo que representa para el delincuente y de seguridad para el ciudadano, perderá su incidencia positiva.
No se trata de actuar como el bombero apagando el fuego una vez producido; en la puja con los delincuentes, la policía tiene que ir un paso adelante y estar preparada y “atenta” en una pulseada que no puede perder.
A las autoridades políticas locales, tanto del oficialismo como de la oposición les corresponde seguir gestionando.
Deben hacerlo con firmeza y decisión, obviando las “estadísticas exitosas y cada vez menos creíbles”, buscando las respuestas que permitan recuperar la tranquilidad perdida.
Además de peticionar ante las autoridades provinciales y reclamar acciones concretas a la fuerza policial, (lo que significaría enfrentar una parte del problema) no debe mirarse de costado una realidad social que desde hace un tiempo también nos golpea.
La ampliación de la marginalidad, la falta de empleo, la enorme cantidad de personas que no disponen de ingresos mínimos, la constante asistencia social del estado y entidades intermedias, el crecimiento de las adicciones (alcohol y drogas), la falta de oportunidades para muchos jóvenes, el ocio y la violencia familiar “son eslabones de una afligente cadena social que cada día se hace más grande y peligrosa”.
Para el final de esta nota vuelven a mi las palabras que siempre nos recordaba como un lema, Enzo Barda, sobre nuestra diaria misión de informar: “los periodistas deben de actuar como el tábano de Botana, acicateando y pinchando en forma permanente al poder, procurando mantenerlo siempre despierto…”