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Inseguridad en Dorrego: ¿sensación o certeza?. Por Hugo César Segurola

Una investigación de los sociólogos Gabriel Kessler y Marcelo Bergman revela en qué consiste la tan vapuleada "sensación de inseguridad".

Al hacer mención a la cuestión destacan: “La estrategia de minimizar los reclamos por seguridad con el argumento de que es sólo "sensación de inseguridad" puede convertirse en un boomerang peligroso”.

“Como sentimiento -que incluye miedo pero también indignación o ira-, la inseguridad, agregan los expertos, también requiere políticas públicas concretas”.

"El sentimiento de inseguridad no es igual al delito, pero discutirlo resulta algo sin sentido. La inseguridad siempre es un sentimiento, pero eso no le quita realidad ni lógica. Expresa una demanda insatisfecha sobre la capacidad del Estado de garantizar un umbral aceptable para la convivencia en el espacio público y privado".

Tras el soporte de estas manifestaciones, vuelvo a introducirme en el tema delictual en Coronel Dorrego, preguntando: ¿Se trata de una sensación o estamos ante una circunstancia de crecimiento del delito local?

A pesar de la existencia de otros temas que ocupan la agenda diaria de la información, como la crisis económica, la recesión, la ola de frío, el tarifazo de gas y la todavía amenazante gripe A; creo oportuno no descuidar la cuestión “inseguridad”, poniendo atención a la continuidad de hechos que afectaron a las personas y sus bienes en los últimos días.

En la primera semana de julio se hizo referencia a una “oleada delictiva”, que tuvo como particularidad una seguidilla de casos, causando un impacto comunitario importante.

Aquella situación motivó la preocupación de las autoridades del municipio, siendo el Intendente Fabián Zorzano el primero en reclamar explicaciones y respuestas a las autoridades policiales.

Luego apareció en escena la máxima autoridad policial del distrito, Inspector Jorge Rincón, quién en manifestaciones periodísticas habló de la falta de personal, los inconvenientes suscitados por tener alojados a presos en la Comisaría, falta de móviles y también hizo hincapié en la necesidad de producir reacomodamientos internos para sumar la mayor cantidad de efectivos a tareas de índole preventivo.

Después prosiguieron las reuniones, incluyendo un contacto con los integrantes del Concejo Deliberante, donde se ampliaron los detalles respecto a estrategias y acciones a desarrollar.

El propio cuerpo deliberativo fue receptor de inquietudes referidas al tema, tal el caso de un proyecto presentado por el bloque de Unión Peronista (Madariaga – Onorato) para que se destinen estudiantes de Derecho a la sede policial, a efectos de realizar tareas administrativas que permitan contar con más personal en la calle.

Asimismo el Ayudante de Fiscal, Marcelo Romero Jardín, buscó apoyo político, presentando una nota donde solicita la designación de un Perito en Rastros en forma permanente, considerándolo vital para las distintas tareas investigativas locales.

¿Pero más allá de las palabras, de las gestiones y de las reuniones, qué se hizo?

Con ayuda de la Departamental Tres Arroyos se llevaron a cabo distintos controles y recorridas bajo la denominación de “Operativo saturación”, notándose -justo es destacarlo- una mayor presencia policial.

¿La policía en la calle, el despliegue de móviles y los mensajes de atacar el delito, lo frenaron?

¿Los delincuentes se sintieron controlados y apichonados?

¿Los vecinos se sintieron más seguros, más tranquilos?

Nada de eso aconteció y prueba de ello resulta este detalle, que contempla los últimos diez días:


- Sustracción de ocho (8) corderos del tambo ovino de la Escuela de Educación Agropecuaria n°1.

- Robo de dinero y joyas del domicilio de la familia de Hugo Linares, hecho suscitado entre las 18,00 y 19,00 del pasado Jueves 16 del corriente.

- Dos delincuentes asaltaron el viernes 17 a la noche a una mujer que cuidaba a una anciana de 80 años y se llevaron más de dos mil pesos, tras insultar y tomar de los cabellos a la víctima. El hecho ocurrió a las 22:30 en el domicilio de Siria 494, casi esquina Presidente Perón.

- Del casco del establecimiento de campo de Álvarez Cantoni, en la localidad de Calvo, sustrajeron cuchillos y una escopeta, además de desempotrar una pequeña caja fuerte, que fue hallada en las inmediaciones de nuestra ciudad.

- El vecino Roberto Pérez, fue victima del robo de una carabina calibre 22, debiendo recordarse que el pasado 3 de abril, desconocidos le habían sustraído unos 600 pesos.

- En el comienzo de esta semana de un garaje propiedad de Elena Gómez, hurtaron varios elementos de un vehiculo estacionado en el lugar.

Lejos de guarecerse en sus casas y sin atender las prevenciones en materia de salud que obligan a aislarse, “los amigos de lo ajeno”, siguen estando un paso adelante de la policía, prosiguiendo con “su rutina ilegal”.

Varios de los casos acontecidos inducen a pensar que no se trata de “robos al voleo”, sino que cuentan con una planificación y “una pequeña inteligencia” que les permite ir a lo seguro: tanto en lo referido a elegir casas momentáneamente solas, como en el resultado positivo de sus excursiones, debiendo citarse como ejemplo los hechos de Dardo Fazzio, a las cuatro de la tarde y Hugo Linares, apenas entrada la noche, de donde llevaron dinero y pertenencias por montos considerables.

En el suceso que afectó a la familia Urristi, demostraron osadía y atrevimiento al actuar sin importar la presencia de moradores, ocasión en que redujeron a una de las personas encargadas de cuidar a la propietaria, que se encuentra enferma.

A nadie escapa que tenemos un circuito del delito local, que incluye a “dateros, informantes, campanas (ayudados por la tecnología que brindan los teléfonos celulares), reducidores y obviamente la mano de obra encargada de concretar los ilícitos.

¿Hasta donde pueden llegar los delincuentes que nos asechan? ¿Hay que descartar la violencia en sus acciones?

¿Qué puede suceder si un infortunado vecino al retornar a su casa los encuentra en el interior?

Costosas cámaras en algunas calles, un grupo de custodios comunitarios y vehículos asignados a tareas de vigilancia, colocación de cerraduras reforzadas, modernas alarmas, perros, armas o cuidadores temporales surgen como elementos y acciones que debe absorber la gente ante el temor cierto de ser victima de un delito.

Será imprescindible mantener la presencia policial en la calle, pero más fundamental aún que se mejore ostensiblemente en las labores de investigación y esclarecimiento.

Deben terminarse los frecuentes y pocos felices latiguillos como: “tenemos pistas firmes”, “están casi identificados”, “estamos a la espera de órdenes de allanamiento”…

La inseguridad es una cuestión de estado, que tiene responsables directos en lo concerniente a prevención, investigación y eventual represión del delito: Policía y Justicia.

Pero que también tiene otros responsables, fundamentalmente en el costado social de la inseguridad: pobreza, marginación, desempleo, adicciones, deserción escolar, violencia escolar y familiar, carencia de servicios, falta de viviendas y hacinamiento.

En tal sentido y con responsabilidades mayores y menores (en línea descendente), Nación, Provincia y Municipio deben actuar sobre muchas de las causas que generan la propagación del delito.

Mientras exista un estado ausente…

Mientras la policía siempre llegue tarde…

Mientras la justicia resulte lenta…

Mientras el delito siga creciendo.

Mientras no estemos seguros en nuestra propia casa.

Mientras tengamos temor al volver cada noche.

Mientras la certeza siga superando a la sensación de inseguridad, tendremos que preguntarnos como el mítico personaje televisivo… ¿Y ahora quién podrá defendernos?