En verdad varios elementos contribuyeron para que la editorial de la fecha este dedicada a un amigo insustituible, incorporado desde siempre a la vida de los argentinos: “el mate”.
A partir de la visita de una oyente, dispuesta a demostrar sus dotes de buena cebadora, surgieron diversos llamados telefónicos interesados en conocer detalles del particular lenguaje que rodea al mate.
Asimismo otras personas manifestaron recuerdos de la infancia, formas de cebado y anécdotas referidas a una costumbre que forma parte de nuestra rutina.
Sumado a esto el amigo Fabián Barda, me envió un interesante material titulado: “tomando mate”, donde se desmenuza en forma coloquial (pero profunda) “la cultura” que encierra este verde brebaje, que el autor, no se anima a definir como bebida, pero tampoco a descartarlo.
Con este cúmulo de elementos y otros que obraban en mi poder, he de referirme a un hecho cotidiano, que se trasladó de la geografía “campera” para insertarse en cada rincón de la sociedad, aún en los sitios más paquetes.
Tomar y cebar
Aunque estén emparentadas, existen marcadas diferencias entre una y otra cuestión. La más notoria está directamente relacionada con la predisposición: mientras para “tomar” sobran los postulantes, cuando de “cebar” se trata, se reduce sustancialmente la cantidad de anotados.
Hay tomadores exigentes. (que no aceptan cualquier mate, que esquivan “el dulce”, que protestan si el agua está fría o muy caliente, que objetan la yerba y mucho se molestan si el mate está chorreado)
Hay tomadores incansables. (como mi caso, capaz de soportar las especies “más lavadas”, de las que se tenga conocimiento, que recién en la última gota dicen gracias o plantean con resignación: ¿no hay más agua?
Hay tomadores de ocasión. (que al pasar por determinado lado: comercio, taller, peluquería u oficina, aceptan decididos el convite, sin planteos de ningún tipo.
Hay tomadores puntuales. (que toman mate “al alba”, al volver del trabajo o en determinado horario de la mañana junto a un grupo habitual de concurrentes o amigos.
Hay tomadores compulsivos. (que a toda hora, sin importar el lugar desean satisfacer su necesidad y que en más de una ocasión resultan atrevidos, especialmente cuando en ámbitos desconocidos inquieren: ¿me puede dar un mate?
Hay tomadores veloces. (que con llamativa rapidez se desprenden del mate, que no lo disfrutan, que tampoco saben compartirlo.
Hay tomadores lentos. ( son los “que hacen hablar al mate”, que toman como con miedo o una especie peor: los que gesticulan o hablan mientras el resto espera ansioso su turno.
La franja de los cebadores se acorta mucho más, cada cual tiene su secreto en lo concerniente a la colocación de la yerba, la bombilla y la temperatura del agua.
Existen acérrimos defensores del mate amargo, que de ninguna manera aceptan la colocación de azúcar, mucho menos de algún otro aditamento (café, limón o naranja).
Hay cebadores que disfrutan de su arte, que les gusta lucir sus dotes.
Están también los prolijos (que no aceptan que le muevan la bombilla).
Hay cebadores casuales, son los que en determinado lugar están sin cumplir ninguna función, reciben la orden habitual: “vos que estás sin hacer nada… cébate unos mates”. Habitualmente son muy malos, especialmente porque lo hacen a desgano.
Hay cebadores cargosos, que te preguntan si está frío, si la yerba te gusta, si le pone azúcar…
La música y el mate
Distintos autores e intérpretes musicales, han incluido al mate en sus canciones.
José Larralde en “viejo mate galleta”, dedica sentidos versos como estos:
“En tu pancita verdosa
cuántos paisajes miré,
cuántos versos hilvané
mientras gozaba tu amargo.
Cuántas veces te hice largo
y vos sabías por qué.”
En “cimarrón de ausencia”, su autor (Lorenzo) menciona con cierta nostalgia, en una de sus partes:
“En el pesado letargo,
de mi soledad muerta,
tu savia es aroma incierta,
de tristes evocaciones,
y es sangre que a borbotones
pierdo de una herida abierta.”
El recordado Pascual Contursi le pone mucho sentimiento “al mate de la china”, cuando expresa un amor no correspondido:
“Yo quisiera regalarle
un collar con muchas perlas
en prueba de mi cariño
en el día de la fiesta.
Pero no puedo, mi amita,
no está al alcance e' mis rentas,
en cambio pa' uste' he cebao
un mate con buena yerba
pa' que no sienta con él
ni disgustos ni tristezas,
por si tiene pa' olvidar
un amor o alguna pena,
o pa' que tomen juntitos
con el mozo que la quiera”
Sin embargo no es feliz la mención que su autor dedica al mate, en “Caña doble”, un viejo vals que en los últimos años reeditó con éxito el puntano Juanón Lucero:
“Cuando una tarde llegue del campo
con unas ansias locas
de llegar pronto pa´ tomar mate
halle el rancho vacío
muertas las brasas, revuelto el catre
y en la cunita estaba la pobre criatura
llorando de hambre
y en un papel escrito
me dio el detalle la miserable
adiós te dejo el chico
me voy con otro pa´ Buenos Aires…”
En los años 70, “Tormenta” popularizó el tema “cebando mate”, pegadiza canción que destacaba:
“Toda mi ciudad comienza a despertar,
rostros van y vienen no se a donde van,
vivo mi parte de tiempo voy a trabajar,
la rutina nuevamente invade mi andar.
Cebando Mate con amor
hay fuego en mi corazón
y yo acaricio tu primavera que en la pieza se quedo”.
Pero como el mate no es exclusivo de generaciones, el grupo de rock Divididos, menciona en “Tomando mate en la Paz”
“Tomando mate en La Paz
poncho de goma y mi sal
bala encariñada va
callando cantos al pasar.
Bailando en este carnaval
papel plateado y soledad.”
Quién mucho contribuyó a la difusión del mate fue Luis Landriscina, que lo incorporó a la televisión, instalando la costumbre de tomar mate en el aire, algo que nunca antes había sucedido y que hoy han incorporado a su rutina muchos espacios matinales, como alguna vez (nosotros) desde la pantalla de Cable Video Sur, a fines de la decada del 80...
Los mensajes del mate
El mate es integrador: se comparte con los amigos y hasta con los desconocidos.
El mate y el amor: los primeros mates pueden acercar sentimientos, los últimos marcar una despedida.
El mate y el chisme: suelen ir de la mano, reuniones de hombres o mujeres mate de por medio, depara comentarios, análisis y muchas de las noticias que no salen en la radio o en la tele...
El mate convoca y hasta soluciona: “venite a casa y tomamos unos mates...” o “tomamos unos mates y resolvemos aquel asunto...”
El mate es también provocador: “me quedé sin yerba...¿ahora que hacemos?
Tiempos modernos
Perdida en el tiempo quedó la mitica imagen del gaucho, sentado en la puerta de su rancho, con la inmensidad del campo antes sus ojos, un mate entre las manos y una pavita tisnada a un costado.
Lejos quedaron las calabazas artesanales de ayer, los recipientes de hoy guardan diversas formas, estilos y materiales.
Vienen con dibujos, motivos de equipos de futbol, de vidrio, plástico, metalicos, con una o hasta con dos manijas.
Proliferan los “mates listos” en estaciones de servicio, kioscos y supermercados.
Los termos le ganaron la pulseada a las pavas y ni preguntar que dirían los paisanos de ayer, al encontrarse con la novedad de los “dispenser” con agua fría y caliente. (Eso si, que sea Agua Villar)
Las yerbas multiplican sus marcas, su tamaño y el formato de sus recipientes, incluyendo “la viajera” que viene con pico vertedor.
Las aromatizadas ganaron terreno ofreciendo una amplia gama de variedades. Hasta “Nobleza Gaucha” viene en versión “semidulce”.
La filosofía del mate
El mate equilibra: “se toma de a uno por vez”.
El mate es igualitario: “ricos y pobres lo pueden disfrutar por igual”.
El mate elimina la mezquindad: “no se le niega a nadie”.
El mate no tiene estaciones, no sabe de horarios o lugares.
El mate nos obliga a utlizar una palabra que mucho nos cuesta aplicar en el trato diario con los demás: “GRACIAS”.