La linda mañana de hoy en la ciudad dejaba ver nítida la escena, hasta algunos se entretuvieron un ratito en el corte del semáforo para mirar hacia el interior del local.
Otra vez y después de largos meses (que superaron el año), sus enormes puertas volvieron a abrirse de par en par.
Un montón de hombres se desplazaban en su interior, iban y venían en constantes viajes hacia la calle y nuevamente retornaban a seguir desmontando el comercio.
La mayoría eran rostros conocidos, habitúes del lugar, aunque esta vez en una misión ingrata.
Mesas, sillas, banquetas, cuadros, copas, vasos y la cafetera (que tantos dolores de cabeza daba), se fueron acomodando en la caja de un vehiculo, el resto en un carro que complementaba las tareas de mudanza.
Las maderas del techo se fueron desclavando, surgiendo a la vista de todos la altura gigante de la vieja y emblemática construcción.
En verdad a muchos nos dolía ver a diario esa postal.
Cuando el sol iluminaba de frente la esquina, surgía como un símbolo más de la decadencia, que desde un tiempo nos afecta.
Más negativa se mostraba aún, cuando la noche ocupaba con su manto cada jornada, pasando a convertirse su oscura estructura en un fantasmagórico portal del silencio.
Se perdieron definitivamente los sueños de sus concurrentes, ya no existen posibilidades de retorno y enterados de la noticia, Alberto Suárez, “Coco” Brussa y Donato Antonini seguramente no volverán a sentarse a un costado de sus vidrieras al aguardo milagroso, de su apertura.
Las clásicas mesas de media mañana se reparten entre Jet y Servicentro Esso, otros concurrentes son nómades y hay algunos que todavía mantienen el luto ante la inexorable partida del amigo que los albergaba.
En sus mesas se habló y discutió de política, poesía, finanzas, actualidad y fútbol.
Sus clientes fueron parte de un heterogéneo grupo que incluyó sin excepciones a: jubilados, laburantes, vagos, adinerados, pobres, poetas, deportistas, comerciantes, empresarios, periodistas, cuenta propistas, políticos y muchos más…
En sus sillas se sentaron bellas señoras, hombres mayores, jóvenes, amigos, personajes, viajantes, turistas y clientes de ocasión.
En su pluralista interior se oficiaron conferencias de prensa, se levantaron tribunas políticas, se tejieron alianzas, se rompieron uniones.
En sus reservados se cruzaron miradas, se encontraron parejas, se brindó por la amistad, el amor y muy de madrugada, algunos “apagaron el dolor del corazón, con mucho alcohol.”
En el hueco camino a los baños se encontraba la mesa de pool, tacos y bolas buscando una carambola ganadora, mientras que desde la pared la “calle 2” dibujada por Diego Gabotto, dejaba ver un retazo de la hoy San Martín, a contramano…
La convocatoria de los viernes era inigualable, poco importaba la repetición de los nombres de los artistas y era a través de la música que el público encontraba un motivo para “la cita con amigos”, para la obligada reunión.
En su barra se acomodaron clientes de todos los días, los mismos que en un circulo instalaban el debate por cualquier tema (si era de mañana o tarde); que lucían las mejores pilchas y miraban de reojo cuando era de noche, especialmente viernes o sábados.
Desde sus enormes vidrios se pudo ver pasar a los otros, a muchos de los cotidianos apurados, esos que en la prisa por el éxito o el dinero nunca se dan tiempo para una charla, para cruzar un saludo, para mezclarse con los hombres del común.
En la vereda que lo circundaba las tardes de primavera y verano eran siempre distintas. Entre maníes, cervezas y prolongadas charlas “el día se consumía lento, con el sabor de la amistad”
Son más de las once y es incesante la tarea del nutrido grupo, “Cartucho” es una suerte de técnico ordenando a su equipo de colaboradores, “Tana” traslada una pesada caja, “el flaco” Tapia estaba desconocido, sumamente activo asemejaba ser “el primer trabajador”, no obstante se permitió una licencia para decirme junto a “Pepe” Ramírez, de una reunión importante del GEN.
En verdad poco me importaba escuchar noticias o preguntar sobre ellas, fue para mí un momento triste.
Por eso me aparte del grupo y aún luchando contra la tecnología y la advertencia de “memoria insuficiente”, pude sacar algunas fotos con el celular, quise guardar imágenes, tener para siempre “una comunicación constante con la nostalgia”.
Para el final me permito imaginar un dialogo con algunos de los que ya no están, como: Nirido (Santagada), Ogue Natalio (Madariaga), el “Turco Taleb” o el gran Rigoletto Paz…
- Muchachos tengo una noticia buena y una mala para darles.
- ¿Cuál es la buena?
- ¡El Cantero volvió a abrir sus puertas!
- ¿Y la mala?
- Las cerró para siempre….
Otra vez y después de largos meses (que superaron el año), sus enormes puertas volvieron a abrirse de par en par.
Un montón de hombres se desplazaban en su interior, iban y venían en constantes viajes hacia la calle y nuevamente retornaban a seguir desmontando el comercio.
La mayoría eran rostros conocidos, habitúes del lugar, aunque esta vez en una misión ingrata.
Mesas, sillas, banquetas, cuadros, copas, vasos y la cafetera (que tantos dolores de cabeza daba), se fueron acomodando en la caja de un vehiculo, el resto en un carro que complementaba las tareas de mudanza.
Las maderas del techo se fueron desclavando, surgiendo a la vista de todos la altura gigante de la vieja y emblemática construcción.
En verdad a muchos nos dolía ver a diario esa postal.
Cuando el sol iluminaba de frente la esquina, surgía como un símbolo más de la decadencia, que desde un tiempo nos afecta.
Más negativa se mostraba aún, cuando la noche ocupaba con su manto cada jornada, pasando a convertirse su oscura estructura en un fantasmagórico portal del silencio.
Se perdieron definitivamente los sueños de sus concurrentes, ya no existen posibilidades de retorno y enterados de la noticia, Alberto Suárez, “Coco” Brussa y Donato Antonini seguramente no volverán a sentarse a un costado de sus vidrieras al aguardo milagroso, de su apertura.
Las clásicas mesas de media mañana se reparten entre Jet y Servicentro Esso, otros concurrentes son nómades y hay algunos que todavía mantienen el luto ante la inexorable partida del amigo que los albergaba.
En sus mesas se habló y discutió de política, poesía, finanzas, actualidad y fútbol.
Sus clientes fueron parte de un heterogéneo grupo que incluyó sin excepciones a: jubilados, laburantes, vagos, adinerados, pobres, poetas, deportistas, comerciantes, empresarios, periodistas, cuenta propistas, políticos y muchos más…
En sus sillas se sentaron bellas señoras, hombres mayores, jóvenes, amigos, personajes, viajantes, turistas y clientes de ocasión.
En su pluralista interior se oficiaron conferencias de prensa, se levantaron tribunas políticas, se tejieron alianzas, se rompieron uniones.
En sus reservados se cruzaron miradas, se encontraron parejas, se brindó por la amistad, el amor y muy de madrugada, algunos “apagaron el dolor del corazón, con mucho alcohol.”
En el hueco camino a los baños se encontraba la mesa de pool, tacos y bolas buscando una carambola ganadora, mientras que desde la pared la “calle 2” dibujada por Diego Gabotto, dejaba ver un retazo de la hoy San Martín, a contramano…
La convocatoria de los viernes era inigualable, poco importaba la repetición de los nombres de los artistas y era a través de la música que el público encontraba un motivo para “la cita con amigos”, para la obligada reunión.
En su barra se acomodaron clientes de todos los días, los mismos que en un circulo instalaban el debate por cualquier tema (si era de mañana o tarde); que lucían las mejores pilchas y miraban de reojo cuando era de noche, especialmente viernes o sábados.
Desde sus enormes vidrios se pudo ver pasar a los otros, a muchos de los cotidianos apurados, esos que en la prisa por el éxito o el dinero nunca se dan tiempo para una charla, para cruzar un saludo, para mezclarse con los hombres del común.
En la vereda que lo circundaba las tardes de primavera y verano eran siempre distintas. Entre maníes, cervezas y prolongadas charlas “el día se consumía lento, con el sabor de la amistad”
Son más de las once y es incesante la tarea del nutrido grupo, “Cartucho” es una suerte de técnico ordenando a su equipo de colaboradores, “Tana” traslada una pesada caja, “el flaco” Tapia estaba desconocido, sumamente activo asemejaba ser “el primer trabajador”, no obstante se permitió una licencia para decirme junto a “Pepe” Ramírez, de una reunión importante del GEN.
En verdad poco me importaba escuchar noticias o preguntar sobre ellas, fue para mí un momento triste.
Por eso me aparte del grupo y aún luchando contra la tecnología y la advertencia de “memoria insuficiente”, pude sacar algunas fotos con el celular, quise guardar imágenes, tener para siempre “una comunicación constante con la nostalgia”.
Para el final me permito imaginar un dialogo con algunos de los que ya no están, como: Nirido (Santagada), Ogue Natalio (Madariaga), el “Turco Taleb” o el gran Rigoletto Paz…
- Muchachos tengo una noticia buena y una mala para darles.
- ¿Cuál es la buena?
- ¡El Cantero volvió a abrir sus puertas!
- ¿Y la mala?
- Las cerró para siempre….