Si bien el viento, indomable habitante de esta llanura dijo una vez más presente, la mañana de hoy recuperó su condición primaveral y en la pulseada con un invierno dispuesto a contradecir el calendario ofreció una postal climática disfrutable.
Después de las 10 y camino a la radio me pregunté:
¿De qué cosas habré de escribir esta tarde?
¿Qué elementos y argumentos podrán alimentar mi nota editorial?
No siempre los temas abundan.
No siempre la inspiración fluye amplia y positiva.
No siempre surgen recomendaciones o sugerencias que faciliten la redacción de esta columna diaria.
Sin embargo en la calle y en algunos sitios encontré respuestas, también esperanzadores mensajes a partir de actitudes simples, de gestos construidos desde el optimismo, de acciones encaminadas a partir de la esperanza.
Pude escuchar a tres pibes contando de una aventura musical que los tiene como protagonistas, junto a cuatro amigos más.
Desde el ritmo cumbiero que los une, hablaron de un proyecto que se ha ido construyendo desde la amistad, las ganas compartidas y las ilusiones de triunfar.
Los integrantes del “grupo Tentación”, hallaron en pegadizos ritmos una alternativa artística, también la posibilidad de observar la vida desde otra perspectiva, demostrando que desde el esfuerzo es posible y que las irreductibles quimeras pierden consistencia cuando el que las enfrenta esta dispuesto a derrotarlas.
En la esquina de San Martín y Fuertes pude ver a un grupito de alumnos de la Escuela de Educación Especial 501, que desde su puesto de venta de flores levantan la bandera del trabajo.
Unos se desplazan con dificultades, “Josesito” maniobrando desde su silla de ruedas, pero todos tienen a flor de piel la sonrisa de la gratitud, expresiones genuinas que en el saludo o en las muchas gracias nos acercan la cordialidad que muchos de nosotros, hemos perdido.
Están allí junto a docentes y colaboradores, rescatando el trabajo en grupo, exhibiendo las ventajas de hacerlo “codo a codo y no a los codazos…”
Más adelante pude ver a “las hormiguitas” del Taller Protegido, acarreando sus ilusiones en pequeños carritos, dispuestos a que una buena venta les permita volver al mediodía a la casa grande de calle Lequerica, donde una mesa llena de afectos los aguarda todos los días con el nutritivo alimento del amor.
En el Polideportivo un centenar de pibas y pibes jugando su pasaje a Mar del Plata, buscando superar con armas nobles a los adversarios que red mediante y, del otro lado mantenían idéntico propósito.
A la salida me detuve en “el carrito”, un puesto de venta ambulante que recorre la ciudad las noches de cada fin de semana, las tardes del domingo en el Vivero o que se hace presente en eventos como el de esta mañana.
Roberto Paz (su propietario), ofrece hamburguesas, gaseosas y sándwiches, ejerce profesión de buscavidas y le pone ingenio a su condición de laburante para que no sean tan lapidarios los efectos de la crisis.
Sobre el mediodía y de paso por el municipio, charle un ratito con “Arancha” en el último día de trabajo. Me contó de particulares sensaciones, de una vida entre papeles, pagos y responsabilidades.
Una enorme leyenda colgada por sus compañeras y compañeros en la plaza principal, resultó prueba elocuente de deberes bien hechos en lo administrativo y humano.
A la pasada y con el compromiso de una charla próxima, Jorge Nondedeu me comentó de su vuelta a San Martín y (nada menos) con la compañía de “Negrita”, la esposa de Juan Ripoll, dispuestos a retomar la senda trazada décadas atrás por el “gran Presidente”, que ya no está.
De vuelta a casa, María Rosa me contó entusiasmada del curso sobre “Organización de eventos”,que una veintena de dorreguenses está realizando en el Centro de Formación Profesional.
También me habló de planes futuros y de una gran convocatoria para noviembre próximo, con la intención de reunir a muchos emprendedores locales.
A lo largo del camino mis oídos no escucharon quejas, ni rezongos.
Pude oír de trabajo, esperanza, compromiso, superación, amistad, entusiasmo, esfuerzo y ganas de seguir para adelante.
¿No será que para la gente simple y a pesar de todo, todavía tiene sentido la vida?...
Después de las 10 y camino a la radio me pregunté:
¿De qué cosas habré de escribir esta tarde?
¿Qué elementos y argumentos podrán alimentar mi nota editorial?
No siempre los temas abundan.
No siempre la inspiración fluye amplia y positiva.
No siempre surgen recomendaciones o sugerencias que faciliten la redacción de esta columna diaria.
Sin embargo en la calle y en algunos sitios encontré respuestas, también esperanzadores mensajes a partir de actitudes simples, de gestos construidos desde el optimismo, de acciones encaminadas a partir de la esperanza.
Pude escuchar a tres pibes contando de una aventura musical que los tiene como protagonistas, junto a cuatro amigos más.
Desde el ritmo cumbiero que los une, hablaron de un proyecto que se ha ido construyendo desde la amistad, las ganas compartidas y las ilusiones de triunfar.
Los integrantes del “grupo Tentación”, hallaron en pegadizos ritmos una alternativa artística, también la posibilidad de observar la vida desde otra perspectiva, demostrando que desde el esfuerzo es posible y que las irreductibles quimeras pierden consistencia cuando el que las enfrenta esta dispuesto a derrotarlas.
En la esquina de San Martín y Fuertes pude ver a un grupito de alumnos de la Escuela de Educación Especial 501, que desde su puesto de venta de flores levantan la bandera del trabajo.
Unos se desplazan con dificultades, “Josesito” maniobrando desde su silla de ruedas, pero todos tienen a flor de piel la sonrisa de la gratitud, expresiones genuinas que en el saludo o en las muchas gracias nos acercan la cordialidad que muchos de nosotros, hemos perdido.
Están allí junto a docentes y colaboradores, rescatando el trabajo en grupo, exhibiendo las ventajas de hacerlo “codo a codo y no a los codazos…”
Más adelante pude ver a “las hormiguitas” del Taller Protegido, acarreando sus ilusiones en pequeños carritos, dispuestos a que una buena venta les permita volver al mediodía a la casa grande de calle Lequerica, donde una mesa llena de afectos los aguarda todos los días con el nutritivo alimento del amor.
En el Polideportivo un centenar de pibas y pibes jugando su pasaje a Mar del Plata, buscando superar con armas nobles a los adversarios que red mediante y, del otro lado mantenían idéntico propósito.
A la salida me detuve en “el carrito”, un puesto de venta ambulante que recorre la ciudad las noches de cada fin de semana, las tardes del domingo en el Vivero o que se hace presente en eventos como el de esta mañana.
Roberto Paz (su propietario), ofrece hamburguesas, gaseosas y sándwiches, ejerce profesión de buscavidas y le pone ingenio a su condición de laburante para que no sean tan lapidarios los efectos de la crisis.
Sobre el mediodía y de paso por el municipio, charle un ratito con “Arancha” en el último día de trabajo. Me contó de particulares sensaciones, de una vida entre papeles, pagos y responsabilidades.
Una enorme leyenda colgada por sus compañeras y compañeros en la plaza principal, resultó prueba elocuente de deberes bien hechos en lo administrativo y humano.
A la pasada y con el compromiso de una charla próxima, Jorge Nondedeu me comentó de su vuelta a San Martín y (nada menos) con la compañía de “Negrita”, la esposa de Juan Ripoll, dispuestos a retomar la senda trazada décadas atrás por el “gran Presidente”, que ya no está.
De vuelta a casa, María Rosa me contó entusiasmada del curso sobre “Organización de eventos”,que una veintena de dorreguenses está realizando en el Centro de Formación Profesional.
También me habló de planes futuros y de una gran convocatoria para noviembre próximo, con la intención de reunir a muchos emprendedores locales.
A lo largo del camino mis oídos no escucharon quejas, ni rezongos.
Pude oír de trabajo, esperanza, compromiso, superación, amistad, entusiasmo, esfuerzo y ganas de seguir para adelante.
¿No será que para la gente simple y a pesar de todo, todavía tiene sentido la vida?...