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`Esta realidad de cambalache, donde todo se mezcla, se vende, se compra´. Escribe Hugo C. Segurola

Desde el pedestal que les otorga su condición de “estrellas”, algunas figuras mediáticas (en el marco de un clima político enrarecido), por “casualidad o causalidad” días atrás expresaron su preocupación por la inseguridad reinante.

Lo hicieron desde una única mirada, molestándose por los efectos de la falta de seguridad, dejando de lado las causas que originan el crecimiento del delito y esencialmente nada mencionaron de la cada vez más amplia brecha existente entre ricos y pobres.

Al tanto que sus años y trayectoria le otorgan ciertas licencias, la “señora de los ostentosos almuerzos”, levantó la voz mostrando su hartazgo, convocando a una marcha ciudadana, decisión que luego dejó sin efecto, cuando sus expresiones encendieron una polémica no apagada aún.

En la misma se línea se expresó Susana Giménez, haciendo gala de su asumida condición de “boluda e inocente…), que puede preguntar por la existencia de dinosaurios vivos en estos tiempos, leer mal todas las preguntas que tiene escritas, como reclamar pena de muerte para los delincuentes.

Para completar el triángulo de celebridades vernáculas, Marcelo Hugo Tinelli, utilizó la tribuna de su programa en idéntico tono critico respecto del auge delictivo.

Los tres disfrutaron los placeres de la “pizza y el champagne” de los noventa, años en que se empalagaron con las bondades otorgadas por el “Menemismo”.

La rubia, de las películas pasatistas de los setenta, es la misma y no otra, que aprovechando contactos utilizó los beneficios que se otorgan a las personas discapacitadas, para importar en forma impúdica un vehículo, acción que también configura “delito”.

El hoy exitoso empresario televisivo, es aquel que apenas meses atrás inauguraba obras en su Bolívar natal, junto al matrimonio presidencial.

Sus aportes y donaciones solo existen en medio de pomposas celebraciones, con las coberturas de prensa correspondiente o mediante un “show” donde se exhiben postales de pobreza, que aumentan o disminuyen según los datos que arroje la medición de audiencia.

“Sueños” que pocas veces se cumplen…

“Sueños” que llevan a lastimosas exposiciones, donde se mezclan risas, llantos, mujeres voluptuosas y discusiones banales.

Mirtha, Susana y Marcelo saben de la llegada que tiene su mensaje, aprovechando “su popularidad” para pasar factura de sus enconos personales o sumando sus espadas en la puja con el gobierno por la Ley de Medios.

Y entre estos “tres mosqueteros”, surge un enorme “Quijote”, que con su valiente actitud enaltece el duro y difícil oficio del periodismo, un hombre que dejó de ser un gran relator de fútbol para convertirse en el abanderado ético de una legión de hombres y mujeres callados, sometidos a las rejas que encarcelaron la libertad de prensa en nombre de “la libertad de empresa...”

Mientras algunos… a “dos y más voces”, causan vergüenza propia en la defensa de intereses y poder, un uruguayo se permite mostrar lo más trascendente que puede aspirar y pretender un periodista: “su independencia”.

No es un operador del gobierno.

No es un soldado defendiendo la causa Kirchnerista.

Por el contrario, ha sido de los principales críticos de esta gestión, lo que le ha significado no pocos contratiempos y marginación.

Pero desde su altura moral y sus grandes convicciones, Víctor Hugo se permite defender y apoyar la Ley de Medios.

Lo hace siguiendo una férrea línea en contra de los monopolios, convencido de los beneficios que tienen las normativas aprobadas.

Muchos de sus oyentes se enojaron, al pensar –erróneamente- que los estaba traicionando, sus colegas del establishment le pegaron furiosos palos y le adjudicaron segundas intenciones, mientras que desde el oficialismo tomaron su adhesión a la nueva Ley como un guiño político.

Todos se equivocan: él seguirá fiel a los dictados de su conciencia, sin temor a perder el aire, sin necesidad de ponerle precio a sus convicciones.

De acuerdo a distintas informaciones, le fue ofrecida por el Canal estatal la coordinación de las transmisiones del Mundial 2010, pero en una irrefutable prueba de su compromiso con la verdad, fue claro y contundente: "Yo sé que se podría haber hecho una gran transmisión, pero sería un comportamiento perverso en función de mi apoyo a la Ley de Medios", agregando luego: "Me da mucha pena porque es un oportunidad frente al zafarrancho que el periodismo está haciendo con su credibilidad, me he alejado del periodismo en los grandes medios"…

En esta realidad de “cambalache” donde todo se mezcla, se vende, se compra… Víctor Hugo Morales surge como el paradigma excelso de una prensa desprestigiada, mercantilizada…vilmente prostituida.