jueves

`Cenizas en el aire´. Escribe el periodista H. Segurola

Cada tres de diciembre dos acontecimientos motivan el recuerdo y el saludo de muchos vecinos: “El día del médico” y “el cumpleaños de la radio”.

A partir de esta circunstancia calendario he de referirme a ambas celebraciones, utilizando para ello dos protagonistas: un artesano de los medios y un profesional de la medicina.

Uno había llegado de cerca, había cruzado el puente que nos separa de la vecina ciudad de Tres Arroyos, cuando tenia apenas 3 años. En verdad fueron sus padres los que por razones laborales tomaron la decisión de afincarse en nuestro ámbito, concretamente en la zona rural.

El otro era procedente de una lejana provincia, caracterizada por la música de sus “chamarritas”, por la bonhomía de su gente y por la costumbre de mates constantes que les valió a los nacidos en la provincia de Entre Ríos una identificación particular: “los panza verdes”.

Uno era flaco, de andar de prisa y tanto por el aspecto físico como por sus actitudes, representaba en la realidad “el Quijote” que imaginó desde su prodigiosa pluma, Cervantes.

El otro era de estatura pequeña, con gruesos bigotes que daban a su rostro un aspecto severo (y a veces), intimidante.

Hubo muchas coincidencias entre ambos:

Se caracterizaron por heroicas luchas, peleando a capa y espada por ideales y emprendimientos que dejaron su marca imperecedera en Coronel Dorrego.

No fueron pocos ni fáciles los rivales que debieron de enfrentar.

Se sometieron a los ataques, la indiferencia y los reproches.

Ambos supieron de muchas piedras en el camino, de puertas que se cerraron abruptamente, de apoyos que dejaron de ser tales.

Fueron emprendedores.

Eran arrolladores, decididos y muchas veces andaban a los gritos, exaltados y “con los pelos de punta”…

Resultaron obstinados en seguir adelante, venciendo obstáculos, sorteando imprevistos escollos.

Brindaron trascendentes aportes, imposibles de olvidar.

Dejaron en la comunicación y la salud mojones perdurables, únicos.

Sus nombres quedaron guardados en el archivo de la memoria colectiva, son parte de dos referencias públicas que testimonian su obra: una calle y una plazoleta.

Un término los describió, también los encasilló y muchas veces… los marginó: esa “puta” costumbre de los cuerdos de este pueblo de calificar a los que piensan diferente, a los que creen en utopías, bajo la poco feliz referencia de”locos”.

La llegada de la democracia en 1983 los encontró juntos en política, siendo el Movimiento de Integración y Desarrollo el que los albergó, adhiriendo con fuerza y entusiasmo a las prédicas del gran estadista que fue Arturo Frondizi y su fiel discípulo, Rogelio Frigerio.

Hubo cosas que los separaron:

Uno identificado plenamente con el rojo de Independiente, como jugador, dirigente, colaborador o hincha.

El otro fue de la contra, adherente de los aurinegros y alguna vez Presidente de la entidad.

Uno era dueño de una verba prodigiosa.

El otro de pocas palabras, de firmeza en sus expresiones. En verdad, los gestos eran su mejor discurso.

Uno descansa para siempre en el más democrático e igualitario sitio de la ciudad: el cementerio.

El otro se convirtió “en cenizas”, que por manifiesta voluntad fueron esparcidas en los jardines de su gran obra.

Sus nombres no eran comunes, tampoco sus apellidos y mucho menos sus apodos.

Uno se convirtió en referente indiscutido de la radiodifusión, fue “el” respetado maestro de una legión de “periodistas de oficio y trabajadores de prensa”.

El otro, además de su entrega profesional gestó el único Sanatorio privado, que subiste en la ciudad.

Uno dejó su gran obra “en el aire”.

El otro cimentó su enorme estructura en “este suelo”.

Enzo Fabriciano Barda, oriundo de Tres Arroyos.

Isaac Mosovich, llegado desde la Provincia de Entre Ríos.

“El Pulpo” y “el Ruso”.

Dos hombres que no pasaron inadvertidos, que dejaron una huella imborrable.

Dos obras que superaron los embates del olvido, la inquina de sus tantos detractores.

¡Qué grande… qué trascendente…qué bella… qué positiva locura!

¡Cuánto extrañamos y necesitamos de locos como ellos, en estos tiempos de tan pasiva cordura!”.