Argentina es el único país entre los principales exportadores de cereales ( los otros cinco son Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá , Rusia y Australia), que no cuenta con mecanismos integrales de regulación del comercio de granos.
Estos países han mantenido distintas formas directas o indirectas de intervención, con objetivos diversos. Las formas indirectas combinan transacciones realizadas por el sector privado con subsidios e intervenciones en los precios, como en la Unión Europea y los Estados Unidos.
En Canadá la Junta aún juega un rol clave en la comercialización interna y externa de cereales. Pablo Lavarello y Evelin Goldstein , del Conicet, Universidad de La Plata y Universidad de Buenos Aires afirman un minucioso estudio del comercio mundial en estos pilares.
Estas modalidades de intervención , evitan la variabilidad de precios y el abuso monopólico de la industria. Además permiten la “descommotización” a partir de la diferenciación y segregación de granos .
Si bien en los últimos años la regulación cambió , particularmente en Australia , la intervención posibilitó la organización del mercado y el desarrollo de trayectorias agroindustriales basadas en la diferenciación de calidad de materias primas.
En la Argentina , si bien nunca llego a consolidarse un esquema similar, lo que pudo llegar a ser, fue desmantelado en los 90.
A medida que el Estado se fue retirando ,avanzaron las grandes comercializadoras, dejando al productor en una situación fuertemente subordinada al control de la cadena.
Reinvindicada por algunos sectores representativos (entre comillas) “ la cadena” termino aplastando como se preveía , al sector más débil, precisamente el más importante, el que produce, pero sin fuerza de comercialización, hasta llegar a estos días con lo que conocemos.
De rodillas no, pero pareciera que sí, aunque un dirigente del sector , que defiende (otra vez entre comillas) a los productores alimentó su discurso con esas palabras un tiempo prolongado. lo único que le erró de destinatario.
En un contexto de alta conflictividad se han implementado iniciativas para asegurar el abastecimiento interno y sostener el precio. Sin embargo , el carácter no sistemático y tardío de las intervenciones han limitado la efectividad de las políticas.
La posibilidad de superar el estancamiento en la producción de trigo, lluvias mediante, esta asociada en parte al establecimiento de un precio sostén que asegure al productor, la obtención de un precio FAS, adicionalmente sería necesario introducir mecanismos que permitan reducir las diferencias de rentabilidad con otros cultivos.
La Argentina tiene trigos de muy buena calidad, que pierden su identidad al mezclarse en el circuito de comercialización, debiendo ofrecer al mercado internacional, trigos commodities, que por otra parte son comprados como correctores, privando al productor que lo produzca, de un adicional a un hipotético precio sostén.
Esto tendría un efecto sobre la rentabilidad de los productores, menguando la sojización y posibilitando la diversificación de la industria compradora. Una Institución capaz de coordinar y fiscalizar un sistema que establezca defensas para el productor en comercialización y diferenciación de calidad , y por ende de su valor ,será una alternativa válida para revertir un nuevo avance de sectores de apropiación de rentas del sector productivo.
El subsidio a los compradores no garantiza la obtención de un precio lleno, por el contrario profundiza el peligro de la inutilidad de la medida.
Tampoco la liberación de las exportaciones asegura nada. La cancha como saben todos, no la marcan los productores , sí los exportadores. Por lo tanto lo que se debería garantizar es el precio en origen.
La producción de soja se estima en 53 millones de toneladas con una superficie sembrada cercana a los 19 millones de hectáreas. Este nivel de siembra supone el avance sojero sobre otros cultivos. La actividad agropecuaria explicará en buena parte la vuelta al crecimiento de la estructura económica argentina. Las razones no residen precisamente, en la solvencia del hombre de campo de estos lares.
Lluvias a tiempo en otras partes y perspectivas sobre producciones de otros lados, agravan ánimos y cuentas reales de quienes trabajan aquí. Seria conveniente apuntar mejor y reclamar representación para tratar temas que realmente nos aquejan y no gastar energía en reclamos de otros, que paradójicamente no se condicen con la realidad de los productores del sudoeste bonaerense. En menos palabras, somos todos iguales , para protestar por lo de ellos, pero no para los marginales de la provincia, al menos en tiempos de sequía.
Estos países han mantenido distintas formas directas o indirectas de intervención, con objetivos diversos. Las formas indirectas combinan transacciones realizadas por el sector privado con subsidios e intervenciones en los precios, como en la Unión Europea y los Estados Unidos.
En Canadá la Junta aún juega un rol clave en la comercialización interna y externa de cereales. Pablo Lavarello y Evelin Goldstein , del Conicet, Universidad de La Plata y Universidad de Buenos Aires afirman un minucioso estudio del comercio mundial en estos pilares.
Estas modalidades de intervención , evitan la variabilidad de precios y el abuso monopólico de la industria. Además permiten la “descommotización” a partir de la diferenciación y segregación de granos .
Si bien en los últimos años la regulación cambió , particularmente en Australia , la intervención posibilitó la organización del mercado y el desarrollo de trayectorias agroindustriales basadas en la diferenciación de calidad de materias primas.
En la Argentina , si bien nunca llego a consolidarse un esquema similar, lo que pudo llegar a ser, fue desmantelado en los 90.
A medida que el Estado se fue retirando ,avanzaron las grandes comercializadoras, dejando al productor en una situación fuertemente subordinada al control de la cadena.
Reinvindicada por algunos sectores representativos (entre comillas) “ la cadena” termino aplastando como se preveía , al sector más débil, precisamente el más importante, el que produce, pero sin fuerza de comercialización, hasta llegar a estos días con lo que conocemos.
De rodillas no, pero pareciera que sí, aunque un dirigente del sector , que defiende (otra vez entre comillas) a los productores alimentó su discurso con esas palabras un tiempo prolongado. lo único que le erró de destinatario.
En un contexto de alta conflictividad se han implementado iniciativas para asegurar el abastecimiento interno y sostener el precio. Sin embargo , el carácter no sistemático y tardío de las intervenciones han limitado la efectividad de las políticas.
La posibilidad de superar el estancamiento en la producción de trigo, lluvias mediante, esta asociada en parte al establecimiento de un precio sostén que asegure al productor, la obtención de un precio FAS, adicionalmente sería necesario introducir mecanismos que permitan reducir las diferencias de rentabilidad con otros cultivos.
La Argentina tiene trigos de muy buena calidad, que pierden su identidad al mezclarse en el circuito de comercialización, debiendo ofrecer al mercado internacional, trigos commodities, que por otra parte son comprados como correctores, privando al productor que lo produzca, de un adicional a un hipotético precio sostén.
Esto tendría un efecto sobre la rentabilidad de los productores, menguando la sojización y posibilitando la diversificación de la industria compradora. Una Institución capaz de coordinar y fiscalizar un sistema que establezca defensas para el productor en comercialización y diferenciación de calidad , y por ende de su valor ,será una alternativa válida para revertir un nuevo avance de sectores de apropiación de rentas del sector productivo.
El subsidio a los compradores no garantiza la obtención de un precio lleno, por el contrario profundiza el peligro de la inutilidad de la medida.
Tampoco la liberación de las exportaciones asegura nada. La cancha como saben todos, no la marcan los productores , sí los exportadores. Por lo tanto lo que se debería garantizar es el precio en origen.
La producción de soja se estima en 53 millones de toneladas con una superficie sembrada cercana a los 19 millones de hectáreas. Este nivel de siembra supone el avance sojero sobre otros cultivos. La actividad agropecuaria explicará en buena parte la vuelta al crecimiento de la estructura económica argentina. Las razones no residen precisamente, en la solvencia del hombre de campo de estos lares.
Lluvias a tiempo en otras partes y perspectivas sobre producciones de otros lados, agravan ánimos y cuentas reales de quienes trabajan aquí. Seria conveniente apuntar mejor y reclamar representación para tratar temas que realmente nos aquejan y no gastar energía en reclamos de otros, que paradójicamente no se condicen con la realidad de los productores del sudoeste bonaerense. En menos palabras, somos todos iguales , para protestar por lo de ellos, pero no para los marginales de la provincia, al menos en tiempos de sequía.