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Olvídame y pega la vuelta. Por Hugo César Segurola

“Pimpinela”

“Hace más de dos años que gobierno sin él,
Hace un año, después de la 125 que no lo he vuelto a ver,
Y aunque no he sido feliz aprendí a gobernar sin su apoyo
Pero al ir olvidando su traición de pronto una noche volvió
Y recordando su función al Senado para pedirme explicaciones convocó…”


Prosiguiendo con su pobre (y a esta altura de los sucesos) inexplicable rol de “opositor desde adentro”, el ambivalente Julio Cobos parece elevar su apuesta en la puja que sostiene con la Presidenta de la República y su entorno, a límites insospechables.

Convencido de su condición de “súper héroe”, prosigue sumando centímetros en las planas de la prensa escrita y minutos en radio y televisión en una suerte de historieta, donde además de ser el protagonista… se encarga de escribir desde su despacho oficial los propios libretos de la “cruzada anti K” que lleva adelante.

Dispuesto a calzarse el traje de candidato presidencial a cualquier precio, sigue adherido al inexpresivo (pero cómodo) sillón de “los segundos” y, envalentonado por los elogios de algunos palmeadores de espalda, parece estar dispuesto a demostrar lo equivocada que está esa gran mayoría que piensa (con sobrados elementos), “que la única cosa que lo hace distinto de De la Rúa es su lugar de nacimiento…”

Sin importarle las acusaciones de traidor y desleal, las severas criticas que a diario le dispensan, las desconsideraciones y el ridículo al que es sometido; sigue dispuesto a mantener su condición de victima, muy lejos de las conquistas de “Julio César”, cada vez más cerca del timorato perfil del “inocente Cleto…”

¿Hasta cuándo estará dispuesto a mantener esta condición de quinta columna?

¿Qué otras razones más allá de sus ambiciones políticas puede exhibir para explicar su permanencia en un gobierno al que despotrica y del que reniega constantemente?

¿En qué momento dejará su papel de “chico caprichoso”?

A no dudar que muchas acciones y decisiones gubernamentales han sido motivo de controversias; que ha faltado comunicación, sentido de la oportunidad y hasta coherencia en muchas de ellas.

Pero no es menos cierto que a esta administración le ha tocado lidiar con no pocos y poderosos enemigos: la corporación mediática, el poder económico, algunos sectores de la Iglesia…y hasta el propio Vicepresidente de la Nación.

Sobre el escenario de la realidad y como muestra del desencuentro, una mujer y un hombre recrean un dialogo musical de los ochenta.

Si ella dice blanco… él no duda en decir negro.

Si ella se cruza verbalmente con alguien… él seguramente al otro día correrá a su encuentro, lo invitará a la mesa opositora, le ofrecerá sumarse a “la noble causa” de reconstruir el país.

Si ella va por la izquierda… él elige la derecha.

Si ella ríe feliz por positivos indicadores económicos…él llora por “la triste noticia”.

Son la mejor expresión de Lucía y Joaquín Galán en “Olvídame y pega la vuelta…”

No se trata de una actuación a estadio pleno.

No son artistas…

Ocupan cargos trascendentes.

Ella es la Presidenta de la República y aunque lo disimule muy bien, él es “su Vicepresidente”.

Mientras “Lucía” quiere quedarse sola en la casa de rosa pintada… el émulo de Joaquín” no está dispuesto a olvidar mucho menos a pegar la vuelta a Mendoza.