Luego de que Gabriela Maciel, vecina de Oriente, accediera a contar la historia de la adopción de su hijo Mateo, LA DORREGO tuvo la oportunidad de contactarse y hablar al respecto con la médica pediatra y terapieuta familiar Mirta Guelman de Javquin, que reside en Rosario y ha escrito varios libros.
Cuenta que ya en la década del 80 propuso que "no debemos hablar más de padres biológicos y adoptivos sino de `pareja fecundante´" y explicó por qué "los padres biológicos deben adoptar a sus hijos".
A continuación parte de la respuesta brindada por la profesional ante la consulta de esta emisora:
"Si bien fecundé y parí hijos de mi cuerpo, no depende de los genes ya que al ser humano se le da vida (como el padre de Pinocho) y humaniza, con nutrientes afectivos, proteicos y normativos (en ese orden).
Los padres “biológicos” también deben adoptar a sus hijos.
Hay tres momentos claves: 1- antes del nacimiento, con los sueños, fantasías, ilusiones y proyectos compartidos 2- cuando "sale a la luz" (término poético) y 3- en la pubertad, antes que se alejen y que los cambios adolescentes los haga vulnerables o seducidos por el mercado de consumo, que hace estragos.
A comienzos del 80, hubo casos en el Juzgado en que los padres devolvían a sus niños adoptados por distintas causas.
Era una crueldad, hasta hubo un caso que lo hicieron dos años después, por miedo a sus comportamientos.
Pensé como prevenir esta situación y comencé a seguir las curvas de peso y altura, a describir los gestos y movimientos con que los padres sostenían o tomaban de la mano a los pequeños y otros datos que extendería demasiado este escrito.
Descubrí por ejemplo que las curvas subían o “picaban”, como decimos los pediatras cuando la adopción se definía legalmente.
En esa época era al año. Gracias a la presentación que hicimos en el Iº Congreso de Adopción (en Bs.As.) con el Dr. Juan Artigas, Juez de Menores de la 2º nominación de Rosario y la asistente social Teresa Comini, utilizaron nuestro trabajo y colaboramos en el cambio para que al menos se limite la tenencia provisoria a 6 meses, no un año.
Respecto a “decirle” el origen, cuando preguntan cómo, dónde, cuándo nacieron. Ahora es muy fácil. Hay niños que se hicieron (fecundaron) en probetas, otros se incubaron en úteros alquilados, otros fueron tan prematuros que tuvieron “madres” enfermeras se adaptaron a una incubadora, no tan blanda y placentera como el útero materno, etc.
La ciencia logra unir un óvulo a un espermatozoide, pero intentando hacerlo con varios y se genera el problema de decirle que tiene “hermanitos” en estado de congelación… Cada progreso suele gestar un dilema (problema sin salida), pero múltiples soluciones.
En la página 17 de uno de mis libros “Infancia y adolescencia entre necios y sabios” (Edit. Homo Sapiens) explico un poco mejor esta cuestión.
Aprovecho para transcribir esta carta que hice para uno de los Juzgados de Menores de mi ciudad:
Carta a los padres adoptantes :
Hubo una época en que se creyó que los genes eran más fuertes que el vínculo nacido entre un niño y quienes se inauguran como padres. Hoy se sabe que el ser humano se hace, no solo nace. Por eso es importante no temer por lo que cada niño “trae” de antes.
El primer día es importante:
Lo que es alegría para ustedes, es dolor para el pequeño que permaneció con otros seres diferentes. No conviene aturdirlo, sus órganos de los sentidos lentamente irán reemplazando las percepciones anteriores, las miradas “conocidas”, las voces, los instantes compartidos y el silencio necesario. Los estímulos masivos suelen “irritar” y aumentará la intensidad con que la primer noche llorará.
Puede presentar cólicos, diarrea, fiebre, rechazo al alimento y dificultad para conciliar el sueño. Todo se supera con paciencia y el tiempo que necesita para procesar “lo nuevo”.
Tal como en el puerperio se requiere el contacto permanente con la madre, salvo una diferencia : el vínculo “monotrópico” o sea, con una sola persona que funciona como mamá, puede ser “ditrópico” para incluir al padre lo antes posible. Ambos deberán ser dadores de amor y de normas, “alimentarlo” (en todo sentido) unidos para que los incorpore como figuras fundamentales.
Hay un concepto que hoy se utiliza : “resiliencia”. En física es la característica que define la resistencia de los cuerpos a los choques. A nivel humano lo contrario es “vulnerabilidad” y esto depende de las experiencias que se transitan en las primeras etapas de la vida.
Es conveniente la comunicación con los que previamente instalaron ciertos ritmos y hábitos, para no violentarlo con grandes cambios.
La adaptación a una familia nueva deberá ser paulatina y observando las respuestas para que todo sea progresivo. Siempre el interés superior deberá estar puesto en él, pero sin sacrificios, ser padres es tal vez el acto más importante que el ser humano pueda transitar.
Los niños aprenden a creer y confiar en los que sienten que los “S.O.S. tienen”. El entorno debe ser “claro”, los mandatos coherentes, acordados y bien explicados. La verdad es necesaria y debe ser instalada por la vía del amor y la ternura." (25.03.10)
Cuenta que ya en la década del 80 propuso que "no debemos hablar más de padres biológicos y adoptivos sino de `pareja fecundante´" y explicó por qué "los padres biológicos deben adoptar a sus hijos".
A continuación parte de la respuesta brindada por la profesional ante la consulta de esta emisora:
"Si bien fecundé y parí hijos de mi cuerpo, no depende de los genes ya que al ser humano se le da vida (como el padre de Pinocho) y humaniza, con nutrientes afectivos, proteicos y normativos (en ese orden).
Los padres “biológicos” también deben adoptar a sus hijos.
Hay tres momentos claves: 1- antes del nacimiento, con los sueños, fantasías, ilusiones y proyectos compartidos 2- cuando "sale a la luz" (término poético) y 3- en la pubertad, antes que se alejen y que los cambios adolescentes los haga vulnerables o seducidos por el mercado de consumo, que hace estragos.
A comienzos del 80, hubo casos en el Juzgado en que los padres devolvían a sus niños adoptados por distintas causas.
Era una crueldad, hasta hubo un caso que lo hicieron dos años después, por miedo a sus comportamientos.
Pensé como prevenir esta situación y comencé a seguir las curvas de peso y altura, a describir los gestos y movimientos con que los padres sostenían o tomaban de la mano a los pequeños y otros datos que extendería demasiado este escrito.
Descubrí por ejemplo que las curvas subían o “picaban”, como decimos los pediatras cuando la adopción se definía legalmente.
En esa época era al año. Gracias a la presentación que hicimos en el Iº Congreso de Adopción (en Bs.As.) con el Dr. Juan Artigas, Juez de Menores de la 2º nominación de Rosario y la asistente social Teresa Comini, utilizaron nuestro trabajo y colaboramos en el cambio para que al menos se limite la tenencia provisoria a 6 meses, no un año.
Respecto a “decirle” el origen, cuando preguntan cómo, dónde, cuándo nacieron. Ahora es muy fácil. Hay niños que se hicieron (fecundaron) en probetas, otros se incubaron en úteros alquilados, otros fueron tan prematuros que tuvieron “madres” enfermeras se adaptaron a una incubadora, no tan blanda y placentera como el útero materno, etc.
La ciencia logra unir un óvulo a un espermatozoide, pero intentando hacerlo con varios y se genera el problema de decirle que tiene “hermanitos” en estado de congelación… Cada progreso suele gestar un dilema (problema sin salida), pero múltiples soluciones.
En la página 17 de uno de mis libros “Infancia y adolescencia entre necios y sabios” (Edit. Homo Sapiens) explico un poco mejor esta cuestión.
Aprovecho para transcribir esta carta que hice para uno de los Juzgados de Menores de mi ciudad:
Carta a los padres adoptantes :
Hubo una época en que se creyó que los genes eran más fuertes que el vínculo nacido entre un niño y quienes se inauguran como padres. Hoy se sabe que el ser humano se hace, no solo nace. Por eso es importante no temer por lo que cada niño “trae” de antes.
El primer día es importante:
Lo que es alegría para ustedes, es dolor para el pequeño que permaneció con otros seres diferentes. No conviene aturdirlo, sus órganos de los sentidos lentamente irán reemplazando las percepciones anteriores, las miradas “conocidas”, las voces, los instantes compartidos y el silencio necesario. Los estímulos masivos suelen “irritar” y aumentará la intensidad con que la primer noche llorará.
Puede presentar cólicos, diarrea, fiebre, rechazo al alimento y dificultad para conciliar el sueño. Todo se supera con paciencia y el tiempo que necesita para procesar “lo nuevo”.
Tal como en el puerperio se requiere el contacto permanente con la madre, salvo una diferencia : el vínculo “monotrópico” o sea, con una sola persona que funciona como mamá, puede ser “ditrópico” para incluir al padre lo antes posible. Ambos deberán ser dadores de amor y de normas, “alimentarlo” (en todo sentido) unidos para que los incorpore como figuras fundamentales.
Hay un concepto que hoy se utiliza : “resiliencia”. En física es la característica que define la resistencia de los cuerpos a los choques. A nivel humano lo contrario es “vulnerabilidad” y esto depende de las experiencias que se transitan en las primeras etapas de la vida.
Es conveniente la comunicación con los que previamente instalaron ciertos ritmos y hábitos, para no violentarlo con grandes cambios.
La adaptación a una familia nueva deberá ser paulatina y observando las respuestas para que todo sea progresivo. Siempre el interés superior deberá estar puesto en él, pero sin sacrificios, ser padres es tal vez el acto más importante que el ser humano pueda transitar.
Los niños aprenden a creer y confiar en los que sienten que los “S.O.S. tienen”. El entorno debe ser “claro”, los mandatos coherentes, acordados y bien explicados. La verdad es necesaria y debe ser instalada por la vía del amor y la ternura." (25.03.10)
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