En el imaginario popular la figura de Mariano Moreno, uno de los protagonistas de la Revolución de Mayo, puede asociarse a palabras como: unitario, liberal, extremista, aventurero, rebelde, radical.
Pero si nos ponemos a estudiar más a fondo su acción, nos encontramos con el “Plan de Operaciones”, donde con una lógica jacobina deja su impronta marcada caracterizando el proyecto revolucionario.
Y también este plan debe analizarse en aquel contexto, para encontrar el verdadero sentido vinculado con lo social, con la lucha sostenida para terminar con la esclavitud y la desigualdad.
Evocar a Moreno es volver sobre algunas ideas que siguen vigentes como ideales a levantar hoy en el 2010 a 200 años de aquella gran gesta: “ La República libre e igualitaria para todos los hombres que deseen habitar el suelo Argentino y no duden en comprometerse y llevar adelante ese sueño”.
El Bicentenario de aquel proceso revolucionario nos pone frente al desafío de recordarlo como la búsqueda incipiente de una nueva forma de organización del estado, o el surgimiento del estado argentino.
Y por tanto, no puede plantearse una celebración sin dicho contenido, para asumir también la discusión sobre cómo recuperar el estado, cómo reconstituir su funcionamiento y organización, y ponerlo al servicio del interés público. Construcción y consolidación de la grandeza de nuestra Nación, es el eje de aquel momento y de hoy.
La búsqueda de grandeza entonces era definir las instituciones y reglas de juego para fundarnos como país; hoy tiene que ver con la integración y la igualdad de oportunidades para todas y todos; con la lucha para bajar los niveles de desempleo y subempleo indigno, que genera condiciones de pobreza y marginalidad inconcebibles dadas las ventajas comparativas que goza nuestra Nación, al igual que otras de América Latina, el continente más desigual del mundo.
El desafío entonces, para la actualidad: terminar con la dependencia –ya no de la corona española- sino la exclusión social, para que todos los ciudadanos puedan contar con igualdad de oportunidades que nos permitan progresar como País, de manera colectiva y sustentable.
Para que esto sea posible, hoy más que nunca los políticos tenemos que tomar la experiencia histórica, tener una mirada hacia adelante y anticiparnos a los hechos para liderar procesos de cambios.
El diálogo, como valor y herramienta de esa construcción servirá para fomentar una estrategia de desarrollo social y crecimiento económico mediante acuerdos mínimos de todos los sectores, por fuera de las conveniencias y pactos electorales y coyunturales.
Los Ciudadanos son claros en sus necesidades, y quieren que sus representantes cumplamos con nuestras obligaciones y seamos capaces de construir los consensos necesarios para mejorar las condiciones de vida de todos los Argentinos.
Debemos construir una nueva cultura política, que refleje nuestra identidad basada en el trabajo y la educación, orientada por valores humanos y morales, anclada en la trasparencia y la democracia participativa que demuestre una forma de hacer política para, por y con los ciudadanos.
El Bicentenario es una excelente oportunidad para repensarnos, para integrarnos, para asumir responsabilidades y hacernos cargo, no solo de la memoria, sino especialmente del futuro.
Pero si nos ponemos a estudiar más a fondo su acción, nos encontramos con el “Plan de Operaciones”, donde con una lógica jacobina deja su impronta marcada caracterizando el proyecto revolucionario.
Y también este plan debe analizarse en aquel contexto, para encontrar el verdadero sentido vinculado con lo social, con la lucha sostenida para terminar con la esclavitud y la desigualdad.
Evocar a Moreno es volver sobre algunas ideas que siguen vigentes como ideales a levantar hoy en el 2010 a 200 años de aquella gran gesta: “ La República libre e igualitaria para todos los hombres que deseen habitar el suelo Argentino y no duden en comprometerse y llevar adelante ese sueño”.
El Bicentenario de aquel proceso revolucionario nos pone frente al desafío de recordarlo como la búsqueda incipiente de una nueva forma de organización del estado, o el surgimiento del estado argentino.
Y por tanto, no puede plantearse una celebración sin dicho contenido, para asumir también la discusión sobre cómo recuperar el estado, cómo reconstituir su funcionamiento y organización, y ponerlo al servicio del interés público. Construcción y consolidación de la grandeza de nuestra Nación, es el eje de aquel momento y de hoy.
La búsqueda de grandeza entonces era definir las instituciones y reglas de juego para fundarnos como país; hoy tiene que ver con la integración y la igualdad de oportunidades para todas y todos; con la lucha para bajar los niveles de desempleo y subempleo indigno, que genera condiciones de pobreza y marginalidad inconcebibles dadas las ventajas comparativas que goza nuestra Nación, al igual que otras de América Latina, el continente más desigual del mundo.
El desafío entonces, para la actualidad: terminar con la dependencia –ya no de la corona española- sino la exclusión social, para que todos los ciudadanos puedan contar con igualdad de oportunidades que nos permitan progresar como País, de manera colectiva y sustentable.
Para que esto sea posible, hoy más que nunca los políticos tenemos que tomar la experiencia histórica, tener una mirada hacia adelante y anticiparnos a los hechos para liderar procesos de cambios.
El diálogo, como valor y herramienta de esa construcción servirá para fomentar una estrategia de desarrollo social y crecimiento económico mediante acuerdos mínimos de todos los sectores, por fuera de las conveniencias y pactos electorales y coyunturales.
Los Ciudadanos son claros en sus necesidades, y quieren que sus representantes cumplamos con nuestras obligaciones y seamos capaces de construir los consensos necesarios para mejorar las condiciones de vida de todos los Argentinos.
Debemos construir una nueva cultura política, que refleje nuestra identidad basada en el trabajo y la educación, orientada por valores humanos y morales, anclada en la trasparencia y la democracia participativa que demuestre una forma de hacer política para, por y con los ciudadanos.
El Bicentenario es una excelente oportunidad para repensarnos, para integrarnos, para asumir responsabilidades y hacernos cargo, no solo de la memoria, sino especialmente del futuro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario