Como tantos otros de los invitados y concurrentes al festejo de los 54 años del club Villa Rosa, el matrimonio que conforman Norma y José había llegado a las instalaciones de los olivares de la calle Gregorio Juárez, con la intención de transcurrir una buena noche.
No son muy afectos a las salidas nocturnas, aunque cenas de estas características suelen producir la excepción.
Su condición de ex Presidente y el cariño que en forma permanente expresa, sumaban motivos para decir presente al hombre de los gruesos anteojos y la verbosidad habitual.
A diferencia de su esposo, Norma es una mujer de pocas palabras, más de una vez su rostro se sonroja cuando José enfrenta un micrófono o una cámara, ya sea como dirigente o simple vecino.
En ocasiones suele reprocharle por el tenor de sus exposiciones.
Norma, al decir de su esposo “es una rusa muy trabajadora”, algo que ratifica la mucha gente que la conoce y la aprecia. En forma diaria se traslada desde su domicilio en calle Lequerica hasta el local comercial ubicado sobre la Avenida Casal Varela.
“Juanjo”, el hijo varón que comparte el hogar con sus padres, es un joven forjado en el esfuerzo y el trabajo. Un “bonachón” de enorme físico, timidez manifiesta y trato siempre respetuoso.
Norma y “Juanjo” comparten muchas horas del día en el local de panadería.
En la pequeña cuadra se amasa con cariño el pan y las facturas diarias. Los viernes el lugar suele transformar su fisonomía para convertirse en larga mesa de amigos, asados compartidos, charlas y también discusiones sobre fútbol, actualidad y política.
José prefiere la calle, ya sea para el desarrollo de sus tareas como constructor… también para visitar amigos, para compartir un mate o para detener su camioneta en cualquier sitio donde lo convoquen a conversar un rato para hablar de lo que pasa en el pueblo.
José habitualmente está muy bien informado, cuenta detalles de “aquí y de allá”, a veces aporta alguna primicia o un dato de interés.
Antes nos veíamos con frecuencia diaria, en los lindos tiempos en que el amigo “Cartucho” tenía abierto “El Cantero”.
También eran frecuentes las cenas en lo del amigo Ogue Natalio (Madariaga).
No siempre hemos coincidido, más de una vez hemos tenido puntos de vista opuestos. Sin embargo nos respetamos mutuamente.
Algunas de sus exposiciones mediáticas han resultado memorables, ya sea opinando de fútbol o de política. Equivocado o acertado “no se calla nada…”
Días atrás estando yo de visita en la casa de un amigo en común, enterado de mi presencia, telefónicamente me reprochó no haber realizado ninguna referencia al aniversario de Villa Rosa, acontecido el 24 de Mayo. Es que José Domingo es así: “se lo toma o se lo deja”.
El sábado se lo notaba contento, charlamos un rato y en una nota para el Canal recordó sus tiempos de Presidente, enumeró hechos y vivencias… también se dio lugar para tirar uno de sus dardos habituales: “…estos muchachos de ahora no me llaman”.
Con Norma compartieron la mesa con César Abdala y su esposa, se los pudo observar también en la pista de baile al ritmo de Holocausto 2000. Lucían felices, distendidos, alejados de la rutina.
“Juanjo” a esa hora de la noche estaba en la panadería…trabajando como siempre.
Ayer nos enteramos de la noticia, nuevamente José Domingo volvió a hablar por la radio.
No era para referirse irónicamente a alguna noticia, tampoco para hablar de su condición de “peronista” o para discutir de fútbol.
Es que Norma, José y “Juanjo” Chinale fueron victimas de un nuevo hecho delictivo, de una modalidad consistente en aprovechar la ausencia de moradores para irrumpir por la fuerza en domicilios locales.
La casa “dada vuelta”, los cajones tirados, la ropa manoseada, los muebles desordenados, una ventana forzada y 14.000 pesos que habían sido ahorrados por “Juanjo” formaron parte de un botín que se completó con dos celulares.
Los delincuentes actuaron como siempre: seguros del terreno que pisaban, con información suficiente para saber donde estaban los moradores de la casa, para no importarle las luces que alumbran varios metros de la vereda.
Los delincuentes volvieron a sacarle ventaja a la Policía, utilizaron una vez más la información de algún “datero” para saber cuando y como concretar el hecho.
Los delincuentes volvieron a sentirse impunes… los vecinos a experimentar la falta de protección.
Ayer sobre el mediodía estuve con Norma y “Juanjo”, seguían firmes en el negocio, trabajando, tratando de ponerles buena cara a los clientes habituales… a pesar de todo.
Norma mostró su indignación y me dijo que era necesario hablar, que no debía guardarse silencio de estos casos, que era oportuno que los vecinos estén alertas para no ser los próximos afectados.
También me expresó su impotencia, la indignación por lo ocurrido y el dolor por la violación de su domicilio, por el avasallamiento de la intimidad del grupo familiar.
Con José charlamos brevemente por teléfono, quedamos en vernos el próximo miércoles a mi regreso de Tres Arroyos.
Norma y José disfrutaron la fiesta albiverde; al volver a su domicilio encontraron el desorden, sus pertenencias en el piso…también a “Juanjo”… pavorido, impotente, sin palabras. Habían pasado cuatro horas del robo, todavía no podía entenderlo, tampoco explicarlo.
Norma, José y “Juanjo” volvieron a su rutina, seguramente tomarán nuevos recaudos, quizás no se animen a dejar la casa sola… quizás no acepten la próxima invitación a salir.
Norma, José y “Juanjo”… saben que pasaron a engrosar la larga lista de damnificados en Dorrego, a formar parte de las estadísticas a las que pocas veces hace referencia esta gestión policial: “la alarmante falta de respuestas para dilucidar un “modus operandis” que se ha repetido con frecuencia en los últimos tiempos.
Si las cosas siguen así, a diferencia de la “tolerancia cero” que alguna vez planteó el Alcalde Rudolph Giuliani en Nueva York… en nuestra ciudad pasaremos a exhibir un triste y lamentable slogan, que a muchos (con responsabilidades) parece no importarle demasiado: “esclarecimiento cero”.
No son muy afectos a las salidas nocturnas, aunque cenas de estas características suelen producir la excepción.
Su condición de ex Presidente y el cariño que en forma permanente expresa, sumaban motivos para decir presente al hombre de los gruesos anteojos y la verbosidad habitual.
A diferencia de su esposo, Norma es una mujer de pocas palabras, más de una vez su rostro se sonroja cuando José enfrenta un micrófono o una cámara, ya sea como dirigente o simple vecino.
En ocasiones suele reprocharle por el tenor de sus exposiciones.
Norma, al decir de su esposo “es una rusa muy trabajadora”, algo que ratifica la mucha gente que la conoce y la aprecia. En forma diaria se traslada desde su domicilio en calle Lequerica hasta el local comercial ubicado sobre la Avenida Casal Varela.
“Juanjo”, el hijo varón que comparte el hogar con sus padres, es un joven forjado en el esfuerzo y el trabajo. Un “bonachón” de enorme físico, timidez manifiesta y trato siempre respetuoso.
Norma y “Juanjo” comparten muchas horas del día en el local de panadería.
En la pequeña cuadra se amasa con cariño el pan y las facturas diarias. Los viernes el lugar suele transformar su fisonomía para convertirse en larga mesa de amigos, asados compartidos, charlas y también discusiones sobre fútbol, actualidad y política.
José prefiere la calle, ya sea para el desarrollo de sus tareas como constructor… también para visitar amigos, para compartir un mate o para detener su camioneta en cualquier sitio donde lo convoquen a conversar un rato para hablar de lo que pasa en el pueblo.
José habitualmente está muy bien informado, cuenta detalles de “aquí y de allá”, a veces aporta alguna primicia o un dato de interés.
Antes nos veíamos con frecuencia diaria, en los lindos tiempos en que el amigo “Cartucho” tenía abierto “El Cantero”.
También eran frecuentes las cenas en lo del amigo Ogue Natalio (Madariaga).
No siempre hemos coincidido, más de una vez hemos tenido puntos de vista opuestos. Sin embargo nos respetamos mutuamente.
Algunas de sus exposiciones mediáticas han resultado memorables, ya sea opinando de fútbol o de política. Equivocado o acertado “no se calla nada…”
Días atrás estando yo de visita en la casa de un amigo en común, enterado de mi presencia, telefónicamente me reprochó no haber realizado ninguna referencia al aniversario de Villa Rosa, acontecido el 24 de Mayo. Es que José Domingo es así: “se lo toma o se lo deja”.
El sábado se lo notaba contento, charlamos un rato y en una nota para el Canal recordó sus tiempos de Presidente, enumeró hechos y vivencias… también se dio lugar para tirar uno de sus dardos habituales: “…estos muchachos de ahora no me llaman”.
Con Norma compartieron la mesa con César Abdala y su esposa, se los pudo observar también en la pista de baile al ritmo de Holocausto 2000. Lucían felices, distendidos, alejados de la rutina.
“Juanjo” a esa hora de la noche estaba en la panadería…trabajando como siempre.
Ayer nos enteramos de la noticia, nuevamente José Domingo volvió a hablar por la radio.
No era para referirse irónicamente a alguna noticia, tampoco para hablar de su condición de “peronista” o para discutir de fútbol.
Es que Norma, José y “Juanjo” Chinale fueron victimas de un nuevo hecho delictivo, de una modalidad consistente en aprovechar la ausencia de moradores para irrumpir por la fuerza en domicilios locales.
La casa “dada vuelta”, los cajones tirados, la ropa manoseada, los muebles desordenados, una ventana forzada y 14.000 pesos que habían sido ahorrados por “Juanjo” formaron parte de un botín que se completó con dos celulares.
Los delincuentes actuaron como siempre: seguros del terreno que pisaban, con información suficiente para saber donde estaban los moradores de la casa, para no importarle las luces que alumbran varios metros de la vereda.
Los delincuentes volvieron a sacarle ventaja a la Policía, utilizaron una vez más la información de algún “datero” para saber cuando y como concretar el hecho.
Los delincuentes volvieron a sentirse impunes… los vecinos a experimentar la falta de protección.
Ayer sobre el mediodía estuve con Norma y “Juanjo”, seguían firmes en el negocio, trabajando, tratando de ponerles buena cara a los clientes habituales… a pesar de todo.
Norma mostró su indignación y me dijo que era necesario hablar, que no debía guardarse silencio de estos casos, que era oportuno que los vecinos estén alertas para no ser los próximos afectados.
También me expresó su impotencia, la indignación por lo ocurrido y el dolor por la violación de su domicilio, por el avasallamiento de la intimidad del grupo familiar.
Con José charlamos brevemente por teléfono, quedamos en vernos el próximo miércoles a mi regreso de Tres Arroyos.
Norma y José disfrutaron la fiesta albiverde; al volver a su domicilio encontraron el desorden, sus pertenencias en el piso…también a “Juanjo”… pavorido, impotente, sin palabras. Habían pasado cuatro horas del robo, todavía no podía entenderlo, tampoco explicarlo.
Norma, José y “Juanjo” volvieron a su rutina, seguramente tomarán nuevos recaudos, quizás no se animen a dejar la casa sola… quizás no acepten la próxima invitación a salir.
Norma, José y “Juanjo”… saben que pasaron a engrosar la larga lista de damnificados en Dorrego, a formar parte de las estadísticas a las que pocas veces hace referencia esta gestión policial: “la alarmante falta de respuestas para dilucidar un “modus operandis” que se ha repetido con frecuencia en los últimos tiempos.
Si las cosas siguen así, a diferencia de la “tolerancia cero” que alguna vez planteó el Alcalde Rudolph Giuliani en Nueva York… en nuestra ciudad pasaremos a exhibir un triste y lamentable slogan, que a muchos (con responsabilidades) parece no importarle demasiado: “esclarecimiento cero”.
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