La renuncia del Director de la Producción, Valentín Villalba se ha constituido en “la gran noticia de las últimas horas”, especialmente cuando se fueron conociendo algunos detalles referidos a los motivos que indujeron tal decisión.
La sustracción de un vehículo oficial en Buenos Aires, fue un secreto que la administración municipal mantuvo “bajo siete llaves”, ya que esta información -a diferencia de muchas otras- no se filtró a la prensa, formando parte del hermetismo que (extrañamente) se rompió en la madrugada del lunes 7.
Para muchos noctámbulos resultó sorpresiva la premura con que llegó el comunicado de la Municipalidad (según consignó LA DORREGO a las 00:51), dando cuenta de un caso que la mayoría de la gente desconocía.
¿Qué ocurrió para que un domingo por la noche se hiciera público un hecho que se conocía desde una semana atrás?
¿Estaban al tanto en el Ejecutivo que sectores de la oposición conocían el suceso y se temió que el tema se dimensionara sobremanera?
¿Por qué razones no se explicó a la ciudadanía con antelación sobre las características del suceso?
¿Qué trámites, gestiones y otras acciones se llevaron a cabo entre el 30 de Mayo al 4 de Junio?
¿No resultaba aconsejable y necesario decirles a los vecinos, a los contribuyentes que un bien público había sido sustraído, con el agravante de no disponer del seguro correspondiente?
No caben dudas que el tema en cuestión impactó sorpresivamente en la administración municipal, que la estrategia de silencio no fue adecuada y que la historia puede tener un final abierto y hasta imprevisible.
Además el caso arrastró consigo a un joven funcionario, que estaba desde los comienzos de la administración Zorzano.
Por si fuera poco esta cuestión se agrega a la reactualización mediática del caso Echeto, donde a pesar del paso del tiempo las respuestas no llegan para una sociedad y fundamentalmente -una familia- ávida de explicaciones concretas.
La contundencia del rayo utilizada en el tema Villalba, contrasta con los pasos de tortuga que se vienen dando en torno de la denuncia formulada por la familia Echeto, el último verano.
Volviendo al tema que ocupa la presente editorial, debe citarse que el comunicado oficial destaca en su parte final: “se informa, por este medio, que el vehículo será repuesto sin cargo para la Municipalidad de Coronel Dorrego, con el fin de preservar el patrimonio comunal en los tiempos que demande la operación comercial…”
La carencia de datos elementales en el texto de marras, motivó el convencimiento de que el vehículo en cuestión contaba con el seguro contra robos correspondiente. No era así y aquí se agrega una “perla” difícil de disimular para el municipio.
¿Cuál fue el criterio aplicado para qué dicho vehículo no dispusiera de la cobertura correspondiente?
¿Quién y por qué razones autorizó su partida para un viaje oficial cuando el mismo no contaba con la protección correspondiente?
Otro punto del cual faltan precisiones es el referido a la agenda del funcionario en cuestión: ¿Su destino era únicamente la ciudad de La Plata? ¿Tenía previsto algún contacto oficial el domingo 30 en Buenos Aires o debía cumplirlo el día posterior?
Pero a no dudar -según mi humilde punto de vista- el principal error que comete el Intendente Fabián Zorzano, es el de aceptar la renuncia de Valentín Villalba.
Si tal como expresa el tempranero comunicado oficial, el jefe comunal decidió labrar un Sumario Administrativo, resulta obvio que hasta tanto quede esclarecido el caso y en función de las diligencias correspondientes, Villalba debió permanecer en sus funciones. ¿Acaso no era el funcionario sumariado?
Dos eran los atajos más convenientes a utilizar: si el Intendente estaba en el convencimiento de una negligencia del Director de la Producción, una suspensión transitoria era la opción valida. De igual modo -aún sin esta presunción- y a los efectos de permitir una investigación seria y profunda, el apartamiento circunstancial de Villalba era aconsejable hasta tanto se conozca el resultado final.
Sin dudas que nadie está exento de ser víctima de un delito, que de comprobarse que el suceso aconteció en el marco de tramitaciones oficiales y de acuerdo a la agenda prefijada oportunamente: ¿Cuál es la responsabilidad del funcionario?
Ahora bien, si la sustracción se produjo en un día, horario y lugar que no correspondía con los motivos del viaje, surgiría clara, por lo menos “la imprudencia” del integrante del Departamento Ejecutivo.
En definitiva se trata de simples conjeturas, elucubraciones en voz alta, que en el menor tiempo posible deberán responder las autoridades comunales.
Cualquiera sea el resultado que arroje la investigación, surge un tema insoslayable: hasta tanto no se reponga el bien en cuestión, existe un perjuicio concreto al erario público y entonces caben los interrogantes: ¿De qué forma, cuándo y cómo será restituido el vehículo en cuestión? ¿Quién o quienes se responsabilizarán de su pago?
La dilucidación de estos dos casos demostrará cual es el pulso político del Intendente, de igual modo permitirá analizar de que forma va a recepcionar la población los veredictos que surjan, máxime si se considera que “su credibilidad personal” es la virtud más destacada de la Administración Zorzano.
La sustracción de un vehículo oficial en Buenos Aires, fue un secreto que la administración municipal mantuvo “bajo siete llaves”, ya que esta información -a diferencia de muchas otras- no se filtró a la prensa, formando parte del hermetismo que (extrañamente) se rompió en la madrugada del lunes 7.
Para muchos noctámbulos resultó sorpresiva la premura con que llegó el comunicado de la Municipalidad (según consignó LA DORREGO a las 00:51), dando cuenta de un caso que la mayoría de la gente desconocía.
¿Qué ocurrió para que un domingo por la noche se hiciera público un hecho que se conocía desde una semana atrás?
¿Estaban al tanto en el Ejecutivo que sectores de la oposición conocían el suceso y se temió que el tema se dimensionara sobremanera?
¿Por qué razones no se explicó a la ciudadanía con antelación sobre las características del suceso?
¿Qué trámites, gestiones y otras acciones se llevaron a cabo entre el 30 de Mayo al 4 de Junio?
¿No resultaba aconsejable y necesario decirles a los vecinos, a los contribuyentes que un bien público había sido sustraído, con el agravante de no disponer del seguro correspondiente?
No caben dudas que el tema en cuestión impactó sorpresivamente en la administración municipal, que la estrategia de silencio no fue adecuada y que la historia puede tener un final abierto y hasta imprevisible.
Además el caso arrastró consigo a un joven funcionario, que estaba desde los comienzos de la administración Zorzano.
Por si fuera poco esta cuestión se agrega a la reactualización mediática del caso Echeto, donde a pesar del paso del tiempo las respuestas no llegan para una sociedad y fundamentalmente -una familia- ávida de explicaciones concretas.
La contundencia del rayo utilizada en el tema Villalba, contrasta con los pasos de tortuga que se vienen dando en torno de la denuncia formulada por la familia Echeto, el último verano.
Volviendo al tema que ocupa la presente editorial, debe citarse que el comunicado oficial destaca en su parte final: “se informa, por este medio, que el vehículo será repuesto sin cargo para la Municipalidad de Coronel Dorrego, con el fin de preservar el patrimonio comunal en los tiempos que demande la operación comercial…”
La carencia de datos elementales en el texto de marras, motivó el convencimiento de que el vehículo en cuestión contaba con el seguro contra robos correspondiente. No era así y aquí se agrega una “perla” difícil de disimular para el municipio.
¿Cuál fue el criterio aplicado para qué dicho vehículo no dispusiera de la cobertura correspondiente?
¿Quién y por qué razones autorizó su partida para un viaje oficial cuando el mismo no contaba con la protección correspondiente?
Otro punto del cual faltan precisiones es el referido a la agenda del funcionario en cuestión: ¿Su destino era únicamente la ciudad de La Plata? ¿Tenía previsto algún contacto oficial el domingo 30 en Buenos Aires o debía cumplirlo el día posterior?
Pero a no dudar -según mi humilde punto de vista- el principal error que comete el Intendente Fabián Zorzano, es el de aceptar la renuncia de Valentín Villalba.
Si tal como expresa el tempranero comunicado oficial, el jefe comunal decidió labrar un Sumario Administrativo, resulta obvio que hasta tanto quede esclarecido el caso y en función de las diligencias correspondientes, Villalba debió permanecer en sus funciones. ¿Acaso no era el funcionario sumariado?
Dos eran los atajos más convenientes a utilizar: si el Intendente estaba en el convencimiento de una negligencia del Director de la Producción, una suspensión transitoria era la opción valida. De igual modo -aún sin esta presunción- y a los efectos de permitir una investigación seria y profunda, el apartamiento circunstancial de Villalba era aconsejable hasta tanto se conozca el resultado final.
Sin dudas que nadie está exento de ser víctima de un delito, que de comprobarse que el suceso aconteció en el marco de tramitaciones oficiales y de acuerdo a la agenda prefijada oportunamente: ¿Cuál es la responsabilidad del funcionario?
Ahora bien, si la sustracción se produjo en un día, horario y lugar que no correspondía con los motivos del viaje, surgiría clara, por lo menos “la imprudencia” del integrante del Departamento Ejecutivo.
En definitiva se trata de simples conjeturas, elucubraciones en voz alta, que en el menor tiempo posible deberán responder las autoridades comunales.
Cualquiera sea el resultado que arroje la investigación, surge un tema insoslayable: hasta tanto no se reponga el bien en cuestión, existe un perjuicio concreto al erario público y entonces caben los interrogantes: ¿De qué forma, cuándo y cómo será restituido el vehículo en cuestión? ¿Quién o quienes se responsabilizarán de su pago?
La dilucidación de estos dos casos demostrará cual es el pulso político del Intendente, de igual modo permitirá analizar de que forma va a recepcionar la población los veredictos que surjan, máxime si se considera que “su credibilidad personal” es la virtud más destacada de la Administración Zorzano.
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