No fue un domingo como otros, la caña de pescar quedó esperando pese a la tarde linda, algunos escaparón a relajar la espera de la llegada del partido en un corto paseo por el río Quequén.
Todos concentraron energía en casa, la mayoría diría, entre amigos, con algunos de los integrantes de la familia, el mate y algo dulce como para frenar la ansiedad del nerviosimo.
Hasta los más chicos sin alcanzar a comprender la importancia del partido de la Selección, apuraban a los mayores para ponerse la camiseta.
Marisol y Oriente, dos lugares que conocieron el corazón y la sencillez de un DT, en sus gloriosos tiempos como jugador, celebrarón, y sueñan como aquel muchacho que llegó con su familia a descansar a comienzos de la decada del 90 con más logro de esta selección.
En México, Agustina una oriental que en pocos días volverá a la Argentina, habrá cantado cada gol y seguramente tendrá mucho para contar de su experiencia estudiantil de seis meses que la encontró de pronto saboreando el triunfo de su país frente la selección de un país que le abrió los brazos para crecer.
Un domingo de fiesta, que despertó la esperanza de un título mundial más ,acompañando a Diego, el hombre que se mezclo entre la comunidad local y de la zona con objetivos solidarios, aquel muchacho que no dudo en llevar a uno de los personajes de Oriente, Pedro a cada evento donde se lo invitaba.Por eso hoy Oriente y Marisol , no tuvieron siesta, porque cada habitante eligió armar su propio palco, aplaudir y gritar cada gol como si estuviera en suelo sudafricano.
Fueron horas de emociones, nervios y conversaciones, y la alegría explotó en una espontánea caravana con niños, abuelos, madres, padres que salieron a las calles orientales a decir gracias por estas emociones, por los logros a Diego y los muchachos de la selección.
Desde Oriente y Marisol, aguante Diego y Viva Argentina.
Adriana Gaitán / LA DORREGO AM 1470
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