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"Apostilla: patria y tradición en el Dorrego de los 30". Por Facundo Segurola

En los anaqueles de mi humilde biblioteca busco algún libro que me hable de la autoctonía, de Dorrego. Clasificados según su escalafón temático, junto a algún que otro libro de derecho de Alejandro Vecchi, me encuentro con este texto vernáculo, lo hojeo, continúo leyendo pasajes que me habían quedado pendientes de otro tiempo.

Me despertó curiosidad el título que denomina el 7mo capítulo al que me refiero al comienzo de este texto: Las ideas vigentes. Teniendo en cuenta que es un libro que relata y refleja las distintas vicisitudes de los años 30, me animé o voy a tratar de paragonarlos con aspectos de la actualidad o mejor dicho hacer alguna que otra acotación sin alterar el vasto contenido del libro, siempre desde el plano de la educación, ya que en otros aspectos soy bastante ignorante para hacerlo o para manifestar un juicio de valor coherente.

Primero me gustaría destacar aspectos de éste “vademécum histórico”, o de este capítulo que escogí para analizar.

Siendo un resumen sucedáneo del capítulo precedente (Número 6: el Dorrego de los 30) allí refleja las ideas imperantes en lo concerniente a distintos aspectos, el ya mencionado a la educación; también la política, con respecto a este tema voy a transcribir un párrafo al que hizo alusión el autor: “…es tan fuerte la impronta del discurso de la patria construido desde fines del siglo XIX que en la edición de su 30 aniversario, el diario, “La Verdad”, reconocido de hecho como el órgano oficial del partido de gobierno enumera sus objetivos impregnados de la más vieja tradición liberal y no del discurso, propio de un nacionalismo de derecha, que los militares y la oligarquía proclamaron para los gobierno surgidos del golpe de estado de septiembre de 1930. Enumeraba: “fomentar los sentimientos de progreso, justicia y de paz y en sus columnas han tenido albergue todas las iniciativas patrióticas y bien inspiradas en pro de la civilización y del adelanto colectivo.” (pág.73)

Y al final del capítulo en la página 80, hace una síntesis general, que también voy a pasar a traslado: “…en líneas generales, las ideas vigentes en el Dorrego de los 30, demuestra la convivencia de aquellos que venían de la vieja tradición liberal que impregnaba a los dirigentes locales del conservadurismo y el radicalismo; la que los inmigrantes transmitieron para la formación de la izquierda local; la de la cultura escolar, menos permeable, pero sufriendo el embate del poder político urgido de exaltar su obra y por último, los deseos, siempre presente, de perpetuidad al querer subir al panteón de la patria de los golpistas”.

Ahora bien, adentrado en el tema, la primer pregunta que se me suscita es: ¿cómo era la educación en los años 30?

Escribió Fabián:

“…no menos optimista es la percepción de los hombres del cincuentenario (1887-1937) respecto del papel de la educación pública aunque trazan un diagnóstico critico sobre el cometido de la escuela en esos momentos…

Sólo el fomento de la educación técnica en los centros urbanos y la incorporación de nuevos actos patrióticos y exaltación de aspectos del régimen…

Calificaban como orientación general de la educación “una íntima cohesión social entre todos los habitantes del suelo argentino, que irá elaborando paulatinamente la unidad étnica nacional”. Algo se preguntaban si se utiliza en realidad de la manera que aconseja su propia trascendencia y eficacia y si la escuela cumple su “misión en forma elevada e integral que le corresponde en su carácter de piedra angular sobre la que descansa la futura grandeza nacional”

Luego de hacer una ojeada sobre las diferentes disciplinas que abarcaba el dictado de clases calificaban a la enseñanza como “un sistema glacial que esteriliza las disposiciones naturales del alma infantil” (pág.75)

Hoy ya estudiante universitario, pero no muy alejado en el tiempo de mi paso escolar, pienso, la distancia no sólo es cronológica. Me tocó y me toca atravesar, dichoso sea, el tiempo democrático, donde las ideas son libres, pero las ideas, no las no-ideas…ya no quedan utopías, o será que existen en las pálidas nomás?...lo que he aprendido fue por las clases de historia (o ciencias sociales) o curioseando algunos libros, pero no más que eso.

No culpo a la educación, me culpo a mí, y tergiversando una frase de Fiedrich Nietzsche (“más allá del bien y el mal”) sentencio: “merced a la educación…las ideas nacen por sí solas” (frase original: “merced a la música…las pasiones gozan de sí mismas”).

En esta era tecnológica, de la que también soy parte, donde todo está tan globalizado, impera la banalidad… ¿dónde quedó el patriotismo de los años 30? Bien o mal ayudaba a pensar.

En estos tiempos, es tan accesible leer un libro, pero tan difícil, se han suprimido las páginas, imposible darlas vueltas, hacer anotaciones, subrayarlas…y la tecnología aporta entre sus servicios hasta la posibilidad de leer la sinopsis del mismo.

En la página 76 escribe Fabián “…en el transcurso de la década se fue incrementando el número de festejos patrios en el sistema educativo provincial. Al principio de la misma, era el 25 de mayo, el 9 de julio, el 12 de octubre y el día de la madre los momentos en que la escuela se abría a la comunidad. Posteriormente se fueron incorporando el homenaje a Manuel Belgrano y San Martín, como así también clases alusivas y homenajes a acciones del gobierno y reivindicación del golpe de estado…”

Fue esto último lo que me despertó mi inquietud, ¿se imaginan vitoreando los actos de gobierno?...lejos de ellos existe el repudio, o también,¿ no estaría bueno, ahora que estamos en democracia, reivindicar cada 10 de diciembre?

En este pequeño análisis compendioso del libro de Fabián, traté de destacar algunos aspectos de la educación hacia los años 30, y siendo una apostilla “mi trabajo” comentar algunas experiencias personales, sin entrar en conflicto más que conmigo.

Ah, recomiendo el libro…

A modo de cierre, reproduzco algunos aspectos de una carta elevada al presidente del consejo escolar, Pedro Balade, que Fabián transcribió, y que sintetizan la ideología de una época pasada y, a mi modo de pensar, una utopía posible para tiempos ulteriores.

“…la escuela, por razones que parecería ocioso analizar, es la fuente permanente en que debe agitarse la memoria de los hijos dilectos de la patria, que de uno u otro modo la han dignificado, ya en el campo de la ciencia, de las artes, de las ideas o de la especulación espiritual, dándole sin tasa los frutos de una vendimia que la honran en el concepto del pensamiento”

“…la sola enunciación de un nombre, revive a veces a toda una época de gloria y, ningún sitio mejor que el pórtico de las escuelas, para ostentar a manera de escudo heráldico, y como evocación de sus lauros, esas vidas de varones, que con su altivez, dignidad e ilustración formaron el acerbo de la patria.

Rindamos sus manes, el homenaje simbólico de respetuoso recuerdo, para ejemplo de generaciones que se suceden…” Amén!

(*) Dedicado a Analía Canavesi, quien me hizo entender el concepto de educación.

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