domingo

"Sorpresivo deja de serlo cuando se transforma en habitual". Escribe Carlos Madera

Sorpresivo deja de serlo cuando se transforma el hecho en algo habitual o esperado. El último fin de semana dejamos de sorprendernos en dos aspectos de nuestro andar cotidiano.

La respuesta de los habitantes hacia una conmemoración, que sin dejar de ser comercial, reaviva y reafirma ciertas conductas que jamás serán dirigidas por nadie y las reincidentes buenas ventas en los fines de semana o mes, obviamente con ritmos definidos por bolsillos más poblados, siempre va a hacer así, pero desnudando la dudosa rigurosidad y lo desafortunado de la opinión de un panorama comercial, que al menos dista de lo sombrío que sonó.

Precisamente al ciudadano consumidor, trabajador, asalariado, que ha forjado su economía, hasta la diaria, en el escepticismo, las dudas, las luchas y los miedos de los ya no tan últimos tiempos, no se la podemos contar, ni nosotros , ni nadie.

Cautela y sentido común encuadran hoy a quien maneja el fruto de su esfuerzo diario, sus bienes, sus proyectos, sus posibilidades que como pudo fué sorteando, penurias económicas que hoy se miran desde muy lejos; que sin dejar de ser fragoso para muchos, cobra aspecto de expectativa para la mayoría.

Cualquier ciudadano que vive de su trabajo, es hijo de la esperanza, su incondicional y única aliada.

Dos aspectos, adquieren similitud desde la soberanía del intérprete. Cuándo festejar y qué; y no siempre hacerlo desde el consumo.

Nos mostrábamos optimistas, al cierre del último sábado en la predisposición a festejar la presencia de niños en nuestras vidas, hijos, sobrinos, nietos supieron en domingo de nuestra demostración de afecto, compartiendo, jugando, paseando.

Con chicos en donde se entusiasman, arriba de un camión de bomberos o en las hamacas, o sobre el pasto corriendo una flamante pelota en el vivero parque, por cierto el más importante pulmón verde de la ciudad.

A propósito se me ocurre y lo digo en voz alta, ya estarán viniendo domingos soleados más parejos, el último fue excepción en un duro invierno, no se podría hacer cantar a tantos jóvenes que hay en el distrito, sobre el anfiteatro o donde sea, con un equipo de sonidos para entretener a la multitud de familias que se congregan allí.

Una sugerencia, que tal vez ya esté pensada. Para agregar algo al paseo obligado de los domingos, elegido por los dorregueros, que está marcando muchas veces la sencillez del entretenimiento familiar, que no siempre aparece complicado.

Locales atiborrados de un comercio local que defendemos a ultranza, mucho público comprando, fue la postal destacada del fin de semana, especialmente viernes y sábado.

Faltaba seguro la franja de consumidores que prefiere basado en adquirida libertad de comprar donde le plazca.

Sí sirve para comprobar dos cosas: quienes viven en su pueblo gastan en las ocasiones que eligen, también es cierto que una cuestión de oferta lleva a presupuestos más ambiciosos fuera de la ciudad.

Tanto comerciantes como consumidores, tendríamos que seguir replanteando, que nadie compra donde no le conviene o no le gusta y que ninguna sencilla razón de localismo, por cierto fundamental, alcanza para cambiar esa situación.

Como contrapartida aparece: ¿qué se le ofrece a ese consumidor para convencerlo que no se vaya?.

Debatamos sobre los que nos interesa. Será la única forma de reforzar nuestras posiciones desde la razón y el entendimiento como corresponde.

Las consecuencias, al menos desde que me acuerde no han variado mucho,y de lo que estoy seguro, aunque la culpa la tengan otros , siempre, siempre depende de nosotros.

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