Los delitos que se les imputan --torturas y falsedad ideológica de instrumento público-- se originaron en los primeros minutos del 18 de mayo de 2007, en un camino vecinal dorreguense, a casi 27 kilómetros de Irene y tuvieron como víctimas a los hermanos Maximiliano Daniel y Claudio Adolfo Rodríguez y a Luciano Agustín Soto, todos residentes en Tres Arroyos.
En aquella ocasión, los policías realizaban un patrullaje y divisaron una camioneta ocupada por tres personas, con quienes protagonizaron un incidente, según trascendió entonces.
En esas circunstancias, los cazadores habrían sido golpeados y uno de ellos recibió un balazo en la mano derecha, siendo luego trasladados al destacamento policial, donde les iniciaron una causa por resistencia a la autoridad y abuso de armas.
La justicia de primera instancia determinó, tiempo después, que los hechos no se habrían desarrollado como se informó en el acta policial (con persecución y enfrentamiento) y sobreseyó a los cazadores, para luego investigar a los cuatro policías que intervinieron en el procedimiento.
Para el fiscal Sebastián Foglia --quien interviene en el debate junto con su ayudante de Coronel Dorrego, Marcelo Romero Jardín-- y el representante de los particulares damnificados, Eduardo Ducca, los cuatro imputados no sólo sometieron a apremios ilegales a los cazadores, sino que también falsearon las actuaciones instruidas en ese momento.
Detalló Foglia que no hubo persecución, tal como mencionaron los policías; que éstos no dispararon en tres ocasiones, sino al menos siete veces; que fueron dos patrulleros a la vez y no uno primero y el otro luego, y que tampoco hubo tiros de parte de los civiles.
Las defensas, a cargo de Elisa Hospitaleche (Orellano) y de Sebastián Martínez y Leonardo Gómez Talamoni (Sandoval), adelantaron que sus pupilos son inocentes y reclamarán su absolución a los jueces Alejandro Salvador Cantaro, Claudia Cecilia Fortunatti y Gabriel Luis Rojas (subrogante).
Testimonios
La ronda de testigos la inició Juan José Rodríguez, hermano de Maximiliano y Claudio, quien estaba presente aquella madrugada, aunque se había retirado algunos metros del lugar, para buscar una liebre que acababan de cazar.
Aseguró que en ese momento llegaron dos vehículos juntos y que, casi de inmediato, "me empezaron a tirar tiros a mi y corrí, asustado. Sentí un montón de disparos que daban en los pastos".
Agregó que luego, junto con la camioneta de su hermano, se retiraron los dos rodados y que uno de ellos tenía balizas.
Dijo haber caminado y corrido "como 40 kilómetros", hasta que, alrededor de las 7, se encontró con un chacarero que le facilitó un teléfono para comunicarse con su familia.
Aseguró el compareciente que sus hermanos tienen licencias para cazar en Tres Arroyos, aunque no en Coronel Dorrego, y manifestó que nunca habían tenido inconvenientes con la policía.
Por su parte, Maximiliano Rodríguez, víctima del episodio, señaló en la sala de audiencias a Sandobal y a Orellano como quienes ocupaban el coche que paró detrás de la camioneta de los cazadores, indicando que el otro rodado, también con dos efectivos de seguridad, llegó al mismo tiempo y se detuvo algunos metros más adelante.
Dijo que los bajaron "a los golpes" de la caja de la pick up y que, una vez tirados en el suelo, los policías les "gatillaban en la cabeza" y disparaban a corta distancia, contra el piso, como simulando una ejecución.
Expresó que recién algunos minutos más tarde tomó conocimiento de que Soto había sido herido de un tiro en su mano derecha y que los agentes le dijeron que "se había lastimado con una piedra".
Dijo que los cuatro efectivos portaban armas y que a su hermano Juan José les dispararon los del vehículo de atrás, en supuesta referencia a Sandobal y Orellano.
También afirmó dijo al tribunal que tiene "miedo".
Los dos testigos quedaron a disposición del tribunal, a pedido de la defensa de Sandobal, que entendió que existirían algunas imprecisiones entre sus declaraciones de primera instancia y las escuchadas ayer.
El debate continuará hoy con la producción de más prueba testimonial, debiendo comparecer, entre otros, el médico de policía Mauro Sueldo.
Otros testimonios comprometedores
El perito balístico Juan Carlos Alfano, al comparecer durante la tarde, aseguró que "no había ningún disparo de una carabina calibre 22 en los vehículos policiales" involucrados en el episodio, arma que presuntamente portaba uno de los cazadores.
Así lo confirmó anoche el fiscal Sebastián Foglia, quien señaló que, de ese modo, se habría podido comprobar que los impactos que presentaban los móviles policiales, no corresponderían a disparos efectuados por los cazadores, tal como habían señalado los imputados.
Por esa razón, aclaró el funcionario, se deduciría que los balazos que recibieron los vehículos, "eran de un calibre 38 o 9mm, calibre que usan los policías".
En la audiencia también estuvo presente el perito en Criminalística Roberto Locles, quien coincidió con su colega respecto de que las trayectorias de los proyectiles no se pudieron haber trazado como explicaron los policías procesados.
"Por ende, para la fiscalía eso significa que los policías le dispararon a su propia camioneta, con la intención de simular un tiroteo", explicó Foglia, quien detalló que Alfano es perito jubilado de la Asesoría Pericial de La Plata, con 35 años de experiencia.
Una de las víctimas
También declaró Luciano Agustín Soto, quien aseguró que "dos patrulleros llegaron al lugar al mismo tiempo", contradiciendo así a versión de los acusados, quienes habían indicado que arribaron en distintos momentos.
"Circulaban sin sirena y sin balizas, sólo con sus luces. Estacionaron uno de los móviles de costado, y por la ventanilla le colocaron una escopeta en la boca al conductor (de la camioneta de los cazadores)", dijo Soto, según la referencia de Foglia.
"A los demás --continuó-- los bajaron del vehículo, los tiraron al suelo y les apuntaron con armas. Luego empezaron a dispararle a uno de los cazadores que estaba buscando una liebre".
"El (por Soto) quedó tirado en el piso, lo comenzaron a patear y le decían: `Negro de m..., son chorros'. Después le pusieron una pistola en la cabeza y se la gatillaron al lado del oído unas cuatro o cinco veces", completó el fiscal, en base al relato del cazador.
El vocero señaló que luego de los tiros, Soto advirtió que le salía sangre de una mano, herida que la víctima mostró ayer ante el tribunal, quien habría señalado como autor del disparo a Santiago Miguel Walter, aunque no por su nombre.
Por su lado, Claudio Adolfo Rodríguez declaró que "dentro de la comisaría, un policía, a quien identificó como Sandobal, le preguntó: `Por qué no arreglaste", en referencia a un supuesto pedido de coima, dijo el fiscal.
Según confirmó el funcionario, Rodríguez declaró que los acusados intentaron obligarlo a firmar un documento, en el que se dejaba constancia que un arma de fuego era de los cazadores.
"El se negó y logró que los demás (damnificados) no firmaran ningún papel. También contó que, después de declarar en la fiscalía y ser liberado, volvió al lugar del hecho y en el suelo encontró sangre ya seca y seis o siete cápsulas Luger, de 9 milímetros", expresó Foglia. (31.08.10)
FUENTE: La Nueva Provincia
En aquella ocasión, los policías realizaban un patrullaje y divisaron una camioneta ocupada por tres personas, con quienes protagonizaron un incidente, según trascendió entonces.
En esas circunstancias, los cazadores habrían sido golpeados y uno de ellos recibió un balazo en la mano derecha, siendo luego trasladados al destacamento policial, donde les iniciaron una causa por resistencia a la autoridad y abuso de armas.
La justicia de primera instancia determinó, tiempo después, que los hechos no se habrían desarrollado como se informó en el acta policial (con persecución y enfrentamiento) y sobreseyó a los cazadores, para luego investigar a los cuatro policías que intervinieron en el procedimiento.
Para el fiscal Sebastián Foglia --quien interviene en el debate junto con su ayudante de Coronel Dorrego, Marcelo Romero Jardín-- y el representante de los particulares damnificados, Eduardo Ducca, los cuatro imputados no sólo sometieron a apremios ilegales a los cazadores, sino que también falsearon las actuaciones instruidas en ese momento.
Detalló Foglia que no hubo persecución, tal como mencionaron los policías; que éstos no dispararon en tres ocasiones, sino al menos siete veces; que fueron dos patrulleros a la vez y no uno primero y el otro luego, y que tampoco hubo tiros de parte de los civiles.
Las defensas, a cargo de Elisa Hospitaleche (Orellano) y de Sebastián Martínez y Leonardo Gómez Talamoni (Sandoval), adelantaron que sus pupilos son inocentes y reclamarán su absolución a los jueces Alejandro Salvador Cantaro, Claudia Cecilia Fortunatti y Gabriel Luis Rojas (subrogante).
Testimonios
La ronda de testigos la inició Juan José Rodríguez, hermano de Maximiliano y Claudio, quien estaba presente aquella madrugada, aunque se había retirado algunos metros del lugar, para buscar una liebre que acababan de cazar.
Aseguró que en ese momento llegaron dos vehículos juntos y que, casi de inmediato, "me empezaron a tirar tiros a mi y corrí, asustado. Sentí un montón de disparos que daban en los pastos".
Agregó que luego, junto con la camioneta de su hermano, se retiraron los dos rodados y que uno de ellos tenía balizas.
Dijo haber caminado y corrido "como 40 kilómetros", hasta que, alrededor de las 7, se encontró con un chacarero que le facilitó un teléfono para comunicarse con su familia.
Aseguró el compareciente que sus hermanos tienen licencias para cazar en Tres Arroyos, aunque no en Coronel Dorrego, y manifestó que nunca habían tenido inconvenientes con la policía.
Por su parte, Maximiliano Rodríguez, víctima del episodio, señaló en la sala de audiencias a Sandobal y a Orellano como quienes ocupaban el coche que paró detrás de la camioneta de los cazadores, indicando que el otro rodado, también con dos efectivos de seguridad, llegó al mismo tiempo y se detuvo algunos metros más adelante.
Dijo que los bajaron "a los golpes" de la caja de la pick up y que, una vez tirados en el suelo, los policías les "gatillaban en la cabeza" y disparaban a corta distancia, contra el piso, como simulando una ejecución.
Expresó que recién algunos minutos más tarde tomó conocimiento de que Soto había sido herido de un tiro en su mano derecha y que los agentes le dijeron que "se había lastimado con una piedra".
Dijo que los cuatro efectivos portaban armas y que a su hermano Juan José les dispararon los del vehículo de atrás, en supuesta referencia a Sandobal y Orellano.
También afirmó dijo al tribunal que tiene "miedo".
Los dos testigos quedaron a disposición del tribunal, a pedido de la defensa de Sandobal, que entendió que existirían algunas imprecisiones entre sus declaraciones de primera instancia y las escuchadas ayer.
El debate continuará hoy con la producción de más prueba testimonial, debiendo comparecer, entre otros, el médico de policía Mauro Sueldo.
Otros testimonios comprometedores
El perito balístico Juan Carlos Alfano, al comparecer durante la tarde, aseguró que "no había ningún disparo de una carabina calibre 22 en los vehículos policiales" involucrados en el episodio, arma que presuntamente portaba uno de los cazadores.
Así lo confirmó anoche el fiscal Sebastián Foglia, quien señaló que, de ese modo, se habría podido comprobar que los impactos que presentaban los móviles policiales, no corresponderían a disparos efectuados por los cazadores, tal como habían señalado los imputados.
Por esa razón, aclaró el funcionario, se deduciría que los balazos que recibieron los vehículos, "eran de un calibre 38 o 9mm, calibre que usan los policías".
En la audiencia también estuvo presente el perito en Criminalística Roberto Locles, quien coincidió con su colega respecto de que las trayectorias de los proyectiles no se pudieron haber trazado como explicaron los policías procesados.
"Por ende, para la fiscalía eso significa que los policías le dispararon a su propia camioneta, con la intención de simular un tiroteo", explicó Foglia, quien detalló que Alfano es perito jubilado de la Asesoría Pericial de La Plata, con 35 años de experiencia.
Una de las víctimas
También declaró Luciano Agustín Soto, quien aseguró que "dos patrulleros llegaron al lugar al mismo tiempo", contradiciendo así a versión de los acusados, quienes habían indicado que arribaron en distintos momentos.
"Circulaban sin sirena y sin balizas, sólo con sus luces. Estacionaron uno de los móviles de costado, y por la ventanilla le colocaron una escopeta en la boca al conductor (de la camioneta de los cazadores)", dijo Soto, según la referencia de Foglia.
"A los demás --continuó-- los bajaron del vehículo, los tiraron al suelo y les apuntaron con armas. Luego empezaron a dispararle a uno de los cazadores que estaba buscando una liebre".
"El (por Soto) quedó tirado en el piso, lo comenzaron a patear y le decían: `Negro de m..., son chorros'. Después le pusieron una pistola en la cabeza y se la gatillaron al lado del oído unas cuatro o cinco veces", completó el fiscal, en base al relato del cazador.
El vocero señaló que luego de los tiros, Soto advirtió que le salía sangre de una mano, herida que la víctima mostró ayer ante el tribunal, quien habría señalado como autor del disparo a Santiago Miguel Walter, aunque no por su nombre.
Por su lado, Claudio Adolfo Rodríguez declaró que "dentro de la comisaría, un policía, a quien identificó como Sandobal, le preguntó: `Por qué no arreglaste", en referencia a un supuesto pedido de coima, dijo el fiscal.
Según confirmó el funcionario, Rodríguez declaró que los acusados intentaron obligarlo a firmar un documento, en el que se dejaba constancia que un arma de fuego era de los cazadores.
"El se negó y logró que los demás (damnificados) no firmaran ningún papel. También contó que, después de declarar en la fiscalía y ser liberado, volvió al lugar del hecho y en el suelo encontró sangre ya seca y seis o siete cápsulas Luger, de 9 milímetros", expresó Foglia. (31.08.10)
FUENTE: La Nueva Provincia
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