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"Las remanidas explicaciones de quienes tienen deber de prevenir ilícitos no satisfacen ni tranquilizan a nadie"

¿Qué nos intranquiliza realmente por estas horas a los dorregueros? ¿Será que quienes andan en moto no podrán cargar nafta si no llevan casco? ¿Será la muerte de perros por envenenamiento en manos de algún irresponsable? ¿Serán mejores lluvias, para la producción agropecuaria?

¿Serán los últimos hurtos, ya recurrentes, habituales, vergonzosos, repetidos? ¿O tal vez será el cierre de un par de industrias en que la pérdida de un sólo empleo o de una empresa, donde lejos están de abundar, significa una aflicción y una inquietud manifiesta?

Todos temas importantes, no de la misma envergadura, pero atendibles en la preocupación de cada cúal.

Particularmente seguiré insistiendo para hablarles una vez más de algo que peligrosamente, aún más de los hechos en sí, en la cuasi habituación a los hurtos contra la propiedad que están siendo objeto los vecinos que viven en este pueblo.

Las ya remanidas explicaciones de quienes tienen obligación, deber, incumbencia y competencia en prevenir ilícitos y no justificar su acaecer y acontecer no satisfacen ni tranquilizan a nadie, del todo nada y ninguno.


La dilucidación de un hecho, no repara ni justifica la acción de quién existe para cuidar y proteger, personas y bienes. No debemos conformarnos con saber quién fue , y recuperar lo substraído de un hurto, ya sería un avance; pero debemos exigir que no ocurran.

La definición de la policía advierte sobre un cuerpo encargado de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad de los ciudadanos a las órdenes de las autoridades políticas. Estas últimas serán del estamento administrativo que corresponda, municipal, provincial o nacional, en cualquier caso en el ámbito y la pertenencia que corresponda.

Ahora bien, a quien concierna, ya no le debe preocupar, sino actuar, y no solicitando la contribución de potenciales damnificados, que ayudarán seguramente, pero no alcanza.

Confiamos en el refuerzo de estructuras técnicas que no muchos entienden, pero habrá que ir pensando en suspender las innumerables cenas, eventos y festejos de esta época del año en la ciudad, incluso la Fiesta de las Llanuras, los boliches y todo aquello que imponga la concentración de personas y que impliquen el retirarse de sus hogares.

Porque a los ejemplos y dichos me remito: no contamos con la seguridad suficiente para que ello ocurra sin tener noticias de violación de domicilios, a pocas horas de lo que tendría que transformarse en esparcimiento, divertimiento, recreación y placer en la vida de lo mutuo de un pueblo, que participa, coopera, se involucra en todo tipo de acontecimiento, que refuerce la vida de clubes, escuelas e instituciones de toda clase y que hacen a la integración misma de una sociedad.

No es exageración, es demandar de todo aquel o aquellos que tengan la responsabilidad de darle una solución a toda una comunidad que reclama lo suyo, lo que ha elegido, por eso vive aquí, con todo lo que eso implica , a favor o en contra, pero su elección al fin, colmada de hábitos pueblerinos, que nadie tiene el derecho de destruir, cambiar o disfrazar.

A los males no los llamamos, vienen solos. Que se ocupen los que tienen la obligación de intervenir en estos temas, de manera urgente en revertir una situación, que se mire o se analice de donde se lo haga, no es normal, ni común. Al menos en mi pueblo. (13.09.10)

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