miércoles

"Acerca de la nostalgia, John Lennon y nuestros hijos". Escribe Pablo Marcó

Según la simple descripción del diccionario, la nostalgia es aquel sentimiento, casi siempre acompañado por un fuerte dejo de tristeza o pena, que se produce o materializa en un individuo cuando a la mente de este viene el recuerdo de algún bien o ser querido perdido, que ya no está o de algún momento pasado que -por supuesto- no volverá a sucederse.

“No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”, escribió Sabina en su bella canción Con la frente marchita.

Estas definiciones son sólo una excusa para introducirlos en una brillante descripción que sobre la nostalgia hiciera Gabriel García Márquez en un artículo que escribió, el 16 de diciembre de 1980, en El País, pocos días después de la muerte de John Lennon, y que descubrí leyendo el libro Notas de prensa I, del propio escritor colombiano.

El título de la nota se llama Sí: la nostalgia sigue siendo igual que antes, cuyas principales reflexiones compartido con ustedes:

“Ha sido una victoria mundial de la poesía. En un siglo en que los vencedores son siempre los que pegan más fuerte, los que sacan más votos, los que meten más goles, los hombres más ricos y las mujeres más bellas, es alentadora la conmoción que ha causado en el mundo entero la muerte de un hombre que no había hecho nada más que cantarle al amor. Es la apoteosis de los que nunca ganan…”

“Tres generaciones -la nuestra, la de nuestros hijos y la de nuestros nietos mayores- teníamos, por primera vez, la impresión de estar viviendo una catástrofe común, y por las mismas razones. Los reporteros del a televisión le preguntaron en la calle a una señora de ochenta años cuál era la canción de John Lennon que le gustaba más, y ella contestó, como si tuviera quince: «La felicidad es una pistola caliente». Un chico que estaba viendo el programa dijo: «A mí me gustan todas». Mi hijo menor le preguntó a una muchacha de su misma edad por qué habían matado a John Lennon, y ella le contestó, como si tuviera ochenta años: «Porque el mundo se está acabando».

“Así es: la única nostalgia común que uno tiene con sus hijos son las canciones de los Beatles. Cada quien por motivos distintos, desde luego, y con un dolor distinto, como ocurre siempre con la poesía. Yo no olvidaré nunca aquel día memorable de 1963, en México, cuando oí por primera vez de un modo consciente una canción de los Beatles. A partir de entonces descubrí que el universo estaba contaminado por ellos. ..”

“Por toda la ciudad, a toda hora, se escuchaba un grito de muchedumbres- «Help, i nedd somebody».

“… Emilio García Riera, crítico e historiador de cine con una lucidez un poco sobrenatural, me dijo por esos días: ‘Oigo a los Beatles con un cierto miedo, porque siento que me voy a acordar de ellos por todo el resto de mi vida’. Es el único caso que conozco de al alguien con bastante clarividencia para darse cuenta de que estaba viviendo el nacimiento de sus nostalgias.

“Como sucede siempre, pensábamos entonces que estábamos muy Iejos de ser felices, y ahora pensamos lo contrario. Es la trampa de la nostalgia, que quita de su lugar a los momentos amargos y los pinta de otro color, y los vuelve a poner donde ya no duelen… Como en los retratos antiguos, que parecen iluminados por el resplandor ilusorio de la felicidad, y en donde sólo vemos con asombro cómo éramos de jóvenes cuando éramos jóvenes, y no sólo los que estábamos allí, sino también la casa y los árboles del fondo, y hasta las sillas en que estábamos sentados.

“… Esta tarde, pensando todo esto frente a una ventana lúgubre donde cae la nieve, con más de cincuenta años encima y todavía sin saber muy bien quién soy, ni qué carajos hago aquí, tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que los Beatles empezaron a cantar. Todo cambió entonces. Los hombres se dejaron crecer el cabello y la barba, las mujeres aprendieron a desnudarse con maturalidad, cambió el modo de vestir y de amar, y se inició la liberación del sexo y de otras drogas para soñar. Fueron los años fragorosos de la guerra de Vietnam y la rebelión universitaria. Pero, sobre todo, fue el duro aprendizaje de una relación distinta entre los padres y los hijos, el principio de un nuevo diálogo entre ellos que había parecido imposible durante siglos.

“El símbolo de todo esto -al frente de los Beatles- era John Lennon. Su muerte absurda nos deja un mundo distinto poblado de imágenes hermosas”.

En el antológico cierre de la nota, García Márquez reflexiona que las criaturas creadas en sus canciones, han hecho decir que John Lennon era un surrealista, que es “algo que se dice con demasiada facilidad de todo lo que parece raro, como suelen decirlo de Kafka quienes no lo han sabido leer. Para otros, es el visionario de un mundo mejor”.

“Alguien que nos hizo comprender que los viejos no somos los que tenemos muchos años, sino los que no se subieron a tiempo en el tren de sus hijos”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy bueno!!!!!!!! aguante the beatles...