Ante un marco estruendoso se desarrolló la última jornada del juicio correspondiente al asesinato del remisero bahiense Alfredo Pianesi, perpetrado por el joven dorreguense, Luciano Rodrigo Martín, y que dio lugar a la sentencia del mismo.
Concentrados desde pasadas las 8 de la mañana y organizados en forma lineal, frente a tribunales se manifestaban expectantes “los colegas” de Pianesi, el artificio de los fuegos que fueron arrojados al comienzo del debate fue prueba de ello.
Cerca de 9:15, la hora estipulada para el juicio se avecinaba a lo lejos la presencia de los familiares de la víctima, siempre latente esa imagen sollozante que podía percibirse en sus rostros y el pedido de justicia como leitmotiv, una mixtura de sentimientos, que llegaban a su apoteosis y que los había mantenido en vilo, por más de un año, cuando se cometió el ilícito.
Secundado por mi compañera de “leyes” Brenda Insegna, y una pléyade de periodistas y reporteros gráficos, aguardábamos por la introducción en el recinto del tribunal juzgador.
El juicio estipulado para la hora mencionada con antelación (9:15), una vez más se postergó por algunos minutos hasta cerca de las 10, momento en que nos alistamos en la sala de audiencias Nº2, la escasez de uniformados policiales, despertó inquietud en nuestra reflexión, si hacemos un parangón con la audiencia anterior, al menos entre 10 y 12 policías custodiaban el lugar, por dentro y por fuera.
Luego se adentró en el lugar, el fiscal Long, la abogada querellante Petersen, y el abogado defensor Zalba. Sin duda la suspicacia comenzaba a avizorarse: el imputado no estaría presente, tampoco su familia.
Por último como reza el protocolo procesal, se hicieron presente en cuerpo y alma el Tribunal en lo Criminal Nº 2, a cargo de los jueces Alejandro Salvador Cantaro, María Eloísa Errea de Watkins y Claudia Cecilia Fortunatti.
Una breves palabras esbozadas por el presidente del mismo, doctor Cantaro y se dio lugar a la lectura de la sentencia, que tardó minutos en llegar, previamente se iban desentrañando datos correspondiente al hecho en sí. Las cámaras y los flashes tenían como punto de destino y enfoque a la familia del taxista asesinado.
Llegó el momento de leerse la sentencia: “Prisión perpetua para el imputado Luciano Rodrigo Martín por hallarse responsablemente culpable de la muerte de Alfredo Pianesi, en congruencia con lo que establece el art.80, inc.2 y 7 del código Penal”.
¡Biennnn!, fue el grito desgarrador con que la familia Pianesi quiso manifestarse ante la decisión del tribunal, siendo aquiescente con su dictamen, se fundieron en un abrazo y entre lágrimas, encontraron su recompensa a tanto dolor, a tanto martirio (con mi compañera lo destacamos, el sufrimiento que representa y que debe ser para la familia tener que retrotraerse a los últimos momentos con vida de la víctima y ergo, su desenlace fatal) a no bajar los brazos, y a seguir hasta las últimas consecuencias, para darle la paz que se merecía el descanso eterno de “Alfredito”.
Dando por finalizado el juicio, se retiraron los jueces, y comenzó la ronda de preguntas a la viuda de Pianesi, Amanda Eva Barroso “ahora sí puedo decir que creo en la justicia”; afuera todo volvió a ser como al comienzo, los colegas del fallecido, al fin vieron su expectativa soluble en real, y lo exteriorizaron en una renovada ronda de fuegos artificiales.
Sólo se oía una música del lado de las víctimas, los bocinazos que acompañaron un emotivo recorrido en derredor de la plaza, en forma lineal de los taxistas y el aplauso de la familia como muestra de agradecimiento.
Del lado del condenado, podían percibirse las estrofas del silencio que reinaron en su ausencia en el recinto, un páramo que quedo exteriorizado en ese silencio que comienza a hacerse palabra en la música de este triste, solitario y final. (30.09.10)
Concentrados desde pasadas las 8 de la mañana y organizados en forma lineal, frente a tribunales se manifestaban expectantes “los colegas” de Pianesi, el artificio de los fuegos que fueron arrojados al comienzo del debate fue prueba de ello.
Cerca de 9:15, la hora estipulada para el juicio se avecinaba a lo lejos la presencia de los familiares de la víctima, siempre latente esa imagen sollozante que podía percibirse en sus rostros y el pedido de justicia como leitmotiv, una mixtura de sentimientos, que llegaban a su apoteosis y que los había mantenido en vilo, por más de un año, cuando se cometió el ilícito.
Secundado por mi compañera de “leyes” Brenda Insegna, y una pléyade de periodistas y reporteros gráficos, aguardábamos por la introducción en el recinto del tribunal juzgador.
El juicio estipulado para la hora mencionada con antelación (9:15), una vez más se postergó por algunos minutos hasta cerca de las 10, momento en que nos alistamos en la sala de audiencias Nº2, la escasez de uniformados policiales, despertó inquietud en nuestra reflexión, si hacemos un parangón con la audiencia anterior, al menos entre 10 y 12 policías custodiaban el lugar, por dentro y por fuera.
Luego se adentró en el lugar, el fiscal Long, la abogada querellante Petersen, y el abogado defensor Zalba. Sin duda la suspicacia comenzaba a avizorarse: el imputado no estaría presente, tampoco su familia.
Por último como reza el protocolo procesal, se hicieron presente en cuerpo y alma el Tribunal en lo Criminal Nº 2, a cargo de los jueces Alejandro Salvador Cantaro, María Eloísa Errea de Watkins y Claudia Cecilia Fortunatti.
Una breves palabras esbozadas por el presidente del mismo, doctor Cantaro y se dio lugar a la lectura de la sentencia, que tardó minutos en llegar, previamente se iban desentrañando datos correspondiente al hecho en sí. Las cámaras y los flashes tenían como punto de destino y enfoque a la familia del taxista asesinado.
Llegó el momento de leerse la sentencia: “Prisión perpetua para el imputado Luciano Rodrigo Martín por hallarse responsablemente culpable de la muerte de Alfredo Pianesi, en congruencia con lo que establece el art.80, inc.2 y 7 del código Penal”.
¡Biennnn!, fue el grito desgarrador con que la familia Pianesi quiso manifestarse ante la decisión del tribunal, siendo aquiescente con su dictamen, se fundieron en un abrazo y entre lágrimas, encontraron su recompensa a tanto dolor, a tanto martirio (con mi compañera lo destacamos, el sufrimiento que representa y que debe ser para la familia tener que retrotraerse a los últimos momentos con vida de la víctima y ergo, su desenlace fatal) a no bajar los brazos, y a seguir hasta las últimas consecuencias, para darle la paz que se merecía el descanso eterno de “Alfredito”.
Dando por finalizado el juicio, se retiraron los jueces, y comenzó la ronda de preguntas a la viuda de Pianesi, Amanda Eva Barroso “ahora sí puedo decir que creo en la justicia”; afuera todo volvió a ser como al comienzo, los colegas del fallecido, al fin vieron su expectativa soluble en real, y lo exteriorizaron en una renovada ronda de fuegos artificiales.
Sólo se oía una música del lado de las víctimas, los bocinazos que acompañaron un emotivo recorrido en derredor de la plaza, en forma lineal de los taxistas y el aplauso de la familia como muestra de agradecimiento.
Del lado del condenado, podían percibirse las estrofas del silencio que reinaron en su ausencia en el recinto, un páramo que quedo exteriorizado en ese silencio que comienza a hacerse palabra en la música de este triste, solitario y final. (30.09.10)
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