lunes

Madera: "Queda mucho por hacer, pero que quede tanto no es una contra"

Condenados al éxito, se acuerdan. Épocas, todas experiencias, que deben servir como tales.

Empirismos, vivencias, que de ninguna manera debemos olvidar. Últimos días cargados de historia vívida, que nadie nos cuenta ya de otra manera, sino que nuestra inferencia, va de la mano del tiempo real, en primera persona.

Me he tomado la accesión, no pedida, a lo largo del transcurso de este programa, ya con casi un año de existencia, de compartir las memorias propias sobre el país en que crecí, un país deforme y garroteado, en blanco y negro y rojo, rojo sangre.

Donde nos contaban la realidad, a nosotros los no tan chicos y que ya dejábamos de creer en algunas cosas, para pensar las propias, sobre lo indómito de lo juvenil, lo introspectivo de los más estudiosos, el reclamo a la indiferencia, la irreflexión y el aturdimiento de lo púber.

Vimos el sufrimiento de familias como las nuestras, ¿que tenían de distintas, para merecer ese padecimiento?

Perdimos familia, amigos, conocidos, sin llegar a comprender porqué, nadie hablaba, no digo luchar, no era fácil, pero costaba lo mismo entenderlo y lamentarlo, que justificarlo, aprendimos a vivir anestesiados, que es peor que estar muertos.

Sino después de mucho tiempo, dos sucesos de la historia, ésta agobiada síntesis de un país, marcado, protagonizado, actuado, por las mismas gentes, que como muchos vivimos acaecimientos contradictorios, desprolijos, canallescos, marcan una semana de culminación de dos interprétes de la realidad nacional, como primeros actores que sellaron épocas totalmente discordes, específicas, pero reales, sufridas y gozadas, por todos nosotros.

La interrupción de la existencia de un anciano postrado, no cierra nada que se pueda cerrar. Pero, la pesadilla de que nadie combata el horror, por el contrario que lo justifique, no volverá a suceder, de eso estamos sumamente seguros.

Los que no pudieron bordear el abismo, nos sirven para pulsar sobre la dignidad, las ideas, la justificación de una vida a vivir de pié. Sobre esto no hay matices, consensos, debates o justificaciones, es casi de bien nacido.

La muerte del condenado, torturador, asesino , indultado por Menem en democracia, nos hizo entender que ellos están fuera de la historia, que los co-protagonistas de esa historia están en retirada, y que aunque los vivamos puteando, nos vamos cargando de sentido. El dolor se transformó en esperanza.

La partida de Néstor Kirchner, no implicó la pérdida de ningún iluminado. Sólo supo leer tanto hastío y tanto reclamo histórico, desde el lugar de su conciencia , pese a los que se desgañitan , convencidos de no mirar hacia atrás, de nada sirve dicen.

Tuvo el coraje de enfrentar tanta bronca y tanta desesperanza, y atreverse a algo distinto. Estó bastó para encender algo que los jóvenes no sabían que existía y los viejos esperábamos que alguien se acordara, sin claudicaciones.

Lo que sí ahora no van a dejar que se apague el fuego, no quieren. El descreimiento y las miserias humanas, cosas inexplicables e inexplicadas, las muertes, todas, no pueden robar la esperanza. Este ya no es el país del cinismo y el individuo sobre todo, ya no.

Queda mucho por hacer, pero que quede tanto no es una contra cuando vemos una fuente de energía vital, con tantos para hacerlo. Están dispuestos, están comprometidos, están vivos en definitiva, cargados de futuro, nunca condenados, ni metafóricamente.

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