sábado

Opinión: El kirchnerismo nos ha obligado a corrernos de lugar varias veces

Venimos de largos días, esos en los que el tiempo se detiene, esos en los que ocurren muchos acontecimientos, pero que encadenados, son parte de un gran todo indescriptible…

Días en que devoramos pantallas buscando explicaciones, análisis, algo que nos saque de la densidad y cercanía del hecho social.

Son esos días densos que luego saldrán en los manuales de historia. Y es ese el inicio de este espacio. Una vez más, somos testigos de privilegio de esa historia, una vez más saldremos en la foto del manual Santillana de cuarto grado. Y desde ahí elijo empezar.

Porque esta vez no lo leí, no lo estudié, esta vez lo viví. Siempre renegué de los adultos que me decían “no hablés porque no viviste eso”. Esta vez, supongo, tendré mayor legitimidad para hablar y para explicar lo inexplicable. Porque estuve ahí, en esa ciudad transformada en mar de personas que iban y venían. Desbordada de papelitos y banderas, de historias que se entrecruzaban y se saludaban y se abrazaban. Perdiendo la conciencia de cuánta gente había, sabiéndome parte de un hecho innegablemente histórico y pensando lo importante que fue estar ahí, dejando que una consigna me contagie las ganas de gritar y viendo las reacciones de la masa ante cada personaje que aparecía en la pantalla gigante.

Soy de la generación que tuvo su infancia menemista, signada por la apatía política y que vio el estallido de crisis de representación de diciembre de 2001 explotar por los aires. Soy de la generación que no hablaba de política. Soy de la generación que vio la organización post 2001, los piquetes y las asambleas.

Y soy de la generación que ahora habla de política, porque desde el 2003 se politizó y se reabrió el debate en el espacio público, a favor y en contra. Soy de la generación que el miércoles se encontró censando con un nudo de angustia en la garganta, porque algo muy fuerte estaba pasando. No se murió un ex presidente, se murió un político en funciones nacionales y regionales que inició un proyecto que tuvo la decisión política de darle cauce a muchas demandas sociales. Que fortaleció el rol del Estado. Y nos obligó a corrernos de lugar.

El peronismo ha sido incómodo a lo largo de toda su historia, ríos y ríos de tinta se han escrito acerca del fenómeno. Complejo sistema político en sí mismo, dijo una socióloga hace mucho tiempo. El kirchnerismo nos ha obligado a corrernos de lugar varias veces, porque abrió las puertas a muchas demandas del campo popular. Ignoró otras tantas, claro. Pero cuando algunas de esas demandas son respondidas, necesariamente nos descoloca. Pero no se puede negar que avanzamos. Que estos siete años han sido de avance.

Y eso se veía en la capital. Una multitud movilizada, “si este no es el pueblo, el pueblo dónde está” coreaba la interminable fila de personas que esperaban para darle el último adiós al líder, al político, al ex presidente. Y no sé dónde está el pueblo. Años intentando definir la categoría. Pero ese mar de miradas, unidas vaya una a saber porqué, que tomaron la calle para darle el apoyo a una Presidenta elegida por el voto popular, algo nos tiene que decir. Y es ahí donde se anulan las etiquetas sociológicas, ante la evidencia del hecho social en sí mismo y una no puede hacer más que contemplar el nacimiento del mito.

Y atravesados por la historia, y pensando en que las fuerzas sociales casi necesariamente se dicotomizan en la lucha política. Digo que esa gente movilizada le estamos diciendo NO a tantos discursos que se sucedieron inmediatamente después de conocida la noticia y que festejaban la muerte. Cargados de odio y de rencores, nos recordaba la desafortunada “viva el cáncer” contra Evita. Y vemos entre quienes festejaban, a lo más concentrado de la burguesía nacional, a los genocidas encerrados en Marcos Paz, a los monopolios mediáticos, a todos aquellos que perdieron y quieren volver.

Y aún más, vimos como desenfundaron la espada machista, misógina y patriarcal bajo el argumento sobre el cual la gobernabilidad está en peligro porque el verdadero conductor ha muerto. Porque claro, una mujer no puede estar al mando de nada, mucho menos de un país. Como si Cristina Fernández no fuese capaz por sí sola de manejar los destinos de un país. Se podrá está a favor o en contra de sus políticas, pero atacarla por su condición de mujer es el mas rapaz y cobarde de los argumentos.

Por suerte para la democracia del país, Cristina Fernández no está sola, elijo ver el vaso con la mitad llena de las miradas que se encontraron en la plaza y que transmitieron la fuerza necesaria para seguir profundizando todo lo que falta. Y en esa dicotomía, sin ser parte del proyecto, siendo crítica, apostando a seguir avanzando, elijo posicionarme, porque no quiero pensar dentro de treinta años que no lo hice pudiendo haberlo hecho. Ahora es cuando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegra mucho encontrar las palabras justas en el momento necesario.
AHORA ES CUANDO.

Comparto con vos las nociones respecto a lo vivido durante los 90, pertenezco a esa misma generación.
Quisiera agregar algo más. Considero que muchos estamos en el mismo lugar. Gracias al Gobierno del 2003, pudimos terminar de estudiar, tuvimos trabajo, y sobre todo, nos animamos a pensar!

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!!

Anónimo dijo...

COMO JOVEN DE ESTE PAIS ME PERMITO SOÑAR: A PARTIR DE MAÑANA EL CONCENSO LE GANARA A LA CONFRONTACION, LA JUSTICIA A LA CORRUPCION, LA VERDAD A LA MENTIRA,LA DIGNIDAD DEL ESFUERZO DEL TRABAJO AL ACOMODO, EL RESPETO POR EL OTRO AL AVASALLAMIENTO, UN PAIS FEDERAL A CONCENTRACION NOCIVA, LA TRANSPARENCIA A LOS NEGOCIADOS, EL CASTIGO A LA IMPUNIDAD...POR NUESTROS NIÑOS, PARA QUE NO PASEN MAS HAMBRE, NUESTROS ABUELOS, QUE VIVAN DIGNAMENTE, NUESTRA JUVENTUD, QUE SE CAPACITE, ESTUDIO Y APRENDA EL VALOR DEL ESFUERZO, POR NUESTRA QUERIDA ARGENTINA!!!!