martes

"Contra todos los males del mundo - Hércules- ". Escribe Facundo Segurola

Dedicado a Hugo César Segurola: el paladín de los sueños, el adalid de las quimeras.

Caliente el aire en los días de verano, la noche tiñó de negro el cielo y se posó allí, para descansar de luz.

El (nuevo) calendario desprende sus primeras hojitas, el reloj no detiene su marcha y así transitan los primeros días del nuevo año de la era cristiana: 2011, un año más, en mi corta vida, un año menos para alguien y a lo mejor otro año más para recordar algo, quien sabe…

Antes de correr, es bueno aprender a caminar, de los pasos dados me queda un pasado y hacia el futuro allí voy, el porvenir es fácil de predecir, las noticias del mañana tendrán un lugar reservado para mi no-existencia en los avisos funerarios, lo difícil es subsistir en el presente.

Allanado el camino, zigzagueando en un valladar de piedras, de quimeras alimento mis ideas, esa es mi ideología, ese es mi pábulo, el antídoto de supervivencia.

No escribo en representación de mi padre, el defensor de las utopías y los sueños, sino que soy su epígono, y como alumno suyo que me considero abrazo esas ideas para mí, algunas…

Me tiro a descansar, las sombras de un álamo me escudan del calor, y pienso…pienso en cambiar el mundo, al menos el mío… ¿es tan difícil, tan siquiera? Apenas un átomo de luz en las tinieblas.

Cavilando en mi peregrinar recuerdo en detalles la historia de Hércules.

Cuenta la leyenda en la mitología griega que existió un monstruo de nueve cabezas que habitaba un pantano cerca de Lerna, Grecia, el mismo se erigía en una amenaza para todos los habitantes de Argos, tenía un aliento, cuyo hálito era mortalmente ponzoñoso, y la perfidia se complementaba con la inmortalidad que revestía una de sus cabezas, la que se ubicaba en el centro, las restantes tenían la particularidad que al ser cortada una de ellas, nacían dos (a falta de una).

Hércules a quien se envió a matarla, como el segundo de sus doce trabajos, logró eliminarla quemando las ocho cabezas mortales con una antorcha para impedir que crecieran las dos correspondientes y sepultó la cabeza inmortal bajo una roca, luego mojó sus flechas en sangre de la Hidra para envenenarlas.

Éste simple relato, ésta porción de historia mítica, que roza lo absurdo me asiste de parábola en mi representación de ideas: la fuerza, la inteligencia, el golpe justo para erradicar los males desde su raigambre, muchas veces se eliminan algunos problemas y se crean otros, como en la leyenda, se corta una cabeza y nacen dos, tampoco está bueno sacrificar a unos para beneficiar otros, nada de esto se emparenta a “el fin justifica los medios” Maquiavélico, los ejemplos sobran, yo aporto el temario.

De esto se trata mi ideología, mi utopía abraza el cuerpo de la igualdad, la igualdad para todos, igualdad entre iguales y desiguales. Soy la puerta del hospicio que se abre para el alienado que busca aunar en la soledad su cordura. Soy la moneda que como trofeo busca recibir el mendigo en su lecho de calle. Soy el Rocinante que recibe latigazos de los “pequeños” Quijotes que de día y noche deambulan la ciudad en busca de algo que sacie en conformidad a sus patrones. Soy el cartón que cobija en noches de inviernos, y el del negociante que permuta su hallazgo por pequeñas monedas (me refiero al cartonero).

Soy el libro que educa, soy la mano que asiste, soy juez y parte de la injusticia.

Soy el editor de noticias que tergiversa el matiz de las mismas en color rosa ante el rojo-sangre que tanto aterra. Soy la droga que cura.

Quiero ser Hércules, debo ser un alienado por pensarlo. Soy todo lo que quiero ser, al menos en mi mundo, al menos lo pienso.

De José Hernández me guardo una frase: “porque entre tanto rigor y habiendo perdido tanto…” de eso se trata mi quimera, podré perder, podré ganar, pero no detendré mi marcha, si es que aún sirve de algo. (04|01|11)

3 comentarios:

Rocío. dijo...

Felicitaciones, es realmente emocionante. Muchas gracias.

cristina dijo...

hola facu la verdad sos un genio. me gusta y emociona lo que escribis. te felicito,alguna lagrima se me escapa.cariños, CRISTINA.

Anónimo dijo...

Facundo, es realmente hermoso cómo podés volvar en palabras lo que sentís y pensás. Me emociona tanto leer lo que escribís... Mis felicitaciones!!!!! Sos un orgullo para mí. Te quiero mucho. Tu Seño Cris ¿Te acordás?