jueves

"Todo pasa y nadie intentará en C. Dorrego revisar lo que por aquí sucedía"

“Quizás la reseña histórica hay que juzgarla entre la incertidumbre de las novedades y le peso impenetrable del ayer. No es saludable venerar en lo que en la celeridad del conflicto escribimos. De todos modos y aunque nos opongamos, somos tan sólo músculo de los eventos ocurridos, por eso escribo la historia de una ausencia en el preciso instante en que dicha ausencia adquiere significativa identidad”.

Entre el Sociólogo Horacio González y el Escritor Andrés Rivera me ayudaron a conformar este pequeño prólogo. Y por oposición ideológica, inconscientemente tal vez, también colaboró con él nuestro Intendente Municipal, cuando manifestó públicamente su renuencia y desconfianza con respecto a las teorías que abogan por el garantismo jurídico.

Del mismo modo actuaron las declaraciones radiales de un cuadro profesional oficialista que aseguró públicamente que las persecuciones políticas no habían sido sufridas por cuadros militantes peronistas o radicales sino por otros que.... (¿en algo andaban?) ... lamentablemente no terminó la idea, tal vez consciente de haber transitado por un luctuoso y famélico pantanal.

Tristemente uno comprueba, luego de 35 años, la distancia existente entre el oportunismo político que asegura un liviano y seguro transitar y la verdadera concepción militante sobre el riesgoso compromiso de aquel entonces.

El 24 de Marzo de 1976 quedaron formalmente irrespetadas las garantías individuales y colectivas por parte del Estado, es decir, nuestra sociedad dejó de garantizar los derechos civiles de las personas: Rechazando sistemáticamente los Habeas Corpus, obviando de plano el derecho de legítima defensa, aplicando tormentos y apremios de toda clase y especie, instalando la ingeniera de la desaparición de personas, negándole su identidad a los niños, deteniendo y matando como basamento fundacional político.

De eso se trata la antítesis del garantismo mi estimado Doctor. La lectura de los trabajos del Dr. Zaffaroni al respecto puede resultar de inestimable ayuda para entender determinados fenómenos. Tal vez estoy siendo injusto y lo malinterpreté y en realidad Usted quiso decir que es necesario modernizar la ley penal vigente en función de la complejidad social existente; modificarla dentro del marco legislativo y garantizar, a partir de allí, el fiel cumplimiento de esas modificaciones. La pregunta a hacerse es ¿Y si tales cambios no alcanzan? Abandonaríamos nuevamente la necesidad democrática de garantizarlos.

Nunca hay de dejar de garantizar el cumplimiento de la ley. Ser garantista es ser democrático en su más fina esencia. No serlo es ingresar automáticamente en el marco de la ilegalidad, al igual que sucedió en 1976, y no creo que usted aspire a involucionar de ese modo. Lamentablemente y luego de ambas declaraciones públicas las organizaciones sociales y políticas vernáculas no asumieron el convite y dejaron que dichas relevaciones nadasen por aguas de hipócrita mansedumbre.

Algunas pocas y valientes voces manifestaron su indignación sobre los fantasmales y anacrónicos dichos de los notorios integrantes de la “mass media” dorreguense, aquellos que detestan el garantismo y el respeto por los derechos esenciales y que a la vez tienen una concepción caprichosa, cuasi sectaria y doblemente endemoniada de los eventos ocurridos a partir del segundo lustro de los años setenta. Militantes se dicen... prefiero mantener dudas razonables al respecto.

Hoy, y bienvenida la evocación, se llenarán las plazas de palabras y encuentros, se abrirán cátedras, expondrán comprometidos conferencistas y por veinticuatro horas la silente sociedad local se mostrará derecha y humana, regalará sonrisas y abrazos fraternales, será comprensiva y criteriosa, abogará por las causas, dejando de lado, por el momento, los molestos efectos de los que nuestra Presidenta siempre será responsable por fundamento y determinismo opositor.

Pero a no padecer... Todo pasa rápidamente y nadie intentará en Coronel Dorrego revisar lo que por entonces sucedía; quiénes acompañaron aquel proyecto totalitario vecinal, quiénes obtuvieron significativos beneficios mientras el dolor ajeno se sostenía a picana y submarino; porque mañana... mañana será otro día. Lo formal no quita lo valiente, lo políticamente correcto siempre suma, y ninguna de las heridas aún sangrantes valdrá la pena examinarse. Tal vez por todo esto exista la imperiosa necesidad y necedad de continuar recordando.

“LOMJE (Libres o Muertos, Jamás Esclavos)... Paty (María Antonia Berge) había escrito con un dedo tinto en sangre esta sigla en la pared de la cárcel de Trelew, con el último aliento, segundos después de haber sido fusilada. Paty tenía 22 años...

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