El termino “caminar la calle” es muy utilizado en política, contando con varias interpretaciones.
“Yo puedo caminar la calle sin problemas”, de esa forma algunos dirigentes mencionan que no tienen inconvenientes en contactarse directamente con la gente y que disponen de una buena aceptación por parte del público”.
“Ese no puede caminar la calle”, en este caso la aseveración tiene que ver con aquellos que han defraudado al electorado o cuentan con una mala imagen, lo que les imposibilita entablar un contacto directo con la gente”.
“Nosotros vamos a caminar la calle”, frase habitualmente utilizada en las campañas electorales. De hecho muchos hacen uso de esta estrategia (Coronel Dorrego no es la excepción) desembarcando en forma masiva en barrios, domicilios particulares y localidades; prometiendo ocuparse de cada una de las necesidades de los vecinos y fundamentalmente “volver” fuera de la campaña.
“Los concejales y funcionarios no caminan la calle”, referencia muy utilizada en nuestro ámbito, tanto por parte de dirigentes de diversos sectores como de los propios vecinos.
La apreciación crítica apunta a la necesidad de los comunes ciudadanos de dialogar con sus representantes, sin protocolos, sin tediosas colas o largas esperas en los pasillos municipales.
Pretenden en definitiva “reestablecer” el dialogo prometido en elecciones pasadas cuando muchos de estos protagonistas llegaban a sus domicilios particulares con una catarata de proyectos, promesas e iniciativas tendientes a “cambiarle la vida”.
Además de la calle muchos candidatos han comenzado a caminar la playa, aprovechando para ello la masiva concentración de público en la temporada estival.
Entre viernes y domingo Monte Hermoso recibió al Gobernador Daniel Scioli, al Diputado Nacional Felipe Solá; mientras que mañana tras visitar nuestra ciudad, Francisco de Narváez se dirigirá luego al vecino balneario.
En lo que atañe a nuestro ámbito se producirá la renovación de seis bancas en el Concejo Deliberante y dos en el Consejo Escolar, mientras que a nivel provincial y nacional se concretará el recambio de Diputados.
Las particulares características del año producto de la crisis política y económica de 2008 obligarán a mesurados mensajes y a poner el acento sobre cuestiones estrictamente locales por parte de aquellos que aspiren a la obtención o el mantenimiento de una banca.
En el retorno a los viejos sitios recorridos en otras campañas encontrarán a muchas personas aguardando con su libro de quejas, reclamando por compromisos asumidos y seguramente haciéndoles notar a muchos una ausencia de “dos años”.
Estar en la calle otorga la posibilidad de “observar la realidad tal cual es”, escuchando de sus protagonistas: quejas, peticiones, sugerencias y también iniciativas.
El mano a mano deja al descubierto los verdaderos problemas que viven los habitantes de este lugar, los cuales no pueden medirse virtualmente, mucho menos a distancia.
Ayer Felipe Solá señalaba en una entrevista que si bien “la calle” es importante para medir donde se está parado y que nivel de adhesión se tiene, para los políticos siguen resultando claves las encuestas, sin dejar de reconocer la manipulación que muchas veces se usa para levantar o sepultar a un candidato.
A propósito de consultas, se supo que hace algún tiempo desde el entorno del jefe comunal se decidió un testeo de imagen de este gobierno.
Si bien sus resultados no trascendieron públicamente una fuente oficial (al pasar) mencionó algunos datos.
La “imagen” de Fabián Zorzano mantiene niveles de adhesión muy elevados (más del 70 por ciento), mientras que entre 4 y 5 de los miembros de gabinete superan el 50 por ciento con el rótulo de positiva.
Respecto a la gestión de gobierno la aceptación no resulta tan contundente como el ítem anterior.
Mientras que otro dato surge como revelador de la relación: pueblo-gobernantes; una importante cantidad de funcionarios tienen niveles muy bajos de aceptación, fundamentalmente “porque las personas consultadas no los conocen…”
Si uno trasladará la pregunta al público seguramente encontraría respuestas dispares; del mismo modo si se indagara sobre el nombre de cada uno de los doce ediles. Pocos podrían responder con precisión sobre cargos y responsables.
En algunos casos se nota el poco interés de la gente por saber de quienes los representan; en otros el distanciamiento se registra por la complejidad de determinadas tareas que hace a la función pública. También por la modalidad de “funcionarios de escritorio”, que casi como una norma desde hace años muchos han adoptado, tener a “la gente lo más lejos posible”.
Es entonces y aunque esto cause: enojo, malestar y también reproches, los ciudadanos suelen optar por la búsqueda de un atajo para “llegar” a sus autoridades: los medios de comunicación.
Muchas personas aprendieron a utilizar esta herramienta para ejercer el derecho a peticionar, utilizando de intermediario un micrófono, un mensaje, una cámara o un llamado telefónico.
A partir de hacerse público un hecho deja su condición de oculto, obligando aunque no siempre a la obtención de soluciones al menos a respuestas que pongan en un pie de igualdad a unos y otros.
A veces la sola mención: “voy a la radio o al cable” produce efectos rápidos y logra despertar de la modorra a algunos.
Estamos en un año electoral donde “volverán” los ausentes, los nuevos y quizás los “viejos” fantasmas del pasado.
Llegarán días de caminatas, visitas cortas y mates largos, sonrisas amplias y abrazos prolongados.
Todo pasa, se recicla o se mimetiza.
Quizás a lo largo del camino y no con poca sorpresa al comprobar la angustiante realidad que hoy no ven, varios lleguen a preguntarse ¿Y… dónde está la gente?
“Yo puedo caminar la calle sin problemas”, de esa forma algunos dirigentes mencionan que no tienen inconvenientes en contactarse directamente con la gente y que disponen de una buena aceptación por parte del público”.
“Ese no puede caminar la calle”, en este caso la aseveración tiene que ver con aquellos que han defraudado al electorado o cuentan con una mala imagen, lo que les imposibilita entablar un contacto directo con la gente”.
“Nosotros vamos a caminar la calle”, frase habitualmente utilizada en las campañas electorales. De hecho muchos hacen uso de esta estrategia (Coronel Dorrego no es la excepción) desembarcando en forma masiva en barrios, domicilios particulares y localidades; prometiendo ocuparse de cada una de las necesidades de los vecinos y fundamentalmente “volver” fuera de la campaña.
“Los concejales y funcionarios no caminan la calle”, referencia muy utilizada en nuestro ámbito, tanto por parte de dirigentes de diversos sectores como de los propios vecinos.
La apreciación crítica apunta a la necesidad de los comunes ciudadanos de dialogar con sus representantes, sin protocolos, sin tediosas colas o largas esperas en los pasillos municipales.
Pretenden en definitiva “reestablecer” el dialogo prometido en elecciones pasadas cuando muchos de estos protagonistas llegaban a sus domicilios particulares con una catarata de proyectos, promesas e iniciativas tendientes a “cambiarle la vida”.
Además de la calle muchos candidatos han comenzado a caminar la playa, aprovechando para ello la masiva concentración de público en la temporada estival.
Entre viernes y domingo Monte Hermoso recibió al Gobernador Daniel Scioli, al Diputado Nacional Felipe Solá; mientras que mañana tras visitar nuestra ciudad, Francisco de Narváez se dirigirá luego al vecino balneario.
En lo que atañe a nuestro ámbito se producirá la renovación de seis bancas en el Concejo Deliberante y dos en el Consejo Escolar, mientras que a nivel provincial y nacional se concretará el recambio de Diputados.
Las particulares características del año producto de la crisis política y económica de 2008 obligarán a mesurados mensajes y a poner el acento sobre cuestiones estrictamente locales por parte de aquellos que aspiren a la obtención o el mantenimiento de una banca.
En el retorno a los viejos sitios recorridos en otras campañas encontrarán a muchas personas aguardando con su libro de quejas, reclamando por compromisos asumidos y seguramente haciéndoles notar a muchos una ausencia de “dos años”.
Estar en la calle otorga la posibilidad de “observar la realidad tal cual es”, escuchando de sus protagonistas: quejas, peticiones, sugerencias y también iniciativas.
El mano a mano deja al descubierto los verdaderos problemas que viven los habitantes de este lugar, los cuales no pueden medirse virtualmente, mucho menos a distancia.
Ayer Felipe Solá señalaba en una entrevista que si bien “la calle” es importante para medir donde se está parado y que nivel de adhesión se tiene, para los políticos siguen resultando claves las encuestas, sin dejar de reconocer la manipulación que muchas veces se usa para levantar o sepultar a un candidato.
A propósito de consultas, se supo que hace algún tiempo desde el entorno del jefe comunal se decidió un testeo de imagen de este gobierno.
Si bien sus resultados no trascendieron públicamente una fuente oficial (al pasar) mencionó algunos datos.
La “imagen” de Fabián Zorzano mantiene niveles de adhesión muy elevados (más del 70 por ciento), mientras que entre 4 y 5 de los miembros de gabinete superan el 50 por ciento con el rótulo de positiva.
Respecto a la gestión de gobierno la aceptación no resulta tan contundente como el ítem anterior.
Mientras que otro dato surge como revelador de la relación: pueblo-gobernantes; una importante cantidad de funcionarios tienen niveles muy bajos de aceptación, fundamentalmente “porque las personas consultadas no los conocen…”
Si uno trasladará la pregunta al público seguramente encontraría respuestas dispares; del mismo modo si se indagara sobre el nombre de cada uno de los doce ediles. Pocos podrían responder con precisión sobre cargos y responsables.
En algunos casos se nota el poco interés de la gente por saber de quienes los representan; en otros el distanciamiento se registra por la complejidad de determinadas tareas que hace a la función pública. También por la modalidad de “funcionarios de escritorio”, que casi como una norma desde hace años muchos han adoptado, tener a “la gente lo más lejos posible”.
Es entonces y aunque esto cause: enojo, malestar y también reproches, los ciudadanos suelen optar por la búsqueda de un atajo para “llegar” a sus autoridades: los medios de comunicación.
Muchas personas aprendieron a utilizar esta herramienta para ejercer el derecho a peticionar, utilizando de intermediario un micrófono, un mensaje, una cámara o un llamado telefónico.
A partir de hacerse público un hecho deja su condición de oculto, obligando aunque no siempre a la obtención de soluciones al menos a respuestas que pongan en un pie de igualdad a unos y otros.
A veces la sola mención: “voy a la radio o al cable” produce efectos rápidos y logra despertar de la modorra a algunos.
Estamos en un año electoral donde “volverán” los ausentes, los nuevos y quizás los “viejos” fantasmas del pasado.
Llegarán días de caminatas, visitas cortas y mates largos, sonrisas amplias y abrazos prolongados.
Todo pasa, se recicla o se mimetiza.
Quizás a lo largo del camino y no con poca sorpresa al comprobar la angustiante realidad que hoy no ven, varios lleguen a preguntarse ¿Y… dónde está la gente?