En la víspera el Concejo Deliberante consideró el Presupuesto de gastos, previsto para 2.009 por parte de la Municipalidad local.
El análisis de los dos dictámenes presentados, mereció un largo y enfervorizado debate, donde nuevamente surgieron acusaciones e imputaciones desde una y otra bancada.
Resultaría poco serio de mi parte analizar en caliente las posturas de ambos bloques, atento que las cuestiones numéricas y políticas esgrimidas ameritan una lectura pormenorizada para emitir una opinión en torno a un tema donde se deciden prioridades y objetivos de los fondos públicos.
Los números dominaron el escenario de la discusión, tanto en los destinos de las partidas previstas por el Ejecutivo, como en las variantes introducidas en el dictamen de la oposición.
A partir de los 33.998.373 pesos en que fue fijada la suma final de lo presupuestado, oficialismo y oposición brindaron contrapuestos argumentos en el momento de analizar las distintas imputaciones.
Lo que para unos resultaban cifras ajustadas a las necesidades y al compromiso electoral establecido en 2.007, para los otros se trataba de un diseño pergeñado con fines electoralistas.
Entre tantos números tirados en la calurosa noche, entre partidas “engordadas extrañamente” y “particulares economías”; una cifra mencionada desde el bloque radical, aceptada por la oposición y repetida en varias ocasiones, resultó además de lapidaria: muy preocupante.
Se dijo que actualmente el área de Desarrollo Social atiende un total de 1.500 familias, lo que tomando como referencia-promedio una familia tipo (cuatro personas), se llega a la estimación de 6.000 personas asistidas por el estado municipal.
Si se toma como base el censo poblacional de 2.001, que arrojó un total de 16.522 personas para el partido de Coronel Dorrego, casi el 40 por ciento de sus habitantes reciben ayuda para poder subsistir.
Desde el oficialismo se habló de la necesidad de seguir brindando ayuda, indicando que la actual crisis prevé la agudización del problema.
Para el bloque opositor resulta “excesiva” la partida prevista en esta área, asociando la medida al año político en marcha. Asimismo estimaron como más conveniente aumentar los fondos para fines productivos, otorgándole posibilidades de reinserción a mayor cantidad de personas.
Al descalificar la mención de “clientelismo” citada por el FPV, se dijo que presumir que la ayuda implicaba un compromiso electoral, era subestimar el pensamiento de la gente en la libre decisión de elegir a sus representantes.
Entre las asistencias otorgadas se mencionó el pago de pasajes, para determinados tratamientos o consultas médicas fuera de nuestro ámbito, entrega de alimentos, suministro de medicamentos o el pago de servicios, como luz o gas.
El debate se centró en los fondos asignados a la ayuda.
Para el radicalismo el incremento respecto a lo presupuestado el año pasado, obedece a la inflación y al crecimiento de la pobreza.
Para los frentistas esa cifra está inflada y más que asistir pretende condicionar y sumar voluntades de cara a las elecciones de Octubre.
El millar y medio de familias asistidas no resulta una noticia nueva para la opinión pública, ya que en la anterior gestión radical se había citado idéntico número.
¿Se ha dimensionado lo que implica esa cifra para la densidad demográfica del distrito?
¿Qué acciones se han llevado a cabo para modificar esta realidad?
¿Alcanza con la ayuda oficial?
¿Hay acostumbramiento a la asistencia social, o resignación ante una realidad absorbente y devastadora?
Falta de recursos para satisfacer necesidades mínimas, dificultades para poder acceder a una vivienda o pagar un alquiler, carencia de servicios vitales (como agua, gas y hasta electricidad), problemas de salud, falta de coberturas sociales, deserción escolar, crecimiento de las adicciones, marginalidad y hacinamiento resultan los componentes de un peligroso cóctel que afecta a muchos de nuestros vecinos.
Además del municipio y los planes provinciales y nacionales, otros actores solidarios colaboran ante este difícil cuadro local.
Los comedores de establecimientos escolares, el Centro Educativo, Guarderías, Cáritas Parroquial, distintas congregaciones religiosas, algunas ONG (organizaciones no gubernamentales), instituciones intermedias y la ayuda espontánea de muchos dorreguenses surgen como inestimables contribuciones para enfrentar un complejo trama, donde la falta de trabajo o de ingresos acordes se constituyen en el principal factor de un problema que surge como endémico.
Agotada la discusión presupuestaria, será menester que concejales y funcionarios ubiquen entre sus prioridades revertir tan negativos guarismos.
Además de la imprescindible contención (que es obligación brindar) deben buscarse caminos que lleven a disminuir tan alarmantes cifras, donde oficialismo y oposición deben actuar “codo a codo”, dejando de lado especulaciones partidarias, enconos personales o viejas disputas.
En un año electoral los candidatos que aspiren representarnos, deberán abstenerse de manipuleos, falsas promesas o denigrantes repartos de elementos o dinero.
En la medida que estos números de la indigencia se mantengan (o aumenten), cada vez serán más los expulsados, los que con dolor deban marcharse para convertirse en nuevos “dorreguenses fuera del pago…”
El análisis de los dos dictámenes presentados, mereció un largo y enfervorizado debate, donde nuevamente surgieron acusaciones e imputaciones desde una y otra bancada.
Resultaría poco serio de mi parte analizar en caliente las posturas de ambos bloques, atento que las cuestiones numéricas y políticas esgrimidas ameritan una lectura pormenorizada para emitir una opinión en torno a un tema donde se deciden prioridades y objetivos de los fondos públicos.
Los números dominaron el escenario de la discusión, tanto en los destinos de las partidas previstas por el Ejecutivo, como en las variantes introducidas en el dictamen de la oposición.
A partir de los 33.998.373 pesos en que fue fijada la suma final de lo presupuestado, oficialismo y oposición brindaron contrapuestos argumentos en el momento de analizar las distintas imputaciones.
Lo que para unos resultaban cifras ajustadas a las necesidades y al compromiso electoral establecido en 2.007, para los otros se trataba de un diseño pergeñado con fines electoralistas.
Entre tantos números tirados en la calurosa noche, entre partidas “engordadas extrañamente” y “particulares economías”; una cifra mencionada desde el bloque radical, aceptada por la oposición y repetida en varias ocasiones, resultó además de lapidaria: muy preocupante.
Se dijo que actualmente el área de Desarrollo Social atiende un total de 1.500 familias, lo que tomando como referencia-promedio una familia tipo (cuatro personas), se llega a la estimación de 6.000 personas asistidas por el estado municipal.
Si se toma como base el censo poblacional de 2.001, que arrojó un total de 16.522 personas para el partido de Coronel Dorrego, casi el 40 por ciento de sus habitantes reciben ayuda para poder subsistir.
Desde el oficialismo se habló de la necesidad de seguir brindando ayuda, indicando que la actual crisis prevé la agudización del problema.
Para el bloque opositor resulta “excesiva” la partida prevista en esta área, asociando la medida al año político en marcha. Asimismo estimaron como más conveniente aumentar los fondos para fines productivos, otorgándole posibilidades de reinserción a mayor cantidad de personas.
Al descalificar la mención de “clientelismo” citada por el FPV, se dijo que presumir que la ayuda implicaba un compromiso electoral, era subestimar el pensamiento de la gente en la libre decisión de elegir a sus representantes.
Entre las asistencias otorgadas se mencionó el pago de pasajes, para determinados tratamientos o consultas médicas fuera de nuestro ámbito, entrega de alimentos, suministro de medicamentos o el pago de servicios, como luz o gas.
El debate se centró en los fondos asignados a la ayuda.
Para el radicalismo el incremento respecto a lo presupuestado el año pasado, obedece a la inflación y al crecimiento de la pobreza.
Para los frentistas esa cifra está inflada y más que asistir pretende condicionar y sumar voluntades de cara a las elecciones de Octubre.
El millar y medio de familias asistidas no resulta una noticia nueva para la opinión pública, ya que en la anterior gestión radical se había citado idéntico número.
¿Se ha dimensionado lo que implica esa cifra para la densidad demográfica del distrito?
¿Qué acciones se han llevado a cabo para modificar esta realidad?
¿Alcanza con la ayuda oficial?
¿Hay acostumbramiento a la asistencia social, o resignación ante una realidad absorbente y devastadora?
Falta de recursos para satisfacer necesidades mínimas, dificultades para poder acceder a una vivienda o pagar un alquiler, carencia de servicios vitales (como agua, gas y hasta electricidad), problemas de salud, falta de coberturas sociales, deserción escolar, crecimiento de las adicciones, marginalidad y hacinamiento resultan los componentes de un peligroso cóctel que afecta a muchos de nuestros vecinos.
Además del municipio y los planes provinciales y nacionales, otros actores solidarios colaboran ante este difícil cuadro local.
Los comedores de establecimientos escolares, el Centro Educativo, Guarderías, Cáritas Parroquial, distintas congregaciones religiosas, algunas ONG (organizaciones no gubernamentales), instituciones intermedias y la ayuda espontánea de muchos dorreguenses surgen como inestimables contribuciones para enfrentar un complejo trama, donde la falta de trabajo o de ingresos acordes se constituyen en el principal factor de un problema que surge como endémico.
Agotada la discusión presupuestaria, será menester que concejales y funcionarios ubiquen entre sus prioridades revertir tan negativos guarismos.
Además de la imprescindible contención (que es obligación brindar) deben buscarse caminos que lleven a disminuir tan alarmantes cifras, donde oficialismo y oposición deben actuar “codo a codo”, dejando de lado especulaciones partidarias, enconos personales o viejas disputas.
En un año electoral los candidatos que aspiren representarnos, deberán abstenerse de manipuleos, falsas promesas o denigrantes repartos de elementos o dinero.
En la medida que estos números de la indigencia se mantengan (o aumenten), cada vez serán más los expulsados, los que con dolor deban marcharse para convertirse en nuevos “dorreguenses fuera del pago…”