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El trabajo es lo más pedido por la gente para el 2.008, por Hugo César Segurola

Camino a la radio y observando la habitual calma de la ciudad antes de las nueve de la mañana y máxime en un domingo, me preguntaba cual resultaría la participación e interés del público en un programa de fin de año, carente además de una producción testimonial previa.

Grata fue la sorpresa cuando los oyentes de la ciudad y la zona comenzaron a comunicarse, interpretando una propuesta de micrófono abierto que perseguía dos propósitos: darnos tiempo para hablar sin condicionamientos y poder escucharnos sin apuro.

A lo largo de las cuatro horas resultaron variados los mensajes, que incluyeron citas insoslayables a los dolorosos trances que como sociedad debimos afrontar en 2008 que significaron además una importante cantidad de pérdidas humanas, principalmente de jóvenes.

Hubo deseos por todos compartidos de augurios felices para el año que se inicia, se pidió por la lluvia, por las buenas relaciones entre vecinos, por mejores días para los más postergados. Se ubicó a la salud como una prioridad de cada petición.

Pero hubo una referencia clave que marca las historias de vida de muchos vecinos, constituyéndose en tema central de cada uno de los diálogos entablados a lo largo de la extensa programación: El trabajo.

He de apoyarme en algunos apuntes realizados ayer que hablan de la importancia que la cuestión tiene para la gente; ya sea para el que cuenta con una fuente laboral o como aquel que está desocupado, también para los que tienen que lamentar la partida de un integrante de la familia en busca de mejores perspectivas.

Algunas historias me permito rescatar porque cada una de ellas refleja situaciones y sentimientos forjados a partir del esfuerzo de unos e indican de un reclamo justo por parte de otros: aquellos que no están incluidos laboralmente.

Pedro mencionó que estaba levantado desde temprano preparando productos para las próximas fiestas en su panadería, feliz por los buenos vientos que soplan en su negocio pidió por un año similar, esperando seguir amasando con ilusión el pan de cada día.

Teresa contó que sobre fines de la década del 90 se inscribió en unos cursos de cocina que se dictaban en el club Sarmiento, adquiriendo conocimientos que hoy le permiten ingresos a través del armado de panqueques – que según dijo – tienen gran aceptación y una clientela habitual que la lleva a producir unos trescientos para satisfacer los distintos pedidos que recibe.

Carlos (yesista), Orlando (albañil) y Pedro (techista) expresaron alegría por los días de bonanza que vive la construcción; dos de ellos dedicaron el feriado a ponerse al día con tareas pendientes en la casa. Los tres se conforman con que la actividad se mantenga como hasta el presente.

Raquel mencionó la llegada de su hijo Patricio, residente en la lejana Caleta Olivia donde debió partir nuevamente después de fallidos intentos laborales en nuestra ciudad.

A su turno Miguel y “Richard” se remontaron a días de la infancia: el primero recordando a su padre que quedó viudo a temprana edad debiendo afrontar la crianza de cuatro hijos, marcándoles un camino donde la responsabilidad y el esfuerzo fueron banderas; el segundo relató el día en que decidió dejar de estudiar, ocasión en que su papá le entregó un cajón y elementos para ganarse la vida como lustrabotas por la mañana y vendiendo diarios por la tarde.

María radicada desde hace dos años en Monte Hermoso se mostró feliz por el presente laboral de toda la familia. Ahora piensan con Rubén en la compra de un terreno para construir su propia casa en el vecino balneario.

Claudio habló del nuevo desafío emprendido junto a su esposa Griselda y que a pesar de todas las dificultades prosiguen sumando horas en pos de mejores perspectivas.

Fueron éstas algunas de las postales que surgieron de charlas simples, sin un reloj que marque pausa, con tiempo para poner el oído a la necesidad de ser escuchados que tienen tantos.

Días atrás lo señalaba Pilar Aldea de Carita´s Parroquial: “la gente que pide ayuda para poder subsistir reclama imperiosamente trabajo” y aportó otro dato revelador de los problemas que afronta una franja importante de la sociedad: “notamos la conformación de muchas parejas jóvenes, incluso con hijos, que además de la carencia de ingresos están necesitando viviendas”.


El trabajo debe ser la herramienta que devuelva la dignidad perdida de muchos; deben propiciarse las condiciones para dotar de conocimientos en artes y oficios a todos aquellos jóvenes que quedaron afuera de la escuela formal, también acompañarlos en la búsqueda de su primera oportunidad.

Es necesario apoyar a los distintos emprendimientos industriales y productivos locales, propiciando ventajas o aportes desde el estado municipal para aquellos que contribuyan a la generación de mano de obra genuina.

Reinstalar la cultura del trabajo, acompañar el esfuerzo de muchos emprendedores y procurar condiciones propicias para evitar la constante emigración de dorreguenses resulta responsabilidad ineludible de nuestros dirigentes y funcionarios.

Reemplazar el asistencialismo (muchas veces transformado en clientelismo) tiene que convertirse en una meta, para lo cual es menester que los gobiernos de Provincia y Nación otorguen prioridad al tema del trabajo eliminando de sus estrategias perimidas prácticas que transforman a las personas necesitadas en rehenes de exclusivos intereses personales o sectoriales.