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El tránsito presenta un amplio menú de infracciones y conductas irresponsables

El calendario quiso que el Director de Inspección Municipal sea entrevistado en la mañana de hoy, de igual modo que el vecino Leoncio José Aldea, quién hiciera público un accidente sufrido en la víspera al ser embestido por dos niños que se desplazaban en bicicleta.

El director municipal de Inspección General, Eduardo del Valle se mostró hoy preocupado por el tránsito en la ciudad y adelantó que "se elabora un programa abarcativo" para aplicar el año próximo.

"Estamos trabajando en un proyecto que incluye trabajos en las escuelas, campañas del orden nacional, charlas explicativas, entre otros. La intención es prevenir porque tenemos una ciudad chica en la que el control debería se algo más fácil de realizar".

Es fundamental tener funcionarios preocupados por el bienestar del conjunto, pero más indispensable resulta que estén ocupados en perentorias soluciones que otorguen tranquilidad ante la constante de sucesos que pueden y deben ser evitables.

Hablar sobre hechos consumados resulta fácil y acota el margen de las argumentaciones, de allí que me permito volver al archivo de estas clásicas editoriales para recordar algunas expresiones que lejos de premonitorias responden al crecimiento de conductas que se han vuelto una suerte de mal endémico.

El 4 de Septiembre a pocas horas de la asunción del funcionario en reemplazo de Gustavo di Rado hice referencia a la responsabilidad que implicaba el área y la imperiosa necesidad de dar respuestas en temas irresueltos. Puntualmente señalé hace más de noventa días: “El tránsito presenta un amplio menú de infracciones y de conductas irresponsables que marcan poco apego a las normas y mucha desaprensión: estacionar donde no se debe, hacerlo en doble fila, exceso de velocidad, ciclistas dueños de la vereda y peatones expulsados a la calle o lesionados, motociclistas sin casco y en veloz andar, tránsito pesado por lugares no permitido, rampas obstaculizadas impidiendo el paso de discapacitados o personas mayores son eslabones de una gran cadena de anormalidades constantes.”

Al concluir aquella nota dije: “Eduardo del Valle tendrá por delante una tarea amplia y que será observada por la gente. Tendrá que demostrar en la función pública que está capacitado para hacerlo independientemente del don de buena persona que se le reconoce, más allá de su afiliación partidaria. Responder con eficiencia significará que el intendente Zorzano no se equivocó en su elección.

Lo concreto y real es que el funcionario designado todavía no asumió y ya tiene por delante mucho trabajo…”

Si un humilde observador de la realidad como el que suscribe puede describir como tantos otros vecinos el cuadro de situación imperante, es de suponer que una persona designada para un rol ejecutivo no solamente estaba al tanto del tema sino que contaba con la estrategia para poder abordar de inmediato una problemática que mucho preocupaba y sigue preocupando a gran parte de la comunidad.

La prevención y la educación son alternativas importantes para resolver hábitos y acostumbramientos incorporados culturalmente a muchos ciudadanos, pero no es menos cierto que el Municipio cuenta con herramientas acordes para disuadir a los infractores, también para sancionarlos cuando la reiteración de faltas o la relevancia de éstas así lo indiquen.

Hay cuestiones en las cuales no se puede “tirar la pelota para adelante”, tampoco posponer determinaciones que contribuyan a mejorar la vida de las personas.

Cumplir las normas es una responsabilidad que tienen los ciudadanos, eludirlas o inflingirlas representa en muchas ocasiones que se atente contra los derechos de otros vecinos que ven violentada su tranquilidad o resultan victimas del accionar incorrecto de sus pares.

Cuando la palabra, la advertencia y la recomendación no logran su efecto es donde debe surgir la responsabilidad ineludible del estado para proteger a los afectados. Las sanciones previstas por leyes u ordenanzas deben ser aplicadas sin excepciones, sin que tiemble la mano, sin mirar para otro lado, sin temores.

En el tema puntual de las bicicletas basta simplemente con circular por la zona céntrica (un sector que se supone más vigilado) para comprobar como muchos ciclistas y a veces también motociclistas se han apropiado del uso de las veredas expulsando a los peatones, embistiéndolos en más de una ocasión o motivando atléticos movimientos para bajar rápidamente a la calle o buscar el apoyo de la pared. Cuando nada de estas medidas protectoras alcanzan solo se debe esperar que la pericia de los intrépidos conductores les evite un inconveniente mayor al susto.

Lo sucedido al vecino Aldea se suma a hechos de similares características que han significado lesiones, magullones y otros inconvenientes mayores para indefensas abuelas, pequeños y otras personas que sin distingos de edades han sido victimas de esta suerte de “bici voladores” transformados en dueños y señores de lugares asignados para el normal traslado de los peatones.

Tras dar detalles del incidente que le provocó algunas heridas y mucha indignación el comerciante y reportero gráfico señaló: "cuando van en bicicleta por la vereda, lamentablemente se convierten en un arma y hay que evitarlo, se trata de una cuestión de educación y de conducta social".

Con el correr de los días seguramente el tema se olvide y se convierta en una anécdota más de nuestro traumático transito. Es de esperar que esto no suceda, tampoco que un nuevo accidente demuestre que la pasividad y la negligencia de unos (Municipio) y la enorme irresponsabilidad de otros (conductores de bicicletas y motos) siguen siendo exclusivos culpables de la reiteración de hechos que ponen en riesgo a cualquier hora del día la seguridad de los vecinos que “unos deben proteger y otros respetar”.