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`Evita: la luchadora incansable´. Escribe Pablo Marcó

Construyó mil escuelas y 18 hogares escuelas para alrededor de tres mil chicos de 4 a 10 años. Creó la ciudad infantil Amanda Allen, totalmente adaptada para chicos de 2 a 7 años, con edificaciones a su medida. Puso en marcha el plan de Turismo Infantil.

Miles de chicos conocieron el mar y las montañas gracias a las unidades turísticas creadas en Chapadmalal, Uspallata y en Embalse Río Tercero. Pero no sólo los chicos, sino también los obreros comenzaron a disfrutar de sus vacaciones a través del turismo sindical. Además fueron inaugurados colonias de vacaciones en Ezeiza.

Organizó innumerables actividades deportivas y campeonatos infantiles y juveniles, en los que se inscribían decenas de miles de pibes y donde se aprovechaba para hacerles una revisión médica.

Se organizaron campeonatos de fútbol, atletismo, natación y esgrima, entre otros deportes. Su fundación construyó centros de salud en varias provincia del país y creó una escuela de enfermeras. También tres hogares de tránsito en Capital Federal para mujeres con hijos y madres solteras.

Promovió la declaración de los derechos de la ancianidad; construyó cuatros hogares de ancianos; se sancionó una ley que otorgaba pensiones a los mayores de 60 años sin amparo.

Su obra también trascendió las fronteras, ya desde la Fundación que lleva su nombre socorrió con víveres y ropas a los hijos de obreros franceses, a las clases sociales más pobres de Estados Unidos, y a casi toda Latinoamérica organizó a las mujeres en política.

Fue una luchadora incansable para el reconocimiento de la igualdad de derechos políticos y civiles entre hombres y mujeres, como lo demuestra su fuerte impulso al voto femenino en el país.

Intransigente, visceral, defensora de sus ideas. No le gustaba que llamaran caridad a su obra. Tampoco filantropía, limosna, ni beneficencia, porque consideraba que hacía estricta justicia.

En este sentido, nos dejó una de las frases más extraordinarias de la historia política contemporánea: "Donde hay una necesidad, hay un derecho".

Políticamente incorrecta, alguna vez sentenció: "La limosna fue siempre para mí un placer de los ricos; el placer desalmado de excitar el deseo de los pobres sin dejarlo nunca satisfecho. Y para que fuese más miserable y más cruel, inventaron la beneficencia".

Pasional. Elevada a la categoría de mito o Santa de los humildes, ganándose el odio de la jerarquía eclesiástica. Tampoco la quisieron los milotares y otros sectores de la oligarquía que en el presente reaparecieron con el mismo odio y rabioso gorilismo de aquellos tiempos.

Lejos de desvanecerse, su figura se agiganta con el correr de los años, acaso porque después de ella, ninguna mujer u hombre de la política nacional hiciera tanto - y se enfrentara con tantos- por lo que menos tienen.

Se cumplen 58 años de la muerte de María Eva Duarte de Perón, simplemente Evita.

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