miércoles

`Aparicio, San Román e Irene cumplen hoy 118 años´

El recordado historiador santafesino (dorreguense por adopción), Carlos Funes Derieul llamaba a estas tres localidades como “Las trillizas de oro”, atento a la coincidencia calendario en cuanto al nacimiento de las mismas.

En la fecha se cumplen 118 años de aquel, suceso que en las postrimerías del siglo 19 se convirtió en clave para un distrito como el nuestro, que por entonces todavía no había cumplido su cuarto aniversario.

Tal lo sucedido en otros lugares, éstas localidades que nacieron al influjo del ferrocarril comenzaron a vivir su agonía cuando sus activas vías se convirtieron en muertas.

Hoy la realidad dista sobremanera con aquellos tiempos donde el tren produjo crecimiento, permitiendo el asentamiento de poblaciones que contaron con un nutrido grupo de habitantes y que fueron dotadas de servicios y actividades, la mayoría afines con el movimiento gestado por el campo, donde los pequeños chacareros ejercían una positiva influencia en el desarrollo de aquellos incipientes asentamientos.

El presente muestra la permanencia de algunos símbolos, constituidos en verdaderos mojones de pertenencia e historia, que se mantienen firmes e incólumes, mostrando su arraigo y sintetizando la lucha de su gente para que sigan vivas. Lugares a los que en nombre de la modernidad… les sepultaron en vida sus ilusiones mejores.

San Román: está localizada al oeste del partido, a unos 30 Km. de la ciudad cabecera y a escasa distancia de la ruta nacional 3. Según datos censales en 1991 la población era de 47 personas, creciendo ese número en 2001 a 61 habitantes.

Según un informe del Plan Estratégico Municipal de 2004, “la planta urbana tiene una disponibilidad del 81% de parcelas vacantes, lo que muestra un alto nivel de dispersión, careciendo de servicios básicos de infraestructura.

El Jardín de Infantes 907 Emilia Ferreti y la Escuela 11 “Antártica Argentina” mantienen su aporte de cultura y educación inalterables, dotadas de una acorde infraestructura, donde el esfuerzo de docentes, cooperadora, padres y vecinos sigue siendo fundamental.

La sala de primeros auxilios “Lotario González” y la ermita que alberga al “Santito de San Román”, que algunas inmortalizó en versos el poeta del lugar Darío Lemos, son lugares donde la salud y la fe tienen sus auxilios.

Pero es sin dudas el Centro Social Valenciano el principal bastión institucional del lugar. El viejo club que durante años animó los torneos del fútbol local, adquiere en el presente un nuevo rol institucional, que ha merecido consideración y respeto dentro de la comunidad valenciana mundial, no solo por su antigüedad y características peculiares de ubicación (donde los campos son sus límites), sino también por la tesonera labor de sus dirigentes por mantener viva la llama de las raíces tradicionales.

El congreso internacional de 2007, los viajes de integrantes de la comunidad a España, la participación de sus dirigentes en distintos eventos locales y regionales y la convocante paella anual son algunos de los ejemplos que hablan de la inserción del club dentro y fuera de San Román.

Aparicio: no fue la excepción, debiendo soportar los embates del paso del tiempo y la modificación de su realidad económica, social y demográfica.

En 1991 se registraron 167 personas, observándose un proceso de éxodo de población.

El censo de 2001 muestra la profundización de este proceso, arrojando una cifra de 131 habitantes, un 21,6 % menos que 10 años atrás.

Otros datos indican que la planta urbana tiene una disponibilidad del 50 por ciento de parcelas vacantes.

El servicio de agua es prestado por la Municipalidad, con una cobertura del 100 por ciento de la población. No dispone cloacas, tampoco de red de gas, mientras que el servicio de electricidad domiciliaria lo brinda por la Cooperativa Eléctrica.

En el lugar se encuentra el Jardín 905 Rosario Vera Peñaloza y la centenaria Escuela 2 Hipólito Irigoyen, mientras que un aporte cultural importante lo brinda la Biblioteca existente y las asistencias técnicas municipales.

Asimismo un aporte importante la tarea que desarrolla la Sala de Primeros Auxilios del lugar, contando con un Destacamento policial, cuya principal actividad está centrada en la extensa zona rural.

El 6 de abril de 1919 se fundó el club Sportivo y Recreativo Bernardino Rivadavia, marcando en los enunciados de su creación que “como su nombre lo indica fomentará toda clase de Sports y reuniones sociales…”

La prestigiosa entidad atesora recuerdos de mejores días y en sus vitrinas lucen muchos de los trofeos que supieron conquistar sus equipos de fútbol, en tiempos de vacas gordas y de buenas cosechas donde sus planteles (convenientemente reforzados) se ubicaron en lo más alto del fútbol dorreguense.

Irene: es la que muestra el mayor descenso poblacional de las tres localidades y como en los casos de sus hermanas de vías, la Escuela N°5 José Manuel Estrada, que consta del nivel inicial a través del SEIM 5 se constituye en un aporte trascendente para los pocos niños que estudian en el lugar, la mayoría provenientes de establecimientos rurales cercanos.

En “su club” anidan la historia y la nostalgia, exhibiendo recuerdos de aquellos días donde un grupo de productores rurales decidió su puesta en marcha. Obra que con gran esfuerzo y con no pocas dificultades se cristalizó hace 51 años; motivando un gran festejo el cincuentenario cumplido el año pasado.

Algunas actividades propiciadas desde la Dirección de Cultura, la presencia de una enfermera y la templanza de sus vecinos mantienen la esencia de un lugar que añora los buenos momentos del pasado.

Cabe el reconocimiento a los valerosos habitantes de estas tres localidades, que siguen resistiendo a pesar de la realidad que golpea, de la escasez de fuentes laborales y de la carencia de servicios claves.

Algunos no tienen posibilidades de partir, otros encontraron desde hace años “su lugar en el mundo”. En ambos casos siguen siendo fieles desde su lucha diaria a sitios que supieron de mejores días, que conocieron de una bonanza que lejos de abundar, escasea.

A autoridades y representantes corresponde no olvidarlos, recordar que son parte viva de nuestro distrito, debiendo respaldar con cada una de sus acciones la misión que llevan adelante las mujeres y los hombres que habitan estas despobladas localidades. En la férrea resistencia al olvido que manifiestan, basan su diaria razón de ser y sentir, con la firme convicción de no perder ante los embates de la modernidad sus sueños mejores.

Lejos en el tiempo quedaron los sonidos aquellos que anunciaban la llegada del ferrocarril. Se añoran días de fiesta, gente junto al andén o en sus enormes galpones, gritos, emociones y prosperidad.

Las trillizas de oro: San Román, Aparicio e Irene se quedaron con sus estaciones derruidas, con tristeza, melancolía y casi en soledad. El tren que llegó en 1891 se fue hace tiempo y, tal como lo expresó en sus sentidos versos Luís Domingo Berho, solo quedó como legado de aquellos tiempos felices… “una vía muerta”.

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