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`Bodas de Oro de la inauguración de la sede del club Independiente´

En la fecha se cumplen 50 años de un hecho clave dentro de la rica vida institucional del club Independiente, la inauguración de su sede social, circunstancia que se concretó tras varios años de esfuerzos en 1960.

La sede guarda para muchos de los socios la condición de “casa”, puesto que transcurren muchas horas del día en sus instalaciones, siendo el buffet un ámbito de reunión cotidiano, donde se comparte el café, la charla, la lectura del diario, un partido de fútbol televisado; teniendo un lugar preponderante los juegos de cartas y las meditadas partidas de dominó por pareja, convertidas en duelos muy comentados.

Pero además del hecho social, el club abre sus puertas a niños, jóvenes y mayores que encuentran las comodidades, los elementos y el adiestramiento acorde para formarse deportivamente.

Un poco de historia…

Independiente se ha caracterizado por ser celoso protector de su memoria, conservando valiosa documentación que permite bucear -sin inconvenientes- en su pasado.

Atento a lo expuesto y merced a la gentileza del actual Presidente, Lucio Zarzoso, he podido extraer de sus archivos “viejos papeles”, que sirven para nutrir informativamente la presente nota.

A principios de la década del 50, durante la primera gestión de Nírido Santagada (1949-1953), se da un paso fundamental en el camino de la construcción de la nueva casa, con la adquisición de los terrenos, la elaboración del proyecto y el comienzo de las obras.

Los lotes donde se ubica la actual sede fueron comprados según el boleto de compraventa respectivo, el 23 de enero de 1948, adquiridos al señor Miguel Marcó (h) en $ 42.500 m/n, debiendo destacarse que el adelanto de la compra fue aportado por la agrupación “Amigos de Independiente”, la que estaba integrada entre otros por: Oliviero Olivieri, Nírido Santagada, Emilio Zubiri, Juan Antonio Crego.

Con la disposición de las tierras, dirigentes, socios y colaboradores se abocaron a la búsqueda de recursos para poder enfrentar los costos de una obra pensada “para la gran ciudad del futuro”.

Además de las distintas colaboraciones recibidas, campañas y eventos que se efectuaron, se lanzó un “Bono de Empréstito Pro Edificio Social y Deportivo, con valores de $ 500 y $ 1.000 m/n, con un interés del 4% anual y algunas rifas, por caso una de ellas tuvo particulares premios: “un terreno y 5.000 ladrillos en Monte Hermoso” (para el primero) y “una licuadora” y “una bicicleta”, para el segundo y tercero.

Dos fueron los constructores locales que se presentaron en la licitación para llevar adelante la obra, apertura de sobres que se concretó el 22/12/1951, con estas ofertas: Vicente Di Paolo, $ 202.770 m/n y los señores Miguel Rodríguez-Patricio Navarrete, $ 298.400 m/n.

Varias de las compras de materiales se realizaron a la firma “Linares Hnos.”, ubicada en la localidad de San Román, destacando una factura del 18 de junio de 1951 el siguiente desglose:
36.100 Kg. cal a granel $ 5.776,
Pagado por cargar en Ingeniero White $ 902,50
Flete de White a San Román $ 448,70
Estadía vagón en San Román $ 120

Tras un breve paso por la presidencia roja de Orlando López Colmán, se hace cargo de la misma (1955-1963), el destacado dirigente Oliviero Olivieri que junto a los miembros de la Comisión Directiva que se fueron sucediendo en esa etapa se abocaron a la culminación de la obra, cristalizando la inauguración en la jornada del 14 de Mayo de 1960 donde una multitud acompañó el acto, coronando con cerrados aplausos la excelente pieza oratoria de su entonces máxima autoridad institucional.

¿Quiénes conformaban aquel grupo de trabajo?

Presidente: Oliviero Olivieri,
Vicepresidente: Hugo Mc Coubrey
Secretario: Héctor Marcos
Prosecretario: Ernesto Rodríguez Martín
Tesorero: Antonio Alvarez
Pro tesorero: Leonildo Canavessi
Secretario de Actas: Bernardo Celave
Vocales: Wolney Abad, Roald Galeoti, Modesto Moulia, Salvador Randazzo y Eusebio Salazar, siendo éste último el único vecino con vida de aquellos dirigentes de 50 años atrás.

A partir de entonces y hasta el presente la sede roja ha sido anfitriona de festejos deportivos, aniversarios trascendentes, actos políticos, asambleas públicas y fiestas privadas.

Asimismo destacadas orquestas de distintos ritmos musicales, artistas, obras de teatro, veladas de boxeo y otras manifestaciones deportivas se desarrollaron en sus instalaciones.

Diariamente el gimnasio y el resto de las canchas ubicadas en San Martín y Costa permiten la práctica de distintas disciplinas, como: básquetbol, pelota a paleta, bochas, gimnasia, patín y ajedrez.

Los 3.000 socios de ayer quedaron en el olvido, no obstante los 1.300 del presente son una cifra aceptable e importante que en forma mensual aportan su cuota contribuyendo a mantener una estructura que demanda cuantiosos aportes cada 30 días.

Aquellas obras soñadas para un “Dorrego grande” y gestadas por la visión, el coraje y el aporte de mucha gente obligan en el presente a ser cautos, celosos administradores de tan valioso patrimonio y fundamentalmente responsables en el mantenimiento de una “joya edilicia” que se distingue en la comunidad, que se compara con clubes de importantes ciudades; pero que exige del aporte de grandes recursos, sin que ello implique descuidar el desarrollo de las actividades sociales y deportivas que siguen siendo banderas insustituibles de la entidad.

Al cumplirse en 1993 los 70 años del club, aquel respetado vecino y excelente dirigente que fue Héctor Manuel Marcos, sintetizó en breves conceptos el privilegiado lugar que ocupa la entidad en nuestra sociedad: “Es el fruto del esfuerzo tesonero al servicio desinteresado del club y de éste a toda la comunidad dorreguense y, ¿por qué no decirlo?... es la institución señera de nuestro querido pueblo, que le da en este orden, jerarquía de primera fila en la Provincia de Buenos Aires:
Su campo de deportes lo dice…
Su sede social lo dice…
Su intensa actividad lo dice…
La unida roja lo afirma
Su futuro ha de ratificarlo.”

Hablar de futuro implica necesariamente mirar hacia atrás, dando valor a la dirigencia que instaló los grandes mojones institucionales, que fue capaz (en tiempos tan o más difíciles que éstos) de plantar estos auténticos cimientos de fe y esperanza.

Es oportuno entonces recrear las palabras de Pedro Iribarne, quien trazó en 1967 el compromiso de Independiente de cara a los años nuevos: “Caminamos pero queremos calar más hondo, queremos que toda esta promoción, una vez que adquiera personalidad y seguridad, se proyecte con fuerza de futuro hacia realizaciones que honren la trayectoria de la institución. Hoy es una colmena, mañana será un colmenar en marcha; entonces será Independiente con todas las letras, superándose en escala ascendente para prestigio de todos y acorde con el progreso material y espiritual de Coronel Dorrego. Esta es nuestra mejor aspiración…”

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