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"Necesitamos asentarnos sobre una base normativa que otorgue institucionalidad y previsibilidad"

En los próximos días los argentinos nos prestamos a celebrar el 200 aniversario de la Revolución de Mayo.

La Revolución de Mayo inició el proceso de surgimiento del Estado Nacional Argentino sin proclamación de la independencia formal, ya que la Primera Junta no reconocía la autoridad del Consejo de Regencia de España e Indias, pero aún gobernaba nominalmente en nombre del rey de España Fernando VII.

Aún así, los historiadores consideran a dicha manifestación de lealtad como una maniobra política que ocultaba las auténticas intenciones independentistas de los revolucionarios. Esas intenciones, maduraron y finalmente se concretaron en la declaración de la independencia que tuvo lugar durante el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816 .

Es esta la fecha, que a mi entender, se debería recordar “ el Bicentenario”.

Mayo de 1810 fue una revolución en tanto terminó con el poder colonial en nuestro territorio, dando lugar a un proceso conflictivo de búsqueda de un nuevo orden político de alcance nacional. Entre las acciones iniciales, es interesante destacar el proyecto de organización institucional impulsado por el bloque Antigüista de la liga de los Pueblos Libres.

La Liga de los Pueblos Libres estaba formada por las provincias de Córdoba, Entre Ríos, Santa fe, los pueblos de Misiones, Corrientes y Provincia Oriental, que pretendían establecer un sistema de gobierno federal dentro de Las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Este proyecto frustrado, encierra las claves que ayudan a explicar las divisiones que castigaban a la Argentina en formación, proponía una síntesis institucional de respeto a los pueblos, tanto en el plano de las autonomías regionales, como en el de los derechos de los diferentes sectores sociales.

Con los niveles de conflictividad política que dividía a la Argentina, el proceso revolucionario se afirmaba, paso a paso, en acciones que permitieran consolidar la emancipación de España.

La creación de nuestra bandera nacional , símbolo indispensable para generar una identidad colectiva , y la decisiva lucha de Belgrano en el terreno militar.

El cruce de los Andes y la liberación de Chile en 1824 liderados por José de San Martín son algunos de los pasos previos necesario que hay que rescatar de nuestro comienzo para consolidarse después de 1816 como país independiente.

Al promediar el siglo, luego de uno de los enfrentamientos militares más duros, termino con la hegemonía de Buenos Aires sobre el conjunto de las provincias argentinas.

El Acuerdo de Gobernadores de San Nicolás posibilitó la reunión del Congreso Constituyente en Santa Fe, que luego sancionó la Constitución Nacional de 1853, y es allí dónde comienza a vertebrarse el proceso de organización institucional necesario para la consolidación del orden estatal.

La puesta en vigencia de la Constitución no fue suficiente para conquistar la paz entre las provincias argentinas. Habrá que esperar hasta 1880 donde una vez derrotada la provincia de Buenos Aires, el Estado nacional impuso el monopolio de la fuerza pública que define el orden estatal.

En este marco, pensamos que el 2010 es un año oportuno para convocar a la ciudadanía en general, a los diferentes partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil con el fin de aportar a la construcción de un Proyecto de Nación.

Transformar las políticas públicas en políticas de estado es una cuestión profundamente política y necesaria en los tiempos que corren.

Necesitamos asentarnos sobre una base normativa que otorgue institucionalidad y previsibilidad.

Necesitamos políticas de Estado sustentable en el tiempo, que sin duda, requieren de la apropiación social, es decir, que la sociedad las haga suya, las internalice y las defienda. Por que es desde allí, dónde vamos a surgir como Nación y también como República.

Cuando pensamos el país, lo hacemos desde el reconocimiento de la diversidad de las provincias argentinas, de sus realidades, y de las diferencias de escala entre lo nacional, lo provincial y lo local.

Creemos que a través del dialogo y la concertación con fuerzas políticas progresistas se puede llegar a alcanzar un consenso amplio y generoso, que tienda a provocar un cambio cultural que jerarquice las coincidencias sobre las diferencias y que permita construir una unidad nacional sin sacrificar la autonomía de las provincias ni la libertad de las ciudades.

Hoy es hora de pensar cuales son las políticas de estado imprescindibles para avanzar hacia un Nación solidaria y más equitativa.

Es necesario tender hacia una sociedad de bienestar que jerarquice al hombre- varón y mujer- y tienda a la inclusión social como rasgo determinante e indispensable.

La redistribución y el bienestar no se alcanzan de manera automática, sino a través de políticas activas que eviten que los riesgos recaigan siempre sobre los más vulnerables.

El bienestar de una sociedad es, sin dudas, el resultado de una acción política comprometida y sostenida en el tiempo que permita alcanzar cohesión y no fragmentación social.

La crisis actual de la Argentina es política más que económica, es una crisis de confianza hacia los gobernantes y dirigentes, que provoca debilitamiento de la institucionalidad.

Ante esta crisis político-institucional que vivimos, necesitamos respuestas alternativas en lo político, en lo social y en lo económico que perfilen claramente cuál es le proyecto colectivo que imaginamos.

Es necesaria una nueva manera de entender lo público. Un Estado que construya gobernabilidad democrática, produciendo un círculo virtuoso con el mercado y la sociedad civil, es indispensable para alcanzar cohesión social y territorial.

Con la excusa de homenajear el bicentenario, debemos repensar la Nación y poner en la agenda pública aquellas políticas que trasciendan el horizonte de un gobierno y se asienten en valores y creencias compartidas.

Es necesario definir y consensuar una economía del desarrollo para orientar el crecimiento y la distribución del ingreso, que achique la brecha de desigualdad que ha sido creciente en nuestro país. Hay que pensar en la mejora de los sistemas de educación y salud pública; y en la generación y sostenimiento del trabajo decente.

Es indispensable construir ciudadanía poniendo el acento en la inclusión social enfrentando las causas de la pobreza, y no sólo trabajar para combatir sus efectos.

Es fundamental el respeto a la Constitución y a las leyes , de fortalecer nuestro sistema representativo, republicano y federal, en el equilibrio de los poderes del Estado y en relación armónica entre nación, provincia y municipio.

Es necesario establecer principios y valores de transparencia, la ética pública y el cambio moral que implica que los funcionarios públicos se consideren verdaderos servidores, que deben velar por la defensa del interés común por sobre el individual.

Para terminar, es prioritario retomar el diálogo y la concertación ante la crisis institucional por la que estamos transitando. Es indispensable proponer, analizar, discutir y concertar políticas de estado que trascienda el gobierno de turno.

Hay que retomar los valores de cohesión social y solidaridad como ejes fundamentales para lograr el fortalecimiento de lazos sociales y el establecimiento de la confianza y poder realizar una construcción colectiva de Nación que nos contenga a todos y todas Para esto, es necesario, contar con la participación y el compromiso social de dirigentes, gobernantes y ciudadanos .

Ojalá el 25 de mayo nos permita rever y analizar nuestro pasado y presente, y desde la reflexión crítica pero esperanzadora nos permita diseñar un futuro más justo , equitativo y solidario.

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