sábado

No vivamos de fiesta pero tampoco en el Apocalipsis Por Carlos Madera Murgui

Estos paseos de rememoraciones, nos incita a ahondar en el sueño, pero también a descubrir despiertos lo que nos hace soñar.

Todos , por hablar de los más muchos, superaron a los insomnes de la noche, carcomidos por sus preocupaciones, y todo lo que se convierte en preocupación; se creen lúcidos convencidos de ver la realidad tal como es, desprovista de sentido, mala, mortal, que en su premeditado odio, desconocen a los otros; y a la realidad misma, que tiene y debe ser inventada día a día, y cada uno está dotado de ese poder, excepto, sin duda, los insonmes.

Estos, incapaces de soñar, atados a su “agenda”, enloquecidos por lo que no conocen, ni saben dominar, automarginados, sin saber dónde ubicarse, no son la realidad que nos cuentan.

Loas...a este reverdecer de un pueblo generoso emotivo, comprometido, transparente, que se manifiesta de la forma que sabe…sinceramente, sin especulación, en su terreno, el que no tiene la obligación de explicar nada, que todo surge así, de improviso, en la alegría, tan inocente de demostrar satisfacción de estar junto a un vecino que ve todos los días, pero que tuvo y tiene seguramente, el componente innato de la igualdad, del festejo por una razón medular, que nos une primordialmente más allá de todas las diferencias bienvenidas, que mostramos todos ,seguramente.

Este reseteado permanente, que sufre o goza la ciudadanía argentina, es lo que hay que valorar.

Como elemento individual, nos tenemos que dar cuenta, y ese fue el mensaje y aprendizaje de los últimos días, no somos ni seremos nunca jamás fundamentales, imprescindibles, únicos, sino un conjunto, masa, que disfruta, sufre, avanza, retrocede, goza, festeja.

Pero el hombre, la gente, el pueblo, todo sin excepción, igual que en el festejo, que le toque la misma torta frita, y el mismo chocolate a uno y a otro, que aborden las calles y la plaza, su casa, la casa del pueblo como suya, como siempre.

El patriotismo, impone algo más que los que merecieron el reconocimiento de lo histórico, va más allá de los simbólico, empieza por lo cotidiano, no por que nos calzamos el azul y blanco en grande, sino por le ponemos ganas a la lucha, convencidos de lo que hacemos, en el lugar que elegimos, que la libertad que gozamos, no fue regalada por nadie, fue construcción, que quienes nos precedieron, gobernantes que elegimos o no, ciudadanos del común, nuestros antepasados, criollos o gringos, desde que se tenga memoria, no estuvieron aquí al cuete.

Un país, que tiene las puertas abiertas, como siempre, como hace una centuria para venir, como hace una década para irse; o como ahora para volver.

Un pueblo, como el nuestro, el chato, el apático, ( no comparto, semejante mentira), sabe cómo, dónde y cuándo unirse y manifestarse .

Nadie le dice, y le ordena que es más o menos importante, desconocer eso, es subestimación de la masa.

Qué bueno es escuchar, y comprender el mensaje, debemos esforzarnos todos para semejante empresa, sabiendo y comprendiendo que el país, del cual tanto se habla, somos nosotros, todos.

Al país le va a ir bien, si a todos nos va bien. Nos irá mejor, cuándo más iguales seamos, tendremos unión, cuando todos estemos bien , y no nos creamos superiores, pero no ya hacia afuera, sino con nuestros compatriotas, con los que nos vemos todos los días.

No vivamos de fiesta, no es posible, tampoco en el Apocalipsis, simplemente vivamos y tabulando la importancia que ello implica. Gracias Dorrego, por estar en mi vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los paises son expresiones geográficas.
Los Estado son formas de equilibrio político.
Una PATRIA es otra cosa, significa mucho más.
Hablo de sicronismo de espíritus y de corazones, temple uniforme para el esfuerzo y un homogenea disposición para el sacrificio. Es también simultaneidad en la aspiración de geandeza, en el pudor de la humillación, en el deseo de gloria.
No basta con acumular riquezas para crear una Patria. Cartago nunca lo fue. Ma´s precisamente fue una empresa.

José Ingenieros

Un abrazo Carlos. Excelente lo suyo.