Ignorada por los medios de la corporación, el viernes fue presentada la primera investigación exhaustiva sobre los efectos de la Asignación Universal por Hijo (AUH) entre los sectores más vulnerables.
El estudio fue encarado por especialistas del Conicet y otros institutos para verificar el impacto de esa iniciativa.
Las conclusiones del trabajo son contundentes: la indigencia bajó de manera rotunda, entre 68 y 54 por ciento –según se utilicen el IPC del Indec o el de siete provincias, respectivamente– desde la creación del programa, y la pobreza disminuyó entre 32 y 13 por ciento.
Pero lo más llamativo es otro dato inesperado: los niveles de desigualdad entre quienes más ganan y los de menores ingresos cayeron a su nivel más bajo desde 1986 y la Argentina vuelve a aparecer como “el país más igualitario de América latina”, lugar que había cedido en los ’90 como consecuencia de la aplicación de políticas de exclusión.
“La Asignación Universal por Hijo se encamina a ser la medida de política social más exitosa de los últimos 50 años, especialmente por su impacto sobre la indigencia y la desigualdad extrema entre ricos y pobres”, destaca el documento.
“El mate cocido ahora se los corto con leche.” “Este año le compré zapatillas para empezar las clases”. “Los fines de semana toman leche con galletitas dulces.” “Ahora tienen una cena más, así son cuatro en la semana.” “Les compré por primera vez botas de goma para que no se mojen tanto los pies.” “Ya no hago más la calle.”
Estas frases, extraídas de testimonios de beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH), aparecen en el estudio para ilustrar algunas de las modificaciones profundas en la vida cotidiana de esas personas.
El titular de la Anses, Diego Bossio, reveló las últimas cifras sobre el alcance del programa: en mayo cobrarán la AUH 3.677.409 chicos, que forman parte de 1.920.072 familias. La cobertura viene creciendo de manera sostenida desde la implementación del plan, en noviembre pasado. En aquel momento fueron 3.303.914 menores de 18 años de 1.732.530 familias.
El funcionario explicó que el aumento obedece a la acción de la Anses para incorporar beneficiarios, ya que el organismo capacitó a un equipo de cien pasantes que recorren barrios del conurbano bonaerense para resolver situaciones puntuales, y el Ministerio del Interior puso en marcha un plan para acelerar la entrega de DNI en todo el país.
“Son medidas inclusivas, que demuestran la capacidad del Estado para intervenir de manera eficiente”, valoró Bossio.
El estudio presentado fue elaborado por tres investigadores: Emmanuel Agis, del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (Cenda), Carlos Cañete, del Programa de Formación Popular en Economía (Profope), y Demián Panigo, del Conicet (Ceil Piette).
Su investigación se propuso evaluar el impacto de la AUH sobre cuatro indicadores centrales del bienestar social: pobreza, indigencia, desigualdad y vulnerabilidad relativa.
Se basó en la Encuesta Permanente de Hogares del Indec del primer semestre de 2009 –para evaluar los ingresos de la población– y en dos índices de precios: el del Indec para el GBA y el de un conjunto de siete provincias, la mayoría opositoras al gobierno nacional.
Esto último fue para despejar la polémica sobre la credibilidad del Indec en la medición de la inflación. Con esos insumos, los investigadores llegaron a las siguientes conclusiones:
- La asignación por hijo sacó de la pobreza a entre 1,4 y 1,8 millón de personas. De ellas, entre 700 mil y 1,1 millón tienen 18 años o menos.
- La pobreza bajó entre 32,6 y 13,1 por ciento, según se tomen el IPC del Indec o el IPC de las siete provincias. En números absolutos, la tasa de pobreza cayó de 14,1 por ciento en el segundo semestre de 2009 a 9,5 por ciento tras la implementación de la AUH en el primer caso. Si la pobreza se calcula con una canasta básica total que surge del IPC de siete provincias, el descenso en números absolutos es de 26,0 a 22,6 por ciento.
- Entre 1 millón y 1,5 millón de personas abandonaron la condición de indigentes. De ellos, entre 680 mil y 1,03 millón tienen 18 años o menos. La indigencia retrocedió entre 68,4 y 54,7 por ciento, con los dos IPC. El nivel de indigencia bajó de 3,2 a 1,2 por ciento de las personas con el IPC Indec, y de 7,5 a 3,4 por ciento con el IPC siete provincias.
- En la región Noreste, sobre cada diez indigentes, ocho dejaron de serlo a partir de la asignación por hijo.
Los datos son contundentes en cuanto a la incidencia de la AUH en la reducción de la pobreza y –sobre todo– de la indigencia. Ese impacto se puede ver reducido por el aumento de precios de los primeros cuatro meses de este año.
La canasta básica total y la canasta alimentaria, que se utilizan para definir las líneas de pobreza e indigencia, subieron entre 15 y 17 por ciento para el Indec desde el segundo semestre de 2009 a la fecha.
Sin embargo, todavía no se conoce qué pasó con los ingresos de la población en ese período –lo mide la Encuesta Permanente de Hogares, cuyos resultados aún se están procesando– y eso impide llegar a un resultado exacto.
De todos modos, en la Anses aportaron un dato que matiza aquel deterioro por la inflación: los beneficiarios de la AUH están cobrando entre fines de abril y lo harán hasta junio la diferencia del 20 por ciento de la AUH que el Estado les retiene hasta comprobar que cumplieron con el requisito de escolaridad y vacunación.
Son 36 pesos por mes por hijo, lo que en la práctica implica un refuerzo monetario que ayuda a compensar el alza de precios (180 pesos por hijo para quienes están anotados en la AUH desde noviembre).
Además, Bossio reveló que la asignación por hijo aumentará el mismo porcentaje que las asignaciones familiares (ver aparte).
La otra faceta de la investigación sobre la AUH tiene que ver con la desigualdad. Aquí aparecen los datos más novedosos, ya que este programa logró reposicionar a la Argentina como el país más igualitario de América latina, tal como lo era hasta 1994.
A partir del efecto Tequila, el país retrocedió tres escalones en uno de los indicadores clave en ese sentido: la brecha de ingresos entre el primer decil –los más ricos– y el último –los más pobres–, siendo superado por Uruguay, Venezuela y República Dominicana.
En 2002, cuando se vieron las consecuencias más dramáticas de la implosión de la convertibilidad, la brecha creció a 39,4 veces. De 2003 hasta el primer semestre de 2009, esa diferencia se achicó a 24,8 veces. A partir de la creación de la AUH, la brecha cayó a 14 veces, el nivel más bajo de la región, equivalente al nivel que existía en la Argentina en 1986.
La misma tendencia se evidencia al analizar otros indicadores de desigualdad social, como el coeficiente de Gini o el índice Theil. Por esta cuestión, los investigadores afirman que la AUH es una de las medidas de redistribución del ingreso más potentes en décadas.
Pero hacen una advertencia a las autoridades: la AUH debe ser entendida como el inicio de una estrategia para combatir la pobreza, la indigencia y la desigualdad y no como la línea de llegada.
El estudio fue encarado por especialistas del Conicet y otros institutos para verificar el impacto de esa iniciativa.
Las conclusiones del trabajo son contundentes: la indigencia bajó de manera rotunda, entre 68 y 54 por ciento –según se utilicen el IPC del Indec o el de siete provincias, respectivamente– desde la creación del programa, y la pobreza disminuyó entre 32 y 13 por ciento.
Pero lo más llamativo es otro dato inesperado: los niveles de desigualdad entre quienes más ganan y los de menores ingresos cayeron a su nivel más bajo desde 1986 y la Argentina vuelve a aparecer como “el país más igualitario de América latina”, lugar que había cedido en los ’90 como consecuencia de la aplicación de políticas de exclusión.
“La Asignación Universal por Hijo se encamina a ser la medida de política social más exitosa de los últimos 50 años, especialmente por su impacto sobre la indigencia y la desigualdad extrema entre ricos y pobres”, destaca el documento.
“El mate cocido ahora se los corto con leche.” “Este año le compré zapatillas para empezar las clases”. “Los fines de semana toman leche con galletitas dulces.” “Ahora tienen una cena más, así son cuatro en la semana.” “Les compré por primera vez botas de goma para que no se mojen tanto los pies.” “Ya no hago más la calle.”
Estas frases, extraídas de testimonios de beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH), aparecen en el estudio para ilustrar algunas de las modificaciones profundas en la vida cotidiana de esas personas.
El titular de la Anses, Diego Bossio, reveló las últimas cifras sobre el alcance del programa: en mayo cobrarán la AUH 3.677.409 chicos, que forman parte de 1.920.072 familias. La cobertura viene creciendo de manera sostenida desde la implementación del plan, en noviembre pasado. En aquel momento fueron 3.303.914 menores de 18 años de 1.732.530 familias.
El funcionario explicó que el aumento obedece a la acción de la Anses para incorporar beneficiarios, ya que el organismo capacitó a un equipo de cien pasantes que recorren barrios del conurbano bonaerense para resolver situaciones puntuales, y el Ministerio del Interior puso en marcha un plan para acelerar la entrega de DNI en todo el país.
“Son medidas inclusivas, que demuestran la capacidad del Estado para intervenir de manera eficiente”, valoró Bossio.
El estudio presentado fue elaborado por tres investigadores: Emmanuel Agis, del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (Cenda), Carlos Cañete, del Programa de Formación Popular en Economía (Profope), y Demián Panigo, del Conicet (Ceil Piette).
Su investigación se propuso evaluar el impacto de la AUH sobre cuatro indicadores centrales del bienestar social: pobreza, indigencia, desigualdad y vulnerabilidad relativa.
Se basó en la Encuesta Permanente de Hogares del Indec del primer semestre de 2009 –para evaluar los ingresos de la población– y en dos índices de precios: el del Indec para el GBA y el de un conjunto de siete provincias, la mayoría opositoras al gobierno nacional.
Esto último fue para despejar la polémica sobre la credibilidad del Indec en la medición de la inflación. Con esos insumos, los investigadores llegaron a las siguientes conclusiones:
- La asignación por hijo sacó de la pobreza a entre 1,4 y 1,8 millón de personas. De ellas, entre 700 mil y 1,1 millón tienen 18 años o menos.
- La pobreza bajó entre 32,6 y 13,1 por ciento, según se tomen el IPC del Indec o el IPC de las siete provincias. En números absolutos, la tasa de pobreza cayó de 14,1 por ciento en el segundo semestre de 2009 a 9,5 por ciento tras la implementación de la AUH en el primer caso. Si la pobreza se calcula con una canasta básica total que surge del IPC de siete provincias, el descenso en números absolutos es de 26,0 a 22,6 por ciento.
- Entre 1 millón y 1,5 millón de personas abandonaron la condición de indigentes. De ellos, entre 680 mil y 1,03 millón tienen 18 años o menos. La indigencia retrocedió entre 68,4 y 54,7 por ciento, con los dos IPC. El nivel de indigencia bajó de 3,2 a 1,2 por ciento de las personas con el IPC Indec, y de 7,5 a 3,4 por ciento con el IPC siete provincias.
- En la región Noreste, sobre cada diez indigentes, ocho dejaron de serlo a partir de la asignación por hijo.
Los datos son contundentes en cuanto a la incidencia de la AUH en la reducción de la pobreza y –sobre todo– de la indigencia. Ese impacto se puede ver reducido por el aumento de precios de los primeros cuatro meses de este año.
La canasta básica total y la canasta alimentaria, que se utilizan para definir las líneas de pobreza e indigencia, subieron entre 15 y 17 por ciento para el Indec desde el segundo semestre de 2009 a la fecha.
Sin embargo, todavía no se conoce qué pasó con los ingresos de la población en ese período –lo mide la Encuesta Permanente de Hogares, cuyos resultados aún se están procesando– y eso impide llegar a un resultado exacto.
De todos modos, en la Anses aportaron un dato que matiza aquel deterioro por la inflación: los beneficiarios de la AUH están cobrando entre fines de abril y lo harán hasta junio la diferencia del 20 por ciento de la AUH que el Estado les retiene hasta comprobar que cumplieron con el requisito de escolaridad y vacunación.
Son 36 pesos por mes por hijo, lo que en la práctica implica un refuerzo monetario que ayuda a compensar el alza de precios (180 pesos por hijo para quienes están anotados en la AUH desde noviembre).
Además, Bossio reveló que la asignación por hijo aumentará el mismo porcentaje que las asignaciones familiares (ver aparte).
La otra faceta de la investigación sobre la AUH tiene que ver con la desigualdad. Aquí aparecen los datos más novedosos, ya que este programa logró reposicionar a la Argentina como el país más igualitario de América latina, tal como lo era hasta 1994.
A partir del efecto Tequila, el país retrocedió tres escalones en uno de los indicadores clave en ese sentido: la brecha de ingresos entre el primer decil –los más ricos– y el último –los más pobres–, siendo superado por Uruguay, Venezuela y República Dominicana.
En 2002, cuando se vieron las consecuencias más dramáticas de la implosión de la convertibilidad, la brecha creció a 39,4 veces. De 2003 hasta el primer semestre de 2009, esa diferencia se achicó a 24,8 veces. A partir de la creación de la AUH, la brecha cayó a 14 veces, el nivel más bajo de la región, equivalente al nivel que existía en la Argentina en 1986.
La misma tendencia se evidencia al analizar otros indicadores de desigualdad social, como el coeficiente de Gini o el índice Theil. Por esta cuestión, los investigadores afirman que la AUH es una de las medidas de redistribución del ingreso más potentes en décadas.
Pero hacen una advertencia a las autoridades: la AUH debe ser entendida como el inicio de una estrategia para combatir la pobreza, la indigencia y la desigualdad y no como la línea de llegada.
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