Había puesto el despertador a las 8 por si la censista llegaba temprano. Me volví a dormir. Cerca de las 10, el sonido del mensaje de texto me volvió a despertar. Era uno de mis hermanos. Me escribió: “Murió Néstor K”.
Lo primero que hice fue prender la tele para comprobar si era así o estaba viviendo un mal sueño. Y fue así nomás. A esa hora, ya todos los canales se habían hecho eco de la noticia.
Murió Néstor Kirchner, ese flaco desgarbado, medio vizco, un casi desconocido allá por 2003, cuando asumió la presidencia con un raquítico 22 por ciento de los votos y los transformó en un 70 por ciento de imagen positiva con medidas populares.
No lo voté, pero fue -junto a su esposa- el presidente democrático que menos me defraudó desde la recuperación democrática o, al menos, el que llevó adelante desde el poder muchas de las cosas que siempre defendí y pregoné. Porque saneó la Corte Suprema, porque generó el clima político para la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y para la agilización de los juicios a militares asesinos y torturadores.
Porque hizo descolgar el cuadro de Videla, porque recuperó del rol del Estado y de la política como herramienta transformadora de las sociedades, porque la política exterior dejó de estar subordinada a los designios del FMI y los Estados Unidos y se fortaleció la relación con los países latinoamericanos, por discutir la deuda externa sin bajarse los pantalones, por el seis por ciento del presupuesto para educación, por la vuelta de las paritarias, por la no represión de las protestas callejeras o en rutas, porque apuntaló a su esposa y compañera de militancia de toda la vida en medidas como la nueva ley de medios, el matrimonio igualitario, la asignación universal por hijo, las cooperativas de trabajo, la movilidad jubilatoria, la vuelta al sistema jubilatorio estatal y otras decisiones que se me escapan en este simple repaso mental y sin acudir al archivo. Nadie, ni el más rabioso de los antikirchneristas, podrá comparar a esta Argentina con el devastado país de 2001.
Claro que no hizo todo bien. ¿Quién lo hace? Claro que se equivocó. ¿Quién no? Claro que tuvo contradicciones ¿Ustedes, no las tienen? Claro que faltan muchas cosas por hacer. Pero jamás me tragué el discurso de la prensa hegemónica y de algunos dirigentes de la oposición que lo consideraban un loco, un desaforado, equiparable a Hitler.
Ahora, esos mismos sectores, ya muerto, lo consideran un demócrata. Hipócritas. A ellos, no les creo las lágrimas de cocodrilo ni las declaraciones públicas de ocasión, porque en privado, estoy seguro, estarán festejando y descorchando una botella de champán, como lo hicieron en otros tiempos, cuando murió Evita.
Sí fue un hombre que respiraba política, que no tenía asesores, un tenaz militante, un tipo apasionado, que defendió sus convicciones al todo o nada hasta el último día de su agitada –y para nada intrascendente- vida. (27.10.10)
Lo primero que hice fue prender la tele para comprobar si era así o estaba viviendo un mal sueño. Y fue así nomás. A esa hora, ya todos los canales se habían hecho eco de la noticia.
Murió Néstor Kirchner, ese flaco desgarbado, medio vizco, un casi desconocido allá por 2003, cuando asumió la presidencia con un raquítico 22 por ciento de los votos y los transformó en un 70 por ciento de imagen positiva con medidas populares.
No lo voté, pero fue -junto a su esposa- el presidente democrático que menos me defraudó desde la recuperación democrática o, al menos, el que llevó adelante desde el poder muchas de las cosas que siempre defendí y pregoné. Porque saneó la Corte Suprema, porque generó el clima político para la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y para la agilización de los juicios a militares asesinos y torturadores.
Porque hizo descolgar el cuadro de Videla, porque recuperó del rol del Estado y de la política como herramienta transformadora de las sociedades, porque la política exterior dejó de estar subordinada a los designios del FMI y los Estados Unidos y se fortaleció la relación con los países latinoamericanos, por discutir la deuda externa sin bajarse los pantalones, por el seis por ciento del presupuesto para educación, por la vuelta de las paritarias, por la no represión de las protestas callejeras o en rutas, porque apuntaló a su esposa y compañera de militancia de toda la vida en medidas como la nueva ley de medios, el matrimonio igualitario, la asignación universal por hijo, las cooperativas de trabajo, la movilidad jubilatoria, la vuelta al sistema jubilatorio estatal y otras decisiones que se me escapan en este simple repaso mental y sin acudir al archivo. Nadie, ni el más rabioso de los antikirchneristas, podrá comparar a esta Argentina con el devastado país de 2001.
Claro que no hizo todo bien. ¿Quién lo hace? Claro que se equivocó. ¿Quién no? Claro que tuvo contradicciones ¿Ustedes, no las tienen? Claro que faltan muchas cosas por hacer. Pero jamás me tragué el discurso de la prensa hegemónica y de algunos dirigentes de la oposición que lo consideraban un loco, un desaforado, equiparable a Hitler.
Ahora, esos mismos sectores, ya muerto, lo consideran un demócrata. Hipócritas. A ellos, no les creo las lágrimas de cocodrilo ni las declaraciones públicas de ocasión, porque en privado, estoy seguro, estarán festejando y descorchando una botella de champán, como lo hicieron en otros tiempos, cuando murió Evita.
Sí fue un hombre que respiraba política, que no tenía asesores, un tenaz militante, un tipo apasionado, que defendió sus convicciones al todo o nada hasta el último día de su agitada –y para nada intrascendente- vida. (27.10.10)
6 comentarios:
Pablo
Quién quiera oir que oiga..
Excelentes tus conceptos
Compartimos el dolor.. un abrazo
Gustavo Sala
copio y difundo, muy bueno realmente.
COMO TE DIJE POR MAIL ME GUSTO MUCHO LO QUE ESCRIBISTE PABLO
LAURA
Suscribo cada una de tus palabra y sentimientos. Son momentos difíciles que indudablemente serán explotados por el rejunte destituyente que se autodenomina oposición. Cerremos filas y que este dolor contribuya a fortalecer las murallas populares que de ahora en más, deben servir para salvaguardar el modelo nacional y todas y cada una, de las conquistas sociales alcanzadas.
Un abrazo a todos y a pesar de haber sufido una baja imposible de sustituir, no olvidemos que la lucha continúa. Hasta la Victoria Siempre Compañero Nestor!
Pablo: suscribo cada una de tus palabras...nunca he coincidido tanto en tus dichos como hoy. Muy claro y contundente.
Un abrazo, y el cariño de siempre.
Patricia Alvarez.
José Pablo Feimann:"Esto no se compara con la muerte de Perón. Él dejó a una mujer débil. Néstor, a Cristina"
(Lo escribo independientemente del partido que me representa,y lo digo a veces no estando de acuerdo. Lo digo porque estan siendo dias durisimos para muchos de nosotros. Decadas de una historia de mierda y él empezó a cambiar el rumbo)
Necesarias reflexiones Pablo.
Agrego, para el que le interese, el siguiente enlace que tambien esta zarpado
http://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/subnotas/155814-50004-2010-10-28.html
Habemos personas que no somos oficilistas y nos sentimos muy tristes.
Nestor esta en la lucha de cada uno de nosotros.
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