En este festejo no pudo ser. Ni la Ciudad ni la Nación recibirán monumentos de regalo de países extranjeros para conmemorar el Bicentenario, tal como sucedió en el Centenario.
Según reconocieron fuentes oficiales de Nación, “esta vez no recibiremos regalos, pero Francia, Italia, Alemania, Austria y Hungría hicieron importantes donaciones para actividades culturales y restauraciones de edificios.
La Capital Federal ya no necesita grandes monumentos, sino trabajar en colaboración con el resto del mundo”.
La lista de los regalos del Centenario fue importante y contundente. El Monumento de los Españoles, en Avenida Del Libertador y Sarmiento; el monumento a la Riqueza Agropecuaria Argentina, en Plaza Alemania, en Casares y Libertador; el de Francia, en Plaza Francia, en Pueyrredón y Libertador; el de la comunidad sirio-libanesa en la esquina de Av. Madero y Perón; Giuseppe Garibaldi, en Plaza Italia; y Cristobal Colón, detrás de la Casa Rosada, entre otros.
El historiador Eduardo Lazzari, presidente de la Junta de Estudios Históricos del Buen Ayre (JEHBA) y asesor en preservación del patrimonio histórico y cultural en la Cámara de Diputados y en la Legislatura de la Ciudad, comenta respecto del contexto histórico en el cual se recibieron estos obsequios: “Había monumentos que eran de colectividades y otros de naciones. Básicamente, las colectividades españolas e italianas otorgaron obsequios en agradecimiento por su poder de inclusión, a principios de siglo XX, donde, además, el país se perfilaba como líder de Sudamérica, con gran influencia y futuro”.
Además, Buenos Aires se modernizaba progresivamente, demostrando también su poderío económico.
“Para el Centenario, se preparó con edificios fenomenales como el Teatro Colón, el Palacio del Congreso, Tribunales, la estación de Retiro y subtes (en 1911)”, explica el historiador. En este Bicentenario sólo se recibieron donaciones para restauraciones edilicias y actividades culturales.
“Es una cuestión de usos y costumbres. Hoy es más valioso y necesario trabajar en la mejora de edificios históricos que emplazar otros monumentos”, explican desde Nación.
“Que en estos tiempos no recibamos grandes obsequios o delegaciones de todo el mundo para nuestra conmemoración de los 200 años de la Revolución de Mayo, marca un cierre de la Argentina sobre sí misma. Ni siquiera tenemos el poderío económico que teníamos en 1810. Eso es categórico. La Argentina ha perdido relevancia en el mundo y no tuvo una política de integración”, remata Lazzari.
Según reconocieron fuentes oficiales de Nación, “esta vez no recibiremos regalos, pero Francia, Italia, Alemania, Austria y Hungría hicieron importantes donaciones para actividades culturales y restauraciones de edificios.
La Capital Federal ya no necesita grandes monumentos, sino trabajar en colaboración con el resto del mundo”.
La lista de los regalos del Centenario fue importante y contundente. El Monumento de los Españoles, en Avenida Del Libertador y Sarmiento; el monumento a la Riqueza Agropecuaria Argentina, en Plaza Alemania, en Casares y Libertador; el de Francia, en Plaza Francia, en Pueyrredón y Libertador; el de la comunidad sirio-libanesa en la esquina de Av. Madero y Perón; Giuseppe Garibaldi, en Plaza Italia; y Cristobal Colón, detrás de la Casa Rosada, entre otros.
El historiador Eduardo Lazzari, presidente de la Junta de Estudios Históricos del Buen Ayre (JEHBA) y asesor en preservación del patrimonio histórico y cultural en la Cámara de Diputados y en la Legislatura de la Ciudad, comenta respecto del contexto histórico en el cual se recibieron estos obsequios: “Había monumentos que eran de colectividades y otros de naciones. Básicamente, las colectividades españolas e italianas otorgaron obsequios en agradecimiento por su poder de inclusión, a principios de siglo XX, donde, además, el país se perfilaba como líder de Sudamérica, con gran influencia y futuro”.
Además, Buenos Aires se modernizaba progresivamente, demostrando también su poderío económico.
“Para el Centenario, se preparó con edificios fenomenales como el Teatro Colón, el Palacio del Congreso, Tribunales, la estación de Retiro y subtes (en 1911)”, explica el historiador. En este Bicentenario sólo se recibieron donaciones para restauraciones edilicias y actividades culturales.
“Es una cuestión de usos y costumbres. Hoy es más valioso y necesario trabajar en la mejora de edificios históricos que emplazar otros monumentos”, explican desde Nación.
“Que en estos tiempos no recibamos grandes obsequios o delegaciones de todo el mundo para nuestra conmemoración de los 200 años de la Revolución de Mayo, marca un cierre de la Argentina sobre sí misma. Ni siquiera tenemos el poderío económico que teníamos en 1810. Eso es categórico. La Argentina ha perdido relevancia en el mundo y no tuvo una política de integración”, remata Lazzari.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario